La reproduccion de estos textos y archivos de audio, para uso privado o publico, esta permitida, aunque solamente sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/homilias.html.
Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí
Ten presente en tus intenciones de este día:
Haz click en los nombres para ver más información:
No hay que confundirlo con el conocidísimo Álvaro de Córdoba, Paulo, que vivió en el gran siglo IX de los Mártires cordobeses y que fue íntimo amigo del Mártir San Eulogio.
Ese Paulo estuvo desempeñando un papel de apologeta en la España mozárabe de los Omeyas, carteándose con su maestro Espeaindeo, dejando escritos, -aunque en bajo latín-, que defendían los misterios de la fe cristiana con un apasionamiento y una fortaleza inusual, aún cuando ponía en peligro su vida.
Éste fue un hombre casado y con hijos, fuerte en la fe, íntegro en la verdad de la coherencia, intelectual vibrante hasta el agotamiento. Pasó su existencia practicando la vida de fe, que profesaba en un continuo alentar a los creyentes en Cristo durante un tiempo que llevó a bastantes, incluso a pastores cualificados, a la apostasía de ella.
Nunca admitió la componenda ni el rebaje de los compromisos adquiridos. Estuvo al lado de sus hermanos sufrientes, minusvalorados, arrinconados, maltratados socialmente, a veces perseguidos y algunos martirizados.
Murió en pobreza con la entereza de la fe. Quizá mereciera ser llevado a los altares, sirviendo de ejemplo y ayuda para los audaces que en todo tiempo y en cualquier lugar del mundo, se ven forzados a defender su condición cristiana.
Pero, eso no nos corresponde a nosotros. De hecho, la grandeza de este Álvaro es notable. Sin embargo, no ha sido invocado como Santo en la Iglesia universal, y no aparece, a pesar de su grandeza, entre los Santos de su tiempo que pasaron por el martirio, dejando su sangre. Pertenece al numerosísimo grupo de Santos anónimos que hicieron «los moros» mientras tuvieron al cordobés dominado.
Álvaro de Córdoba, el Beato, es otro no menos insigne en sus obras, santidad y apostolado. No menos grande por lo difícil que lo tuvo en las circunstancias del siglo XV, ni menos incisivo en la repercusión posterior de su obra.
Nació a finales del siglo XIV y murió en el año 1430. Pasó primero su vida entre el claustro y la docencia en la Universidad de Salamanca. En los albores del siglo XV dejó la cátedra, para recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia, vibrante de inquietud y con dinamismo paulino, aguijoneado por la urgencia del apostolado.
Los tiempos eran difíciles, malos. Pasó la peste negra asolando Europa y dejando los conventos vacíos, que luego intentaron llenarse con gente no preparada, por lo que decayó la tensión religiosa.
La corrupción de costumbres estaba de hecho generalizada. Los pastores sesteaban. Había, con ínfulas de legitimidad, tres tiaras. Unos obedecían como legítimo al Papa de Avignón, otros al de Roma y otros al que se encontraba en Pisa.
A Álvaro le dolía el alma. Predicaba, observaba, rezaba y hacía penitencia por la unidad tan deseada. A su vuelta a España lo nombraron confesor de la reina Catalina de Lancaster y de su hijo Juan II.
Pero, Álvaro dejó pronto la corte, porque anhelaba la reforma dominicana. Obtuvo los permisos para establecer Conventos reformados en los reinos de España. Martín V lo nombró Prior de todos los Conventos dominicos reformados en España.
Fundó Escalaceli, a siete kilómetros de Córdoba, primero de los reformados de la Orden dominicana, que muy pronto se extendería con Portaceli en Sevilla.
Enamorado de la Pasión de Cristo, -la que le llevó a Tierra Santa-, plantó pasos que recuerdan la Pasión de Jesús en la Sierra de Córdoba, desde Getsemaní hasta la Cruz del Gólgota. Piadosamente rezaba, meditaba y recorría una y otra vez los distintos momentos, o pasos, o estaciones del Itinerario Doloroso del Señor.
Era para Álvaro y sus religiosos la Vía Dolorosa recordadora. Luego, el holandés Adricomio y el Padre Daza, darían la forma y fijarían en catorce las estaciones al primer Via Crucis que Leonardo de Porto Mauricio populizaría más adelante también en Italia, importándolo de España.
