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Fue una bendición que San Cirilo, hombre de apacible y conciliadora disposición-, haya vivido en el tiempo de una encarnizada controversia religiosa.
De padres cristianos, recibió una excelente educación, sobre todo referente a las Sagradas Escrituras. Fue ordenado sacerdote por el Obispo de Jerusalén, San Máximo. Él apreciaba tanto sus dotes, que le confió la difícil tarea de instruir a los catecúmenos.
San Cirilo fue consagrado legalmente Obispo por los Obispos de su provincia. Y si Arrio Acacio, que era uno de ellos, esperaba poderlo manejar fácilmente, se equivocó por completo. Porque, surgieron varias disputas, principalmente sobre la procedencia y jurisdicción de sus respectivas sedes y asuntos de fe. Y Acacio, para ese entonces, estaba imbuido en la herejía arriana.
Por confabulación de Acacio y sus partidarios, el Santo fue desterrado tres veces a través de fraudulentos concilios que Acacio convocaba con ayuda de algunos monjes e incluso con el apoyo del emperador.
En el año 381, Cirilo y San Gregorio estuvieron presentes en el gran Concilio de Constantinopla, Segundo Concilio Ecuménico. De acuerdo a algunos historiadores, San Cirilo fue fiel defensor de la verdad ortodoxa contra los arrianos en este Concilio, en el cual se llegó a promulgar el Símbolo de Nicea.
Se cree que el Santo falleció a la edad de 70 años en el 386, habiendo sido Obispo durante 35 años.
Mar del Plata, Argentina (1962) - Bendicela Señor, acompañala, protegela entre tus Santas Llagas, cubrela con tu preciosima Sangre, envia a tus legiones de ángeles para que la acompañen en el camino, amén.
Miami, Estados Unidos (1978) - Padre amado del cielo, te doy gracias por mi esposo Johnnie y te lo entrego en tus benditas manos para que lo sanes, restaures y traigas de regreso a ti y a nosotros su esposa, hijos y nietas donde llenos de amor lo esperamos para hacerlo verdaderamente feliz! Amén.
Así dice el Señor Dios: "Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá.
Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá."
¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva? (Ezequiel 18,21-28)
Salmo
Desde lo hondo a ti grito, Señor; / Señor, escucha mi voz; / estén tus oídos atentos / a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti procede el perdón, / y así infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Señor, / espera en su palabra; / mi alma aguarda al Señor, / más que el centinela la aurora. / Aguarde Israel al Señor, / como el centinela la aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia, / la redención copiosa; / y él redimirá a Israel / de todos sus delitos. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? (Salmo 129)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
La cuaresma es tiempo de reconciliación, con Dios y con los hermanos. La reconciliación con Dios implica conversión, esto es: recapacitar y emprender el camino de regreso a casa del Padre Dios. 4 min. 54 seg.
Lo que Cristo pide de nosotros, en cuanto a la reconciliación con los hermanos, es nuestro empeño sincero, no necesariamente lo que logremos conseguir. 4 min. 6 seg.
Oremos con esperanza y esperamos en el Señor, porque Él es capaz de hacer que todo aquel que se encuentra en pecado y está en contra de la Iglesia, se convierta y viva. 6 min. 41 seg.
Jesús nos invita a la perfección que radica en la renovación del corazón y a evitar las divisiones y discusiones, aunque no lo logremos siempre. 6 min. 9 seg.
No te quedes en tus privilegios creando odio y división en los demás. Hay que tener una actitud de conversión, preguntándote ¿Cómo mejora mi vida mejorando la vida de otros? 6 min. 34 seg.
La reconciliación también es una ofrenda, dar pasos para acercarse al hermano es un sacrificio que agrada de forma extraordinaria a Dios. 5 min. 16 seg.
La justicia divina trae verdadera paz, está unida a la conversión, a que descubramos que el enemigo no es el opresor sino la opresión, no es cruel sino la crueldad, no es el pecador sino el pecado. 5 min. 1 seg.
Cristo nos muestra que si en nosotros hay odio o desprecio no podemos estar en comunión con Dios porque esa persona a la que odias o desprecias será hasta el final de sus días amado de Dios. 7 min. 22 seg.
La reconciliación es parte del mandato del amor al prójimo e implica que no es simple diplomacia, debe suceder en la verdad y la justicia y debe empezar por el reconocimiento de las propias faltas. 7 min. 2 seg.
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1.1 Dios abre su corazón: no quiere la muerte. Él es el Dios vivo, el Dios que da la vida, el Dios que vence a la muerte. Dios no quiere la muerte, sino que la increpa con dura voz: "Oh muerte, ¡yo seré tu muerte!" (Os 13,14). Dios no quiere la muerte; ¿podría decirlo de modo más claro que aquello que leemos en el Deuteronomio? Allí encontramos: "Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y allegándote a El; porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob" (Dt 30,19-20).
1.2 La condición para que el pecador viva es simplemente que se aparte de aquello que le mata, es decir, del pecado. Así entendemos que arrepentirse es un acto de supervivencia y un modo sencillo y directo de amarse rectamente a sí mismo. Cosa que es bueno saber en todo tiempo pero que resulta tanto más saludable en el tiempo de cuaresma, tiempo por excelencia para arrepentirnos de nuestras culpas.
1.3 Toda la conversión es la historia de un hombre que deja lo que le mata y se vuelve hacia quien es su Vida. Y así como el que se vuelve al sol necesariamente es iluminado, así también quien vuelve a mirar a Dios es vivificado.
2. Una justicia mejor
2.1 Los fariseos presumían de ser justos. Practicaban o aparentaban practicar escrupulosísimamente los detalles ínfimos de la Ley para darse la certeza interior y proyectar la imagen exterior de ser justos, muy justos, perfectamente justos. Con un toque de ironía Jesucristo habla de una justicia "más perfecta". ¿En qué consistirá? ¿Se trata de ser todavía más rigurosos en los detalles de la legislación y las venerables tradiciones de los mayores? No. La propuesta de Jesús es de otro orden.
2.2 En realidad Jesús hace dos cosas con la Ley: por una parte, la lleva al interior del hombre. No es ya una ley de lo observable, y por tanto de las apariencias, sino de la sinceridad, de la intención, de la verdad del corazón. Por otro lado, Jesús une indisolublemente la Ley que nos une a Dios con la Ley que nos une a los hermanos. No caben ya, entonces, esos modelos de supuesta "santidad" que creen que van a sobresalir más cuanto más abajen al resto del universo.
2.3 La religión de la sinceridad y del corazón es también la religión de la comprensión y de la reconciliación. O dicho de otro modo: la religión de la VERDAD es también la religión de la MISERICORDIA. ¡Eso es fantástico! Y por eso es más perfecto este nuevo esquema, esta nueva "justicia". En el esquema farisaico ser "de verdad" justo implicaba endurecerse contra el que no lo era; y ser "compasivo" quedaba relegado para lo que no eran "verdaderos" fieles.
2.4 Ahora con Jesús se han hermanado la verdad y la misericordia; ahora es posible encontrar al Señor allí donde están los rostros de todos esos pobres y pequeños que son como yo: se llaman mis hermanos.