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Ya en su tiempo la gente lo consideraba "El Magno", el grande, por la sabiduría admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor Universal", porque sabía de todo, de ciencias religiosas, ciencias naturales, filosofía, etc.
Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. Las personas comentaban que el Santo "sabe todo lo que se puede saber" y le otorgaban además el título de "milagro de la época", "maravilla de conocimientos" y otros más.
San Alberto fue el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino. Él descubrió la genialidad del joven Tomás.
Nació en Alemania en 1206. De familia rica, importante en el gobierno y en la alta sociedad, ingresó de religioso con los Padres Dominicos.
En Colonia, París y en varias otras universidades, fue un profesor brillantísimo. De muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases.
Tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, de rescatar y reconciliar las ideas del filósofo con las cristianas. Esto lo perfeccionaría luego su discípulo Santo Tomás.
Escribió 38 volúmenes sobre todos los temas. Fue llamado a ser Superior Provincial de su Comunidad de Dominicos. El Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, cargo al que renunció a los dos años, para dedicarse a su misión intelectual.
Murió el 15 de noviembre de 1280, a la edad de 74 años.
Ordenación Sacerdotal. Puerto Berrio, Colombia (2008) - En esta fecha Dios regala la Ordenación Sacerdotal a su Diácono hijo predilecto de la Santísima Virgen María. La comunidad de Sabana de Torres está feliz por ello.
En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de laera seléucida. Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: "¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!" Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal.
El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos sus súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno: quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y los echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real.
Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.
Sentí indignación ante los malvados, / que abandonan tu voluntad. R.
Los lazos de los malvados me envuelven, / pero no olvido tu voluntad. R.
Líbrame de la opresión de los hombres, / y guardaré tus decretos. R.
Ya se acercan mis inicuos perseguidores, / están lejos de tu voluntad. R.
La justicia está lejos de los malvados, / que no buscan tus leyes. R.
Viendo a los renegados, sentía asco, / porque no guardan tus mandatos. R.
Dame vida, Señor, para que observe tus decretos. (Salmo 118)
Evangelio
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno." Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él dijo: "Señor, que vea otra vez." Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado." En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez (Lucas 18,35-43)
Los cristianos no tenemos espíritu de resignación ni derrotismo, somos en cambio pacientes, capaces de soportar la hora mala, luchando el combate espiritual, seguros de la victoria en Cristo. 5 min. 45 seg.
Al dejar de buscar y ver la luz de Dios voy a perder la luz de la fe, deteniendo mi camino de crecimiento con Cristo, empobreciéndome, teniendo que resignarme con limosnas. 4 min. 53 seg.
¿Cuánto quiere Cristo que yo levante mi clamor y deseo? Jesús quiere que levantemos el corazón y busquemos lo que es más bello, busquemos a Cristo mismo. 4 min. 42 seg.
En tiempos de los Macabeos hubo quienes apostataron de la fe por su deseo de "ser como los demás". La tentación está hoy tan viva como antes. 21 min. 33 seg.
¿Realmente debemos someternos a lo que todo el mundo nos imponga? Actualmente necesitamos nuevas generaciones que vayan en contra de imposiciones anticristianas. 5 min. 21 seg.
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1.1 La primera lectura de hoy nos invita a unir los tiempos decisivos del final con la opción decisiva por Dios. Vendrán cosas difíciles, y entre ellas es posible que muchos cristianos deban afrontar, una vez más, la posibilidad de entregar su vida por la fe.
1.2 Los mártires, hombres y mujeres, han dejado rubricadas con su sangre los caminos de la evangelización. Han mostrado con un valor que viene del Cielo a qué Cielo esperaban entrar con ansia enamorada.
1.3 Juan Pablo II ha predicado muchas veces sobre este don máximo que es el martirio. En un texto breve y elocuente, del 22 de julio de 1998, relaciona la vida "normal" con la vida "martirial", bajo el sello de la acción de un mismo Espíritu.
1.4 " La presencia del Espíritu Santo obra una transformación que influye verdadera e íntimamente en el hombre: es la gracia santificante o deificante, que eleva nuestro ser y nuestro obrar, capacitándonos para vivir en relación con la santísima Trinidad. Esto sucede a través de las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1.812).
1.5 "Así, con la fe, el creyente considera a Dios, a sus hermanos y la historia no simplemente según la perspectiva de la razón, sino desde el punto de vista de la revelación divina. Con la esperanza, el hombre contempla el futuro con certeza confiada y activa, esperando contra toda esperanza (cf. Rm 4, 18), con la mirada fija en la meta de la bienaventuranza eterna y de la realización plena del reino de Dios. Con la caridad, el discípulo se esfuerza por amar a Dios con todo su corazón y a los demás como el Señor Jesús nos amó, es decir, hasta la entrega total de sí."
2. "Sé que voy a Morir"
2.1 Un pastor protestante, Fernando Jiménez, predicó una vez sobre el sentido de dar la vida, que es en últimas el resumen del martirio cristiano. Lo que sigue es de él.
2.2 Hay preguntas que jamás tendrán respuesta. ¿Por qué no hice esto o aquello y perdí esa oportunidad?¿Por qué no dije no a tiempo y me evite tantos problemas?¿Por qué estudie esta carrera para darle gusto a mis padres y no la profesión que verdaderamente quería? Pero hay una pregunta mucho más importante, que quizá nunca podremos responder: ¿Por qué no ayudé a esa persona que me necesitaba cuando tuve la oportunidad de hacerlo?
2.3 Esa respuesta sí pudo ofrecerla el médico epidemiólogo, Mattew Lukwiya horas antes de morir, postrado en una fría cama del Hospital Santa María de Gulu, en el norte de Uganda, un domingo en la madrugada. "Se que voy a morir, y espero que sea el último..." fueron las últimas palabras que le escucharon las personas que estuvieron a su lado.
