Este Santo ha sido considerado como una de las mayores glorias de la Iglesia de España, la cual le honra como Doctor de la misma.
El Santo era sobrino de San Eugenio, Obispo de Toledo, a quien debía suceder en el cargo. A pesar de la oposición paternal, San Idelfonso tomó los hábitos religiosos desde temprana edad en el Convento de Agalia, muy cerca de Toledo, del cual resultó ser más tarde Abad.
Fue ordenado diácono en el 630, y posteriormente, siendo todavía un monje, fundó un Convento de religiosas en los alrededores. Como Abad, asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo en los años 653 y 655, respectivamente.
Uno de los rasgos más característicos de la obra literaria de San Idelfonso, es el entusiasmo casi exagerado con que el Santo habla de la Santísima Virgen, lo que se debe, fundamentalmente, al lenguaje mariano que se impuso en Toledo por aquella época.