Escalaceli es centro de peregrinaciones de las gentes, que cada vez desde sitios más distantes, pasan noches en vela, rezan, lloran sus pecados, piden perdón, expían y luego cantan.
De ella recibió buen influjo y enseñanza la devoción del pueblo andaluz por sus Macarenas, sus Cristos crucificados y sus «pasos» de Semana Santa.
¡Sí! Aquello abrió tan profundo surco en la cristiana alma andaluza, como las heridas que hicieron en la madera las gumías de Martínez Montañés, Juan de Mesa y Cristóbal de Mora.
Cañada de Gomez, Argentina (1987) - Damos gracias a Dios por la vida de nuestro segundo hijo. Y pedimos que el Señor continue visitando su corazón, iluminando su camino y animando las decisiones de su proyecto de vida.
Panamá, Panamá (2003) - Sólo mueren aquellos de los cuales ya no se tiene memoria. La memoria de una buena madre, siempre estará en el corazón de un buen hijo.
Hermanos míos, no juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado." Al pobre, en cambio: "Estate ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos?
Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. Y, sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que os impusieron? ¿Cumplís la ley soberana que enuncia la Escritura: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"? Perfectamente. Pero, si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la ley prueba vuestro delito.
¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre (Santiago 2,1-9)
Salmo
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. (Salmo 33)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!"
Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho (Marcos 8,27-33)
El camino de todos es el de la conversión, el de la humildad, el del servicio. Cuidado con las preferencias que son una traición al Evangelio que le costó a Nuestros Señor su sangre. 7 min. 49 seg.
1.1 Hemos comentado en otra ocasión del estilo sapiencial de la Carta de Santiago, en la que meditamos estos días. "Sapiencial" quiere decir relacionado con el saber vivir, que es el modo como lo entiende la Biblia. Esta Carta, pues, no insiste en algunos temas típicos de la predicación cristiana primitiva, como decir el kerigma en cuanto tal, sino que de alguna manera lo presupone, y pasa entonces a delinear el perfil de una vida genuinamente cristiana.
1.2 El método de Santiago nos puede chocar un poco. Parece concentrarse en denunciar las incoherencias y mostrar los pecados. No deberíamos suponer, sin embargo, que esto empobrece el mensaje de gracia y de alegría del Evangelio. En cierto modo es una señal de amor. Lo que amamos lo protegemos y lo resguardamos de aquello que pueda desteñirlo o adulterarlo. Por ejemplo: si la comunidad deja entrar la idolatría por las riquezas, que se traduce en veneración hipócrita y vacua a los ricos, pronto perderá su esencia y su capacidad de significado. Es aquí donde el apóstol deja ver su amor que defiende y habla con vigor.
2. El Rostro del Mesías
2.1 En el evangelio de hoy, por otra parte, Pedro respondió acertadamente a Cristo: "Tú eres el Mesías." Pero ni él ni sus compañeros sabían cabalmente qué quería decir eso de ser el Mesías; por ello Jesús se esfuerza en enseñarles "con toda claridad" de qué se trata su mesianismo (Mc 8,32).
2.2 Esa claridad sobre el camino del dolor como vía de redención ofusca los ojos de Pedro el entusiasta, quien, como si se tratara de un acto de caridad, reprende a Jesús a solas. Jesús corrige en público a Pedro seguramente porque entendía que, aunque Pedro hubiera tomado la iniciativa, sus ideas no eran sólo suyas sino que las compartían un poco todos.
2.3 Pedro tuvo aquí pensamientos "como los hombres." Es propio del ser humano huir del dolor y sin embargo buscar la salvación. Por ello necesitábamos un Redentor que entendiera que necesitamos la salvación aunque somos cobardes ante el sufrimiento. Y este es Jesucristo, hombre como nosotros, pero con el pensamiento de Dios.
2.4 Aunque es posible que lo que más les hubiera fastidiado no hubiera sido lo del dolor sino lo del rechazo. Es condición del Mesías ser rechazado, y esto implica la amargura de quedarse sin ese sustento que todos buscamos en la propia familia, los amigos o los paisanos. Es como si Jesús hubiera enseñado: "el Mesías no tendrá apoyo de nadie," y esto, si bien lo pensamos, es razonable: el salvador de los hombres no podía esperar de los mismos hombres su amparo. El Mesías debía tener como solo apoyo a Dios.