2.4 Mettew falleció víctima del ébola, la enfermedad que combatió por espacio de catorce meses. Lo contagió un paciente al que atendió días antes. El enfermo, en la fase terminal, desesperado y en un ataque de nervios le escupió la cara. Y en circunstancias así el contagio es inevitable. Lo condenó a morir.
2.5 Aunque creció en una aldea sumida en la miseria, se sobrepuso a la adversidad y con esfuerzo concreto el sueño de estudiar medicina. En opinión de los superiores, era un extraordinario profesional, y para sus amigos, un excelente compañero. Su familia le consideraba un padre, esposo y amigo excepcional. Pero murió. Y lo hizo sirviendo a los demás...
El que teme al Señor hará siempre el bien y quien es fiel a la ley obtendrá sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como una esposa recién casada. Lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber el agua de la prudencia. Si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella, no quedará defraudado.
La sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y le dará elocuencia en la asamblea. Lo llenará con un espíritu de inteligencia, lo revestirá con una túnica de gloria. Lo colmará de gozo y alegría y le dará en herencia un nombre perdurable.
El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, / Señor, que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, / la gloria y majestad de tu reinado. / Tu reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad en edad. R.
El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus acciones. / El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan. R.
El Señor es justo en todos sus caminos. (Salmo 144 )
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los cielos se parece a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?»
Ellos le contestaron:
«Sí».
Entonces él les dijo:
«Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas».
Pidamos a San Alberto que interceda por nosotros ahora en que se presenta el conocimiento científico como enemigo de la fe y no como medio para descubrir a Dios. 6 min. 35 seg.
MEMORIA DE SAN ALBERTO MAGNO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA - Ser doctor de la Iglesia es tener conocimiento abundante y profundo que se sabe transmitir, que nos lleva a una auténtica vida cristiana y que está refrendado por una vida santa, como lo vivió San Alberto Magno. 7 min. 5 seg.
Alberto fundamentó su vida en la humildad. Eso es sabio porque cuando una persona cree que se lo merece todo obra con arrogancia, está muy atento a sus derechos y descuida sus deberes. 3 min. 44 seg.
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1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por tantas razones ha sido llamado "el Grande" (Magno), nos presenta el tremendo reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un "hermano (fraile) predicador," y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán.
1.2 Es bueno recordar que el término "Ordo Praedicatorum," que santo Domingo quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto.
2. Científico y Filósofo
2.1 La predicación del Evangelio no parece inmediatamente relacionada con los conocimientos que hoy relacionamos más con la ciencia, sobre todo la ciencia natural. San Alberto, sin embargo, descolló en el conocimiento de especies animales y vegetales, y también en áreas profundas de lo que hoy es la química, y que en ese tiempo era más alquimia que otra cosa. Hay por eso incluso leyendas sobre el supuesto "esoterismo" de este hombre admirable que en su deseo de saber buscó los caminos de la sabiduría por todas partes. Tal mote, bien que resulte atractivo a las modas de Nueva Era actuales, poco tiene que ver con este fraile estudioso y crítico de sus fuentes, que no se contentaba con supersticiones.
2.2 El mundo natural atrae a Alberto como una expresión del poder, de la sabiduría y del amor de Dios. La variedad de las especies y los numerosos paralelos que pueden hacerse entre sus actividades y las de los humanos, son en el fondo aproximaciones al don primero, el don de la vida. Podemos decir que el santo y sabio fraile no da por descontada la vida sino que quiere leerla con avidez y con profundidad.
2.3 Por eso su búsqueda insaciable no se limita a lo puramente visible. Si hoy nos parece que ser científico y limitarse a lo sensible son cosas sinónimas, no era así en el siglo XIII y en todo caso, no era así para san Alberto. La misma mente que se abre a las manifestaciones del ser en los entes particulares en el fondo anhela puntos de vista más amplios, que son los que sólo puede ofrecer la filosofía. Lo mismo que alguien que recorre la orilla de un río y luego se extasía ante el panorama de todo el valle que el río atraviesa, así Alberto sabe descender a lo concreto con la ciencia y levantarse a lo universal con la filosofía.
3. Santo y Maestro de Santos
3.1 Por supuesto, la búsqueda no termina en el ámbito de las cosas creadas. Creyente hasta la entraña de su ser, Alberto contempla con amor agradecido la obra del Creador y no le faltan palabras para cantar también la obra de la redención. Su magna labor filosófica quedaría incompleta sin la luz brillantísima que sólo viene de la Palabra revelada. Sin arredrarse, incansable como siempre, Alberto deja por un momento los ensayos de los filósofos y se postra con gusto ante la gracia que se derrama con abundancia del Nuevo y del Antiguo Testamento. Si por algo es "Magno" este hombre notable es por esa capacidad de recorrer la creación con ojos admirados y sin embargo ansiosos de esa Verdad, la única eterna, la única que puede saciar del todo al alma racional.
3.2 Alberto, el teólogo, el escritor, el autor místico, es también el profesor y maestro de otros. De Alberto recibe un método el más grande de los teólogos católicos, santo Tomás de Aquino. De Alberto bebe con abundancia la mística que por un tiempo hizo famoso al río Rin, con nombres solemnes como el Maestro Ekhart, Juan Taulero y el Beato Enrique Seuze.
3.3 Sin duda cuesta trabajo admitir que toda esa obra intelectual y apostólica aconteció en el curso de una sola vida humana. Prodigio fue de la naturaleza, pero sobre todo obra del amor más grande y de la gracia que no ha de faltarnos.