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Según una antigua tradición, la Santa pertenecía a una de las principales familias de Roma. Ella acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y había consagrado a Dios su virginidad.
Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano. Pero, Cecilia le dijo a éste, que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al Ángel de Dios, debía hacerse cristiano.
Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Las historias antiguas dicen, que Cecilia veía a su Ángel de la Guarda.
El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Mas, Valeriano y Tiburcio se dedicaron a enterrar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso, fueron arrestados.
Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos defendieron su fe y murieron Mártires.
En seguida, la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión.
Entonces, fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse, cantaba gozosa. Quizás por eso, la han nombrado Patrona de los músicos.
Visto que con este martirio no podían acabar con la Santa, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza.
En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la Santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, la que se conserva en la Iglesia de Santa Cecilia en Roma.
En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado.
Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería.
Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: "El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!" Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera."
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, / proclamando todas tus maravillas; / me alegro y exulto contigo / y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R.
Porque mis enemigos retrocedieron, / cayeron y perecieron ante tu rostro. / Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío / y borraste para siempre su apellido. R.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, / su pie quedó prendido en la red que escondieron. / Él no olvida jamás al pobre, / ni la esperanza del humilde perecerá. R.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella."
Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos." Intervinieron unos escribas: "Bien dicho, Maestro." Y no se atrevían a hacerle más preguntas.
Los saduceos intentaron varias estrategias para neutralizar y eliminar a Cristo. Les fastidiaba que predicara la resurrección porque la esperanza de resucitar vence el miedo a morir, miedo que es usado por los tiranos como arma predilecta. 4 min. 40 seg.
Los sumos sacerdotes del tiempo de Cristo no creían en la resurrección. Preguntarnos a fondo por qué sucedía así nos lleva a redescubrir el corazón de nuestra fe y el propósito de nuestra vida. 26 min. 59 seg.
Evitemos la enfermedad del cinismo donde se cree que se puede pecar impunemente y la enfermedad de la desesperación donde se cree que la misericordia de Dios es muy corta. 5 min. 5 seg.
Estar despierto según el mundo lleva a la amargura, a criticar y a destruir. Despiertos según Jesús es estar atentos a las señales del Reino de Dios, a ver por dónde llega el Evangelio y qué pretende robarnos su alegría. 6 min. 0 seg.
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1.1 Los Libros de los Macabeos nos han acercado a un momento casi desesperado de la historia del pueblo hebreo. La verdad es que, aunque el destierro a Babilonia terminó, y aunque algunos (no muchos, proporcionalmente) de los judíos retornaron a Jerusalén y a Judá, el hecho es que la independencia como tal no se recuperó desde ese momento, y en realidad nunca volvió, hasta bien entrado el siglo XX, aunque en condiciones completamente diversas.
1.2 Entendemos así que la lucha de los Macabeos era como la erupción de un volcán. Al modo de las ollas a presión que sueltan chorros de vapor sólo al alcanzar su tope, así esta erupción de rabia encajonada. En este contexto comprendemos el anhelo de justicia y castigo que se transparenta en la primera lectura de hoy. El final desesperado y amargo del rey tirano es claramente leído como un mensaje del cielo que desaprueba su cruel y funesto desempeño.
1.3 Para nosotros, ya cristianos, este lenguaje puede sonarnos sencillamente brutal. La descripción minuciosa de la caída del déspota rechina con nuestro sentido de la compasión. Pero, si somos honestos, admitiremos que más de una vez hemos querido la derrota y el castigo para los perversos de nuestro tiempo. Tal vez pensamos en los terroristas, los violadores o los secuestradores. Así que sería incluso hipócrita decir que los sentimientos de esta lectura son completamente ajenos a nuestra época o a nuestra cultura.
1.4 Eso no significa que no haya habido avances con la llegada del Evangelio. Todo ha quedado iluminado por Cristo. Pero la luz de Cristo no es "magia", es un efecto progresivo de la en nuestra conciencia, que descubre con sorpresa agradecida el amor inmerecido. Sólo así, sólo a precio de amarnos así, hasta la sangre, logró Cristo que pensáramos más en la conversión de nuestros enemigos, que en el castigo que creemos que se merecen.
2. Dios de Vivos
2.1 Uno siente fastidio de ver a los enemigos de Cristo en su continua actitud de poner trampas al Señor. Pero siente alegría de ver cómo de esas discusiones sin objetivo brotan perlas de sabiduría y luces de redención. En el caso del evangelio de hoy, ¡qué historia más truculenta, qué comedia más tonta! Y sin embargo, ¡qué enseñanzas más profundas nos regala Jesús a partir de ella!
2.2 Hoy aprendemos que los que resuciten para la vida futura "serán como los ángeles". Hoy aprendemos que es Dios mismo, y no una "ley natural" quien da la nueva vida. Hoy aprendemos que para Dios "todos viven".
2.3 Hoy aprendemos también que el matrimonio, conservando toda su dignidad, hermosura y estima, tiene una realidad y una función en cierto modo temporal. No debemos hablar de demasiadas eternidades en los afectos humanos de pareja, porque en realidad el matrimonio entre seres humanos es sólo preludio, inicio o figura del amor que viene y queda.
2.4 Y hoy aprendemos que son inmensas las promesas de Dios. Si los saduceos, por su modo de vida adinerado y aliado con el poder, creían que tenían bastante con lo que les daba esta tierra, en verdad hay que considerar bienaventurados a los que no sacian con esta tierra y les queda apetito para las promesas del cielo.