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Santiago era hermano de San Juan, el Evangelista, e hijo de Zebedeo. Era originario de Galilea.
Un día, cuando Jesús caminaba por la orilla del lago de Genesaret, vio a Pedro y a Andrés que pescaban, llamándolos para convertirlos en pescadores de hombres.
También llamó entonces a otros dos jóvenes, Santiago y Juan. Ambos abandonaron inmediatamente la tarea, dejaron a su padre y lo siguieron.
Santiago presenció, junto con Juan y Pedro, la curación milagrosa de la suegra del príncipe de los Apóstoles y la resurrección de la hija de Jairo.
En ese mismo año, Jesús fundó el Colegio Apostólico, del que formaron parte Santiago y Juan. El Mesías les dio el nombre de "Boanerges" o "Hijos del trueno", probablemente a causa del temperamento impetuoso de los dos Apóstoles.
Pedro, Santiago y Juan fueron elegidos por Cristo para que le acompañasen en los momentos más duros de su vida.
Resultaron ser los únicos testigos de la Transfiguración, y los que le acompañaron de cerca durante su agonía y el sudor de Sangre en Getsemaní.
El Apóstol Santiago murió por Cristo en la persecución que el rey Herodes Agripa I desencadenó en Jerusalén contra los cristianos, para congraciarse con los judíos.
Lo sepultaron en Jerusalén, pero según otra tradición española que data del 830, el cuerpo de Santiago fue trasladado a Compostela.
Las reliquias del Apóstol se hallan todavía en dicho Santuario. El Papa León XIII en 1884, las calificó de auténticas en una bula.
Corrientes, Argentina (1974) - Contigo fuí madre por primera vez, y creo que ese es también mi aniversario de maternidad. Feliz Cumpleaños, mi querido.
Bogotá, Colombia (2009) - Fundación Católica Cristo Vive Hoy. Dirigida por el Padre Francis Francovich de la Renovación Católica Carismática de Houston. Coliseo Colegio Buen Consejo 2:00 a 7:00 p.m. Información: www.cristovivehoy.org, Tel. 6887725, 300 6579537
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: "Dáselos a la gente, que coman." El criado replicó: "¿Qué hago yo con esto para cien personas?" Eliseo insistió: "Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará." Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. R.
Los ojos de todos te están aguardando, / tú les das la comida a su tiempo; / abres tú la mano, / y sacias de favores a todo viviente. R.
El Señor es justo en todos sus caminos, / es bondadoso en todas sus acciones; / cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias. (Salmo 144)
2a.
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo (Efesios 4,1-6)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo." Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que venir la mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron (Juan 6,1-15)
A veces nuestros recursos, esfuerzos o reservas parecen mínimas. El desenlace será máximo, sin embargo, si sabemos entregar, "sacrificar" lo que tenemos en manos de Cristo. 17 min. 51 seg.
Lo que es un límite para ti no es un límite para Dios. Ante la necesidad no te desesperes ni asumas una actitud pasiva, sino que aporta lo que puedas y en la abundancia aprende a compartir. 8 min. 27 seg.
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1.1 Hay un nexo evidente entre la primera lectura y el evangelio: en ambos casos se trata de multiplicación de panes. Hay también otro nexo, más profundo: Eliseo es un profeta y Jesús, después de alimentar a la multitud es llamado "el profeta que tenía que venir al mundo."
1.2 Y hay todavía otro detalle en común: es la palabra de Eliseo la que hace el milagro, y por eso la repartición misma del pan es encomendada a un criado; de modo análogo, es la palabra de Jesús la que hace el milagro, y la repartición se encomienda a los apóstoles. Esta distancia entre la realización del milagro y la repartición material del alimento viene a subrayar en ambos casos que es el poder de la palabra, venida de Dios, quien realiza el prodigio, lo cual refluye sobre lo ya dicho: estamos ante gestos propios de profetas, cuyo ministerio propio es la predicación, la Palabra.
2. Elocuencia de las sobras
2.1 Tal vez en este milagro nosotros nos admiramos de la producción de una realidad nueva, esto es, de nuevos panes. Pero es probable que el énfasis debamos ponerlo en otra parte, pues si la Palabra tiene tanta importancia en ambos casos no será para que nos quedemos mirando panes.
2.2 Para encontrar ese significado puede servir que notemos que tanto Eliseo como Jesús son conscientes de las sobras, es decir, que hay o que habrá sobras. Nuestro Señor explícitamente pide que sean recogidas. ¿Por qué? Puede suponerse que es como una señal de valoración del alimento humano, o de respeto ante los pobres que carecen de ese pan, pero lo más posible es que haya aquí un significado más hondo. Las sobras son señal inequívoca de la saciedad y también signo elocuente de la abundancia. El profeta está anunciando que, cuando se cree en la Palabra, Dios es capaz de saciar a todos con abundancia que supera todos nuestros cálculos.
2.3 El lenguaje de la abundancia contrasta con el modo humano usual de razonar. Cuando uno piensa mucho en el dinero que tiene ahorrado o en los alimentos que guarda en su despensa, casi siempre presiente que no le va a alcanzar. Dios razona de otro modo. Dios piensa desde el poder de amor y poder de creación que le es propio. Si nuestra mezquindad anuncia cuán limitados somos, su largueza proclama que él no tiene límites.