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Su padre era rey de Hungría y fue hermano de Santa Eduvigis. Nacida en 1207, vivió en la tierra solamente 24 años, siendo canonizada apenas cuatro años después de su muerte.
La Iglesia Católica ha visto en ella un modelo admirable de donación completa de sus bienes y de la vida entera a favor de los pobres y de los enfermos.
Cuando sólo tenía veinte años y su hijo menor estaba recién nacido, el esposo murió luchando en las Cruzadas. La Santa estuvo a punto de sucumbir a la desesperanza, pero luego aceptó la voluntad de Dios.
Renunció a propuestas que le hacían para nuevos matrimonios y decidió que el resto de su existencia sería para vivirla totalmente pobre. Dedicándose a los más necesitados, daba de comer diariamente a 900 de ellos en el castillo.
Una tarde , después de las ceremonias, cuando ya habían quitado los manteles a los altares, la Santa se arrodilló y delante de varios religiosos, hizo voto de renunciar a todos sus bienes.
Quería vivir totalmente pobre como San Francisco de Asís hasta el final de sus días, ocupándose por completo en ayudar a los más desvalidos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana.
Cuando apenas iba a cumplir 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad.
Los milagros que sucedieron en su sepulcro, movieron al Sumo Pontífice a declararla Santa cuando solamente habían pasado cuatro años de su muerte.
Además, Santa Isabel de Hungría fue declarada Patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.
Guadalajara, México (1997) - Este grupo nació por impulso del Espíritu Santo que desea cumplir su anhelo, que todos los hombres se salven, por el conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo, para incrementar nuestra fe, para que a su vez, con esperanza cierta, practiquemos las obras de misericordia. http://mx.groups.yahoo.com/group/La_Biblia/
La Ultreya es un encuentro de grupos de cursillistas y el lema es:
"Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús."
La realizaremos como nuestro acto central del año Paulino, y teniendo
en cuenta que San Pablo es nuestro gran patrono . Lugar: La Unión,
Antioquia, Colombia, organizado por el Secretariado Diocesano de
Cursillos de Cristiandad y el Comité Parroquial. Pedimos mucha oración por el éxito de la Ultreya.
Señora elegida: Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta.
Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo. Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.
Quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo (2 Juan 4-9)
Salmo
Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor. R.
Dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.
Te busco de todo corazón, / no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.
En mi corazón escondo tus consignas, / así no pecaré contra ti. R.
Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras. R.
Ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor (Salmo 118)
Evangelio
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán, estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" El contestó: "Donde está el cadáver se reunirán los buitres".
Vivamos la vida cristiana de forma humilde y recta de modo que esperemos el retorno de Cristo velando en oración y cantando su alabanza. 5 min. 30 seg.
En la vida cristiana, el amor y la obediencia avanzan en mutua relación; así como en cuanto a la vida cristiana, el proceso de crecimiento (divinización) está ligado a la acogida en la fe del misterio del abajamiento del Señor (encarnación). Esta clase de equilibrio o armonía interna de la fe hay que cuidarlo y evitar enfatizar un extremo disminuyendo otro. 14 min. 31 seg.
Cuida tu relación con Dios evitando unirte a la masa de gente distraída, reconoce los signos de los tiempos, toma decisiones drásticas, no te fíes de una idea falsa de misericordia. 5 min. 35 seg.
Lo esencial del amor está en la obediencia a los mandamientos de Dios y lo esencial de la fe está en la Encarnación porque sin ella no sería posible la cruz, de ella depende nuestra redención. 5 min. 30 seg.
Embriagado de conocimiento, el hombre moderno cree que puede controlarlo todo. La Escritura nos enseña el valor de una dosis de sabia ignorancia que nos recuerda nuestra condición de creaturas y nos invita a confiar. 21 min. 2 seg.
Cristo nos dice que no podemos seguir indefinidamente como si nada sucediera en el mundo; debemos recibir su paz y despertar la fe y el compromiso cristiano descubriendo qué podemos y debemos hacer. 6 min. 21 seg.
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1.1 Hoy san Juan nos ofrece una definición de amor: "El amor consiste en comportarse según sus mandamientos" (2 Jn 7). Literalmente: que caminemos según sus mandamientos. Amar no es lo que yo piense que es amor, ni lo que yo sienta o diga sobre el amor. El amor está ligado a la obediencia, como ya habíamos escuchado en el Evangelio: " Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14,15).
1.2 ¿Por qué este lenguaje suena tan extraño en nuestros oídos? ¿Por qué nuestro tiempo mira al amor como una experiencia de "libertad" y a la obediencia como una experiencia de "privación de amor"? ¿Por qué pensamos a menudo que cuando amamos no obedecemos y cuando obedecemos no amamos? Tal vez por un terrible malentendido en torno a la voluntad. Nuestro tiempo mira la voluntad como un absoluto que puede ser doblegado desde fuera, cosa que sucede en la "obediencia" pero que sólo tiene sentido cuando se goza en lograr su meta.
1.3 Según este modo de pensar, obediencia significa sometimiento y capitulación, renuncia a la propia meta, traición a la propia ruta. Amor, en cambio, quiere decir satisfacción del deseo, logro del propio objetivo. Es evidentre que, así entendidos, no caben juntos el amar y el obedecer.
2. Las obediencias que sí aceptamos
2.1 Sin embargo, hay obediencias que sí aceptamos. Obedecemos las leyes de tránsito, las prescripciones médicas, las indicaciones de un instructor en el gimnasio. No nos sentimos violentados cuando hacemos algo que el doctor nos ha mandado, ni cuando un agente de policía nos orienta en una ciudad extraña. Y estas son obediencias.
2.2 Podemos decir que obedecemos gustosos cuando sabemos que la obediencia nos hará bien, o dicho de manera más breve: obedecemos cuando nos sentimos amados. Lo duro de obedecer no es obedecer sino obedecer cuando no se siente amor.
2.3 Mas "él nos amó primero" (1 Jn 4,19). Antes de pedir nuestra obediencia nos pidió recibir su amor. Y quien ha conocido la verdad y dulzura de ese amor siente que de esa fuente sólo viene el bien. Es entonces cuando amor y obediencia se abrazan felizmente y cuando también descubrimos que no podemos decir que amamos si no es en el ámbito del amor genuino, el amor verdadero que él nos ha dado. De modo que obedecer no es otra cosa sino permanecer en su amor (cf. Jn 15,9). Por fuera de ese amor el amor no es amor. Obedecer es ser fiel a la lógica y al estilo del amor que merece su nombre, el que Cristo nos dio en la Cruz y nos renueva en el altar eucarístico.