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San Ignacio trabajó como Obispo de Antioquía, la primera ciudad en la que los seguidores de Cristo empezaron a llamarse "cristianos".
La tradición señala, que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como Obispo ejemplar de Antioquía, que después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos porque tenía el mayor número de creyentes.
El emperador Trajano mandó encarcelar a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como San Ignacio se negó a rendirse ante esos ídolos, lo apresaron. El emperador ordenó que Ignacio fuera enviado a Roma y echado a las fieras para diversión del pueblo.
Encadenado lo llevaron preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el Santo escribió siete cartas que se han hecho famosas, las cuales iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En una de esas cartas, el Santo señaló que los soldados designados a llevarlo, eran feroces como leopardos, lo trataban como fieras salvajes y cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.
El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el Obispo y todos los cristianos a saludar al santo Mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían su bendición, y varios se adelantaron hasta Roma para acompañarlo en su glorioso martirio.
Al arribar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Algunos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran, se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo.
Como el día siguiente era el último, el más concurrido de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados, especialmente personajes importantes, lo ingresaron sin más en el circo, para echarlo a las fieras.
Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida soltaron dos leones hambrientos, feroces, que lo destrozaron y devoraron entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel.
Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.
xalapa.ver, Mexico - Felicidades pequeño!! Dios te siga bendiciendo e instruyendo a través de mamita María y de su Santo Espíritu. Bendito regalo que nos da Dios en ti .
Guateque, Colombia (1956) - Mamita te recordamos mucho y sabemos que desde el cielo nos estas bendiciendo, gracias a Dios por toda tu vida y por todos los ejemplos que nos dejaste. mis oraciones.
Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de si. Contra esto no va la ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con sus pasiones (Gálatas 5, 18-25)
Salmo
Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida. (Salmo 1)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!
Esto habría que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo! »
Un maestro de la Ley intervino y le dijo:
-«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó:
-«¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo! »
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros, juristas! (Lucas 11, 42-46)
La "carnalidad" de los gálatas consiste en querer formar una élite de cumplidores de la Ley que se sienten seguros desde sí mismos y no desde el don de Dios. 4 min. 55 seg.
El amor que recibo de la cruz es libertad que me da Dios para no ser esclavo de la ley y al mismo tiempo es fruto del amor que doy para que mi vida sea expresión de la gloria divina. 6 min. 22 seg.
Los llamados a la santidad, a la obediencia y a la fidelidad son más importantes que las relaciones humanas que mal llevadas hacen que llegues a reducir el Evangelio. 3 min. 59 seg.
No desfiguremos la misericordia de Dios y seamos conscientes que lo que somos al final se nota, termina apareciendo en los frutos del Espíritu o en los de la carne. 5 min. 36 seg.
¿Por qué quieren que todos nos sintamos ofendidos por todo? Que todo el mundo viva ofendido por todo es una estrategia deshonesta pero útil para crear presión pública y lograr el poder. 19 min. 9 seg.
La mentalidad carnal es aprovecharse de la sensibilidad, de la capacidad del placer y de la fragilidad que son típicas de nuestro cuerpo para ponerlas al servicio del pecado volviéndose egoísmo y sordera a la voz de Dios. 7 min. 27 seg.
Pidamos a Dios que pongamos nuestras prioridades en orden, que esté primero lo que para Él es primero, para no olvidarnos de la justicia y la misericordia. 8 min. 46 seg.
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1.1 Para que a nadie quede duda de cuál es el género de libertad de la que habla Pablo en su Carta a los Gálatas, la cual hemos venido escuchando en la primera lectura de estos días, hoy aparece la palabra clave: crucificar. El cristiano es libre, y su manera de ser libre es ser imagen del que es libre por excelencia: Cristo Crucificado. Quien no ve en Cristo Crucificado el modelo mismo de la libertad seguramente no ha entendido nada de la libertad cristiana.
1.2 Ahora bien, reconozcamos que no es fácil reconocer en Cristo a un hombre libre. No se predica casi de eso, si vamos a ser sinceros. Muchos cristianos incluso pueden sentir que en la vida de Cristo hay o había como una especie de "guión" que él debía cumplir, como en el teatro o como en los dramas griegos, en los que el protagonista está sujeto a voluntades que le trascienden. ¿Cómo ver a un hombre libre ahí?
1.3 Ahí no es posible verlo, tal vez, pero en el testimonio de los evangelios, sí. Cristo aparece como quien obra más allá de las presiones, las expectativas, los condicionamientos, las amenazas, y en fin, todo aquello con que el mundo pretende atarnos y manipularnos. Cristo es libre y su grito de libertad es su mismo grito de amor en la Cruz, en la que toda estrategia de tinieblas fracasa y sólo el amor extremo vence.
2. Cristo Indignado
2.1 Los versículos que hoy hemos encontrado en el evangelio tienen una impresionante carga de indignación y de reprensión. En pocos lugares del Nuevo Testamento encontramos a Cristo tan indignado y tan acerado en sus palabras como en sus invectivas contra los fariseos.
2.2 Hay razón, desde luego, para ese enojo, y, puesto que toda palabra de Cristo es enseñanza sus discípulos, aprendamos, hermanos, de este enojo del Señor, así como en otras ocasiones hemos querido aprender de su sonrisa, su abrazo o su ternura.
2.3 La razón fundamental de tanto castigo es la hipocresía. Y la razón para castigar la hipocresía es que nos hace inhábiles para la conversión. Además, la mentira que nos ciega a nuestros males igualmente nos ciega a los bienes ajenos. El resultado es que quien no reconoce su daño se afianza en él y daña a los demás.
2.4 Entendemos así que Jesucristo quiere erradicar del mundo la hipocresía por amor a quienes la practican y por compasión con quienes la padecen.