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Debido a la violencia de la persecución de Decio, la Sede Pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses después del martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa.
Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución.
La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Sumo Pontífice, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe.
El Santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro, para luego ser decapitado. La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano. La estrecha asociación entre ambos se ha reconocido desde entonces como muy valiosa.
San Cipriano, por su parte, desempeñó un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África. Convertido al cristianismo en edad adulta, el Santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretada la violenta persecución en aquella ciudad.
Fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso para comparecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme, por lo que fue decapitado.
Querido hermano: Está muy bien dicho que quien aspira a ser obispo no es poco lo que desea, porque el obispo tiene que ser irreprochable, fiel a su mujer, sensato, equilibrado, bien educado, hospitalario, hábil para enseñar, no dado al vino ni amigo de reyertas, comprensivo, no agresivo ni interesado. Tiene que gobernar bien su propia casa y hacerse obedecer de sus hijos con dignidad. Uno que no sabe gobernar su casa, ¿cómo va a cuidar de una Iglesia de Dios? Que no sea recién convertido, por si se le sube a la cabeza y lo condenan como al diablo. Se requiere, además, que tenga buena fama entre los de fuera, para evitar el descrédito y que lo atrape el diablo.
También los diáconos tienen que ser responsables, hombres de palabra, no aficionados a beber mucho ni a sacar dinero, conservando la fe revelada con una conciencia limpia. También éstos tienen que ser probados primero, y, cuando se vea que son irreprensibles, que empiecen su servicio. Las mujeres, lo mismo, sean respetables, no chismosas, sensatas y de fiar en todo. Los diáconos sean fieles a su mujer y gobiernen bien sus casas y sus hijos, porque los que se hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán libertad para exponer la fe en Cristo Jesús.
El obispo tiene que ser irreprochable; también los diáconos han de conservar la fe revelada con una conducta limpia (1 Timoteo 3,1-13)
Salmo
Voy a cantar la bondad y la justicia, / para ti es mi música, Señor; / voy a explicar el camino perfecto: / ¿cuándo vendrás a mí? R.
Andaré con rectitud de corazón / dentro de mi casa; / no pondré mis ojos / en intenciones viles. / Aborrezco al que obra mal. R.
Al que en secreto difama a su prójimo / lo haré callar; / ojos engreídos, corazones arrogantes, / no los soportaré. R.
Pongo mis ojos en los que son leales, / ellos vivirán conmigo; / el que sigue un camino perfecto, / ése me servirá. R.
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores." Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo." La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
"Lucharon vida y muerte, en singular batalla," dice la secuencia del día de Pascua; y así se cumple cuando Cristo, que es la Vida, vence a la caravana de la muerte. 4 min. 46 seg.
Un obispo debe tener las la capacidad de dominio propio, ser equilibrado y prudente, profundo conocimiento de la verdad y capacidad para comunicarla. 6 min. 57 seg.
Tengamos cariño y oración por nuestros líderes en la Iglesia, reconociendo en cada uno de ellos el llamado de Jesús y su participación singular de la cruz de Nuestro Señor. 5 min. 53 seg.
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1.1 Pablo, llegado al final de su vida, sabe que mientras él va declinando hacia su propio ocaso, la obra de la evangelización apenas amanece en el mundo. Y por eso, porque le ha entregado la vida al Evangelio, ahora se ocupa en estas cartas de consolidar en sus discípulos más cercanos aquellos principios que de hecho han regido su propia vida. Es decir: al darnos el retrato de un pastor hasta cierto punto nos da el perfil de su propia alma y de su modo de entrega.
1.2 Brillan ante todo las virtudes de la prudencia, el dominio de sí y de lo propio, la capacidad de manejar diferentes situaciones con "los de fuera", y el mantenerse en humildad ante Dios y ante los demás.
1.3 Sin embargo, la primera condición es muy alta: que sea "anepílemptos", es decir: "irreprochable"; que no se pueda hablar mal de él, que ningún mal se le conozca. En este pasaje lo pide Pablo para todo pastor; un poco más adelante, expresamente a Timoteo (1 Tim 6,4). Una medida que puede parecer imposible, pero que de hecho es la que la gente va a esperar del predicador, el misionero y el pastor de almas.
1.4 Sobre este punto escribe con grave acento el Concilio Vaticano II en Presbyterorum Ordinis, n. 12. Y aunque lo dice de los presbíteros, bien podemos referirlo por extensión a quienes han recibido un ministerio ordenado en la Iglesia: "Por el sacramento del Orden se configuran los presbíteros con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza, para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la Iglesia... Cierto que ya en la consagración del bautismo -al igual que todos los fieles de Cristo- recibieron el signo y don de tan gran vocación y gracia, a fin de que, aun con la flaqueza humana, puedan y deban aspirar a la perfección, según la palabra del Señor: Vosotros, pues, sed perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial (Mt. 5, 48). Ahora bien, los sacerdotes están obligados de manera especial a alcanzar esa perfección, ya que, consagrados de manera nueva a Dios por la recepción del Orden, se convierten en instrumentos vivos de Cristo, Sacerdote eterno, para proseguir en el tiempo la obra admirable del que, con celeste eficacia, reintegró a todo el género humano.
1.5 "Por tanto, puesto que todo sacerdote personifica de modo específico al mismo Cristo, es también enriquecido de gracia particular para que pueda alcanzar mejor, por el servicio de los fieles que se les han confiado y de todo el Pueblo de Dios, la perfección de Aquel a quien representa, y cure la flaqueza humana de la carne la santidad de Aquel que fue hecho para nosotros pontífice santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores (cf. Heb. 7, 26)".
2. La Vida vs. la Muerte
2.1 Dos grupos se encuentran hoy frente a frente en el Evangelio. De Naín sale la caravana de la desolación, y delante de ella va un muchacho, cuya vida fue tronchada con alevosía por la muerte misma. A Naín, sin embargo, llega ahora la consolación, y delante de ella otro joven, Jesucristo, adalid y príncipe de la vida.
2.2 Una muchedumbre acompaña a la pobre madre de aquel muchacho, no para sanar sino para paliar su dolor. Bien acompañada está la muerte, y buen número de testigos de su poder. Otra muchedumbre acompaña a Jesús. Van con él porque han sido sanados por él, porque han sido instruidos y perdonados por la fuerza que en él reside, porque, en síntesis, están recibiendo vida de él.
2.3 Y hay una palabra clave, que refleja la confrontación de estos dos grupos: "se compadeció". El Señor de la Vida se enfrenta a la caravana de la muerte armado de compasión, revestido de misericordia, transido de piedad. Y detiene a la Muerte y extiende el reino de la vida. Un gran profeta está entre nosotros. ¡Aleluya!