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Mártires (642-715)
Los cuerpos de San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, venerados por los cristianos segovianos, se conservaron en la ermita de San Frutos cerca de la actual Sepúlveda desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI.
El rey Alfonso VI concedió esta ermita al Monasterio de San Sebastián de Silos, hoy, Santo Domingo de Silos-, para que la cuidasen y no decayese la creciente devoción del pueblo.
Se hizo escritura en el 1076. Los monjes recompusieron la ermita y la habilitaron para poder vivir en ella. Terminadas las obras en el año 1100, fue consagrada por D. Bernardo, el primer Arzobispo de Toledo.
Está construida sobre roca escarpada, como cortada a pico a orillas del río Duratón, afluente del Duero. En ese nuevo lugar se depositaron las reliquias de los tres Santos.
Restaurada Segovia y restituida a su dignidad episcopal, se pasaron a su Catedral la mitad de las reliquias desde el Monasterio de Silos, con autorización y mandato del Arzobispo de Toledo, en el año 1125.
Tan celosamente se guardaron, que se perdió el sitio donde fueron depositadas, hasta que se encontraron milagrosamente en tiempos del celoso Obispo D. Juan Arias de Ávila.
En el año 1558 se guardaron finalmente en la nueva Catedral. Allí, en el trascoro, reposan los restos del Patrono de la Ciudad, teniendo por fondo el retablo que trazó Ventura Rodríguez para el Palacio de Riofrío y que Carlos III donó para la Catedral Segoviana.
¿Quién fue el hombre que desde catorce siglos atrás ha sido polo de atracción de tantas generaciones de segovianos?
Nació Frutos en el año 642, en el seno de una familia rica, que tuvo otros dos hijos con los nombres de Valentín y Engracia. Debió ser una familia de profundas convicciones cristianas, que con la misma vida supieron inculcar a sus hijos.
Sin que se conozca la causa, murieron los dos. Los tres jóvenes se convirtieron entonces en herederos de unos bienes, y comenzaron a percibir en la práctica la dureza que supone el ser fieles a los principios.
Parece ser, que tanto tedio provocaron en ellos los vicios, maldades, desenfrenos, asechanzas y envidias de su entorno humano, que Frutos les propuso un cambio radical de vida.
Los tres, con la misma libertad y libre determinación, decidieron vender sus bienes para darlos a los pobres. Dejaron la ciudad del acueducto romano, empezando una vida de soledad, oración y penitencia por los pecados de los hombres.
A la orilla del río Duratón les pareció encontrar el lugar adecuado a sus propósitos. Hicieron tres ermitas separadas, para lograr la deseada soledad y dedicar el tiempo de su vida de modo definitivo al trato con Dios.
A partir de aquí se tiene noticias de Frutos cuando el estallido de la invasión musulmana y su rápida dominación del reino visigodo.
Frutos, en su deseo de servir a Dios, intervino de alguna manera. Con vivo deseo de martirio en procurar la conversión de algunos mahometanos que se aproximaron a su entorno, defendió a grupos de cristianos que huían de los guerreros invasores. Dio ánimos, secó lágrimas y alentó los espíritus de quienes se desplazaban al norte.
Fue protagonista de algunos sucesos sobrenaturales y murió en la paz del Señor con el halo de Santo, en el año 715.
La misma historia refiere que sus hermanos Valentín y Engracia, fueron algunos de los mártires decapitados por los sarracenos, siendo sus cuerpos colocados con el del Santo.
Lo que se sabe hoy del entorno en que vivieron y murieron estos Santos, facilita cubrir las lagunas o los interrogantes que pueden presentarse.
La invasión musulmana, su rápido avance por el reino hispano-visigodo y el martirio de cristianos, tuvieron su génesis.
La unidad del reino tan lograda por la conversión del arrianismo a la fe católica de Recaredo en el 589, presentaba en ese momento una falsa cohesión por su fragilidad.
Los clanes de nobles, civiles y eclesiásticos con intereses políticos y económicos contrapuestos, trataron de controlar cada uno, alternativamente, el trono de Toledo y fueron una fuente continua de conflictos.
La nobleza, que en un principio recibió unos territorios para ejercer en ellos funciones administrativas, fiscales y militares, al hacerse hereditarias, quedaron prácticamente privatizadas.
Esto ocasionó un detrimento progresivo de las funciones públicas características de un estado centralizado, llevando a la fragmentación del poder del monarca.
La clase aristócrata asentó la diferencia social con el pueblo cada vez más pobre, indefenso, desorientado, abandonado y hastiado del lujo de sus señores.
Hay que añadir desastres naturales que asolaron el país, especialmente desde el reinado de Kindasvinto (642-653), como epidemias que diezmaban a la población, plagas de langostas, sequía, pestes y despoblamiento.
El vicio, la amoralidad y desenfreno reinaban en la sociedad al amparo de lo que sucedía en las casas de la nobleza. A la muerte de Witiza, los partidarios de Akhila, su hijo primogénito, no consiguieron ponerlo en el trono ocupado por D. Rodrigo, duque de la Bética, y pidieron ayuda a los bereberes.
El desastre de Guadalete del 711, hizo que lo que fue una simple ayuda de los moros capitaneados por Tariq, se convirtiera en toda una invasión y conquista posterior, que colmó los planes estratégicos del Islam por la decrepitud que se había ido gestando en el interior del reino visigodo.
