Fundador de los pasionistas, nació en Ovada, Génova, en 1694, y creció en un hogar muy cristiano. Siempre que Pablo empezaba a llorar por cualquier motivo, su madre le mostraba el crucifijo y le hablaba de los sufrimientos de Cristo.
Así fue formando desde niño la gran devoción a la Pasión, que había de distinguirle durante toda su existencia. Llevó una vida de oración constante, alcanzando de este modo un alto grado de contemplación.
Hacia 1720, tuvo tres extraordinarias visiones. En la tercera de ellas, la Santísima Virgen, vestida con el hábito negro, le ordenó que fundase una Congregación, cuyos miembros vistieran ese hábito y sufrieran por la Pasión y muerte de Cristo.
En 1741, Benedictino aprobó las reglas de la Congregación, y las vocaciones para ella aumentaron. San Pablo alcanzó fama a lo largo de toda Italia a causa de su obra misionera y por la austeridad de su vida.
El tema constante de su predicación era la Pasión de Cristo. Con una cruz en la mano y los brazos extendidos, el Santo hablaba de los sufrimientos del Señor en forma que conmovía hasta al más duro.
En el año de 1769, Clemente XIV aprobó definitivamente la Congregación, inaugurándose en 1771 en Corneto, el primer Convento de religiosas pasionistas.
San Pablo no pudo ver a sus hijas espirituales vistiendo el hábito, debido a su mala salud. La muerte ocurrió el 18 de octubre de 1775.