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Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.
Nacido en Astorga y cristiano desde pequeño, fue la región del Bierzo el escenario de sus virtudes y de su vida. Quiso ingresar en el Monasterio que fundó San Fructuoso en Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas, no pudo entrar.
Fallido el intento monacal, comenzó una vida de oración y penitencia, al estilo de los antiguos eremitas. Este modo de vivir, poco frecuente en la época, hizo que de boca en boca fuera pasando la noticia de su existencia entre los habitantes del lugar, quienes empezaron a visitarle en la Ermita que hay junto al castillo llamado "De la Piedra", en Astorga.
Allá concurrían con deseos de escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo, el cuidador de la Ermita, sólo comenzó a interesarse por ella cuando advirtió el sonar de las monedas y olió los pingües beneficios de las ofrendas.
Como se posesionó de ellas de mala manera, el Santo se marchó, para no facilitar su codicia extrema. Sin embargo, hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la Ermita, por considerar el clérigo chupón que fueron de ella.
La gente del lugar le echaba de menos y le sugería un nuevo sitio para vivir, rezar y predicar. En Ebronato le edificaron los fieles un Oratorio, donde se instaló y recomenzó.
Como la gente se arremolinaba en torno a él, el Obispo nombró un presbítero para que atendiera la pequeña iglesia construida. Justo se llamó el pastor, y su justicia en el nombre se quedó.
De nuevo se encontró Valerio sin techo y reducido a la miseria. La gente siguió queriéndole, y sufría la mala envidia de Justo, que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física contra el Santo.
En el mismo Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el Monasterio de San Pedro, halló un lugar tranquilo, en el que pudo reanudar una vez más su vida penitente y orante de eremita.
El Obispo de Astorga, Isidoro, lo llamó y pidió su compañía para asistir al Concilio de Toledo, al que no llegaron por la muerte del Prelado.
También escribió, dejando testimonio de la época. Esta literatura se conservó en el Monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la Iglesia de Oviedo.
Su pluma dejó a la posteridad la vida de San Fructuoso, un abundante grupo de máximas y consejos a los religiosos del Bierzo, las revelaciones de los monjes Máximo y Bonelo, y la historia del Abad Donadeo.
Terminó su vida a finales del siglo VII y las reliquias se conservaron en el Altar Mayor de la Iglesia del Monasterio de San Pedro de los Montes, de la Orden benedictina, cerca de Ponferrada.
A quien se interna en su vida, le da la sensación de que Dios lo preparó para la contrariedad. Y lo muy curioso del caso, es que sus enfrentados siempre fueron clérigos.
¿Tan feo les pareció Valerio? Muchos de los buenos afirman con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un Santo verdadero. Pero, quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta convivir con los demás, es al que lleva vida recta.
Iquitos, Perú (2003) - Mamita te fuiste físicamente pero nos dejaste tu amor y los buenos recuerdos, gracias al Señor por elegirte para ser nuestra mamá por que gracias a ti aprendimos a amar a Dios. mamí que Dios te tenga en su santa gloria te amaremos por siempre.
El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oídos y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, / siente el Señor ternura por sus fieles; / porque él conoce nuestra masa, / se acuerda de que somos de barro. R.
Los días del hombre duran lo que la hierba, / florecen como flor del campo, / que el viento la roza, y ya no existe, / su terreno no volverá a verla. R.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, / su justicia pasa de hijos a nietos: / para los que guardan la alianza. R.
La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos. (Salmo 102 )
Evangelio
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él (Marcos 10,13-16)
El Eclesiástico nos presenta hoy una síntesis preciosa de "antropología teológica," es decir, de la mirada que Dios tiene para con el hombre. Percibiremos con fuerza y gratitud su voz si hacemos caso a Jesús y volvemos a ser como niños. 4 min. 19 seg.
Pidamos a Dios crecer en la confianza para que nos invada su amor, en la admiración para agradecerle y alabarle y en la docilidad para dejar que nuestras vidas mejoren a su ritmo. 7 min. 17 seg.
Crezco como persona humana en la medida que mi conciencia está más formada, en que mi capacidad de gratitud y admiración crece y mi amistad con Dios se hace más fuerte. 5 min. 27 seg.
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1.1 Es maravilloso encontrar en los libros sapienciales de la Biblia ese vínculo que une la revelación de Dios en la obra de la creación y su revelación en la historia de nuestra salvación.
1.2 Es así que observamos cómo en el pasaje de la primera lectura de hoy se mencionan las obras propias de la creación, que son como un "primer libro" de la revelación divina, y después, en secuencia natural, las palabras de la Ley, que vienen siendo como un "segundo libro" de su revelación a nosotros, según esa gesta imponente que traviesa los siglos y que tendrá su culminación en Jesucristo: la gesta de nuestra redención.
1.3 Por creación tenemos inteligencia; por redención tenemos la gracia de escuchar su Palabra. Por creación tenemos el oído; por redención, qué oír. por creación tenemos ojos; por redención la maravillosa posibilidad de contemplar un día el rostro de nuestro Hacedor y Redentor.
2. "Dejad que vengan a mí"
2.1 Cuando miramos a los apóstoles en su improvisada tarea de niñeros exasperados la escena resulta cómica ante nuestros ojos. Menos gracioso es pensar todo lo que el mundo, nuestro mundo contemporáneo, hace para que los niños NO se acerquen a Jesús. Y por eso, como mensajeros de la santa indignación que sufrió Nuestro Señor en aquel momento, es deber nuestro hacer todo para que el deseo de su corazón se cumpla y los niños le puedan conocer, y recibir su abrazo y su bendición.
2.2 Para que los niños NO se acerquen a Jesús el mundo intenta borrar toda frontera entre el bien y el mal, de modo que la palabra "pecado" nunca aparezca, la noción de culpa no exista y el único motor de la vida sean los propios intereses, gustos o beneficios personales. Un niño así malformado en su alma jamás descubrirá su propia responsabilidad ante Dios y ante los hermanos, y por consiguiente jamás sentirá que necesita de la gracia divina para alcanzar su genuino y pleno ser. Como nos ha enseñado el Papa Juan Pablo II: desaparecida la noción de pecado, desaparece la noción de la gracia.
2.3 Para que los niños NO se acerquen a Jesús nuestro mundo los vuelve supersensibles a sus placeres y super insensibles al dolor del prójimo. Obsesionados por sus demandas de disfrute sin límites no tienen ojos para aquellos a quienes Jesucristo dedicó lo mejor de su tiempo, su amor y sus fuerzas.
2.4 Pero lo más importante de lo que venimos diciendo es que semejante estado de cosas NO es definitivo ni estamos condenados simplemente a ver desmoronarse primero la niñez y luego la juventud. El mismo Jesús que con su amor se abrió paso hasta abrazar y bendecir los niños, está vivo y actuante entre nosotros. Su mismo celo por la gloria de Dios y por la salvación de los hombres hará maravillas en todos los que nos pongamos a su servicio y nos dejemos cobijar en su corazón.