Ordenación Sacerdotal. Bogotá, Colombia (1985) - Gracias doy al Señor por el Padre Jairo, mi párroco de San Isidoro de Sevilla, tan lleno de Dios y dado a su comunidad. Dios lo guarde otros 25 años. feliz día. myriam
Saltillo, Coah., México (2009) - Invitación a quien se identifique con este aspecto de Jesucristo para que se comunique y si desea forme parte de esta Asociación. Dirigirse a Hna. Ma. Luisa Freznillo Solís Fco. Murguía 473 Nte. Saltillo, Coah., México. c.p 25000. Te invitamos a pertenecer a nuestro Carisma, Espiritualidad y misión. El nombre de nuestro Instituto religioso es Hermanas Catequistas Guadalupanas, dedicadas a la Evangelización y Catequesis. Bienvenidos, bienvenidas. Gracias.
Hermanos: Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual.
Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros (Romanos 8,1-11)
Salmo
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. (Salmo 23)
Evangelio
En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.""
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera (Lucas 13,1-9)
Frente a todos los que gustan de dar malas noticias y causar escándalo con su sobresalto, Jesús inculca una escala de valores que nos remite al plan de Dios. 4 min. 24 seg.
La oposición entre carne y espíritu no es oposición entre material e inmaterial. Comprender esto ayuda a enfocar bien la enseñanza de san Pablo. 5 min. 21 seg.
Cristo es severo y tierno a la vez, nos dice: si no hay conversión lo que te espera es la muerte eterna; pero a la vez nos da nuevas oportunidades con su infinita misericordia y paciencia. 5 min. 21 seg.
El Espíritu Santo es quien crea y mantiene en nosotros la unión con Cristo Resucitado, por el Espíritu de Dios tenemos la vida de Cristo en nosotros de modo que vivimos como Él. 6 min. 7 seg.
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1.1 En la primera lectura de hoy Pablo proclama la maravillosa condición del creyente: "ya no hay condenación". Y hay que decirlo así abiertamente porque la vida sin fe no tiene otro desenlace que el absurdo y el silencio cínico de la muerte, cuando no la crueldad contra el prójimo o la explotación del inocente. Mas para el creyente un horizonte nuevo se abre: "ya no hay condenación". Y la razón por la que no hay condenación es porque hay una nueva inocencia, propia de un nuevo comienzo: el que da el Espíritu Santo.
1.2 Pablo habla del Espíritu Santo como una "nueva ley", término que entre otras cosas resultó siglos después para la moral que Santo Tomás ofrece en la Suma Teológica, y que de algún modo subyace en todo el discurso de la moral católica.
1.3 El Espíritu Santo trae vida, pero no una vida como pura fuerza o posibilidad, sino una vida que ya tiene su forma propia, su estilo característico, por eso le llama "ley". No es lo mismo recibir un montón de dinero que un presupuesto, por dar un ejemplo. El Espíritu Santo no obra en nosotros como un montón de dinero que cada quien pudiera gastar a su arbitrio, sino como un presupuesto infinito que, siendo infinito en sus recursos y poder, sin embargo no toma su dirección última de nosotros ni de nuestros caprichos sino de Dios.
1.4 Dicho con otras palabras: el Espíritu Santo no es una energía sin nombre sino un Don Personal que, viniendo a nosotros, permanece en nosotros como Señor. Por eso nos enseña Pablo: "los que viven de acuerdo con el Espíritu, piensan y actúan conforme a él".
2. Ante las tragedias
2.1 Pasemos al evangelio. Según vemos, ya en tiempo de Jesús existía el "deporte" de dar pésimas noticias con la turbia esperanza de impactar al oyente. No se imaginaban, sin embargo, los que hoy quisieron hacerlo con Cristo, qué clase de respuesta les iba a dar él.
2.2 Y es que en efecto, hay algo de morboso y mucho de estéril en ese ejercicio de hacer alabanzas al poder del mal. Hay gente que disfruta contando lo espantoso, lo cruel, lo doloroso, y tal vez no son del todo conscientes de que están alabando al poder de las tinieblas. "Mira que han torturado a unos pobres niños y les han hecho esto y lo otro, y luego...". En esas noticias, ya sean de boca o por televisión, ya estén en los diarios o en páginas de Internet, hay siempre la malsana tendencia a revolcarle las entrañas al oyente o lector, con la consecuencia lateral de cantar lisonjas al mal y al Malo.
2.3 Cristo frena de un tope esa enfermedad. En primer lugar porque no se deja "impactar" ni se escandaliza. A él no lo extraña el mal, porque conoce bien que donde no reina la luz hay oscuridad. Eso no es ninguna sorpresa. En segundo, lugar, su comentario, "¿piensan que aquellos eran más pecadores?", separa un hecho trágico, que puede llegarle a cualquiera, de sus antecedentes y consecuentes. Como quien dice, no juzguemos por un hecho el pasado ni el futuro. Y en tercer lugar, muestra en dónde está el verdadero peligro: no en los accidentes, de los que no tenemos culpa, sino en el desenlace de nuestras vidas, en donde ciertamente sí que tenemos plena responsabilidad.