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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Jueves, Noviembre 15 de 2001[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Para esta fecha hay 2 posibles celebraciones litúrgicas. Esquema No. 1 Tiempo Ordinario, Año Impar,
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1a. |
La sabiduría es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios (Sabiduría 7,22-8,1) |
Salmo |
Tu palabra, Señor, es eterna. (Salmo 118) |
Evangelio |
El reino de Dios está dentro de vosotros (Lucas 17,20-25) |
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1999/11/11 |
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2011/11/10 |
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2015/11/12 |
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Homilía para leer: |
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1. ¿Y qué es la Sabiduría?1.1 La primera lectura escoge entre lo más hermoso de nuestro lenguaje para cantar la belleza, el poder y la presencia indeclinable de la sabiduría. Damos la palabra a Santo Tomás de Aquino, que en su primera lección como profesor bíblico en París decía lo que sigue. 1.2 La Sagrada Escritura es elogiada por tres cosas: primero por la autoridad por la cual mueve, al decir: "Este es el libro de los mandatos de Dios"; segundo por razón de la verdad eterna por la cual instruye, al decir: "Y la Ley que existe para siempre"; tercero, por la utilidad por la que atrae, al decir: "Todos los que la guardan llegarán a la vida." (Cf. Bar 4,1). 1.3 La autoridad de esta Escritura se muestra eficaz por tres razones. Ante todo por su origen, ya que Dios es su origen. Por eso dice De los mandatos de Dios. Y también: El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo Jacob, y a Israel su amado (Bar 3,37); y asimismo: Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza que toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron, testificando también Dios con señales y prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad (Heb 2, 2-4). Y a este autor ha de creerse infaliblemente: tanto por la condición de su naturaleza, ya que es la verdad (como dice en Jn 14,4: Yo soy el camino, la verdad y la vida), cuanto por la plenitud de la ciencia (San Pablo dice: ¡Oh profundidad de las riquezas de sabiduría y ciencia de Dios!), cuanto, finalmente, por el poder de las palabras (leemos en Heb 4,12: Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos). 1.4 En segundo lugar, se muestra eficaz por razón de la necesidad que impone, como leemos en Mc 16,16: El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Por este motivo, la verdad de la Sagrada Escritura se propone por modo de precepto, y por ello se dice: De los mandatos de Dios. Estos mandatos dirigen a la inteligencia a través de la fe: Creéis en Dios: creed también en mí (Jn 14,1); informan al afecto por medio del amor: Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn 15,12); e inducen al acto y a la ejecución: Haz esto, y vivirás (Lc 10,28). 1.5 Y en tercer lugar, se muestra eficaz por la uniformidad de las sentencias, ya que todos los que transmitieron la sagrada doctrina enseñaron lo mismo, como recuerda el Apóstol: Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído (1 Cor 15,11). Esto es necesario porque todos tuvieron un único maestro, como se lee en Mt 23,8: Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Además, tuvieron un único Espíritu: ¿No hemos obrado según el mismo espíritu? (2 Cor 12,18). Y finalmente, ha sido uno el afecto: La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma (Hech 4,32). Por esto, como signo de esta uniformidad de doctrina se dice a propósito Este es el libro. 2. Verdad y Utilidad de la Sagrada Escritura2.1 La verdad de esta doctrina de la Escritura es inmutable y eterna. En Lc 21,33 leemos: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Este ley, por su parte, permanece para siempre por tres razones. Primero, por la potestad de su legislador, como se dice en Is 14,27: Si el Señor de los Ejércitos toma una decisión, ¿quién la frustrará? Si él extiende su mano, ¿quién se la hará retirar? En segundo lugar, por razón de su inmutabilidad, como se dice en Mal 3,6: Yo soy Dios y no cambio. Y también en Num 23,19: No es Dios un hombre, para mentir, ni hijo de hombre, para volverse atrás. ¿Es que él dice y no hace, habla y no lo mantiene? Finalmente, en tercer lugar, permanece por razón de la verdad de este misma ley: Todos tus mandatos son verdad (Sal 118 [119],86); también en Prov 12,19: Los labios sinceros permanecen por siempre, la lengua mentirosa dura un instante. [ ] 2.2 Por su parte, la utilidad de esta Escritura es máxima. Dice Is 48,17: Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde debes ir. Por eso sigue diciendo Todos los que la guardan llegarán a la vida, lo cual se entiende según una triple consideración. Primero, en relación a la vida de la gracia, a la cual la Sagrada Escritura dispone, como leemos en Jn 6,63: Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. De hecho, a través de esta vida el espíritu vive para Dios: no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20). En segundo lugar, en referencia a la vida que consiste en las obras de la justicia, a la cual vida la Escritura dirige. Se dice, en efecto, en Sal 118 [119], 93: Jamás olvidaré tus leyes, por ellas tú me das la vida. Y en tercer lugar, se dice esto en relación a la vida de la gloria, que la Sagrada Escritura promete y a la cual conduce: Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68). Igualmente, se nos dice en Jn 20,31: Estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. |
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1a. |
Lo llenará con un espíritu de inteligencia (Eclesiástico 15, 1-6) |
Salmo |
El Señor es justo en todos sus caminos. (Salmo 144 ) |
Evangelio |
Cosas nuevas y cosas antiguas (Mateo 13, 47-52) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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1996/11/15 |
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1997/11/15 |
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2024/11/15 |
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Homilía para leer: |
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1. Predicador y Obispo1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por tantas razones ha sido llamado "el Grande" (Magno), nos presenta el tremendo reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un "hermano (fraile) predicador," y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán. 1.2 Es bueno recordar que el término "Ordo Praedicatorum," que santo Domingo quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto. 2. Científico y Filósofo2.1 La predicación del Evangelio no parece inmediatamente relacionada con los conocimientos que hoy relacionamos más con la ciencia, sobre todo la ciencia natural. San Alberto, sin embargo, descolló en el conocimiento de especies animales y vegetales, y también en áreas profundas de lo que hoy es la química, y que en ese tiempo era más alquimia que otra cosa. Hay por eso incluso leyendas sobre el supuesto "esoterismo" de este hombre admirable que en su deseo de saber buscó los caminos de la sabiduría por todas partes. Tal mote, bien que resulte atractivo a las modas de Nueva Era actuales, poco tiene que ver con este fraile estudioso y crítico de sus fuentes, que no se contentaba con supersticiones. 2.2 El mundo natural atrae a Alberto como una expresión del poder, de la sabiduría y del amor de Dios. La variedad de las especies y los numerosos paralelos que pueden hacerse entre sus actividades y las de los humanos, son en el fondo aproximaciones al don primero, el don de la vida. Podemos decir que el santo y sabio fraile no da por descontada la vida sino que quiere leerla con avidez y con profundidad. 2.3 Por eso su búsqueda insaciable no se limita a lo puramente visible. Si hoy nos parece que ser científico y limitarse a lo sensible son cosas sinónimas, no era así en el siglo XIII y en todo caso, no era así para san Alberto. La misma mente que se abre a las manifestaciones del ser en los entes particulares en el fondo anhela puntos de vista más amplios, que son los que sólo puede ofrecer la filosofía. Lo mismo que alguien que recorre la orilla de un río y luego se extasía ante el panorama de todo el valle que el río atraviesa, así Alberto sabe descender a lo concreto con la ciencia y levantarse a lo universal con la filosofía. 3. Santo y Maestro de Santos3.1 Por supuesto, la búsqueda no termina en el ámbito de las cosas creadas. Creyente hasta la entraña de su ser, Alberto contempla con amor agradecido la obra del Creador y no le faltan palabras para cantar también la obra de la redención. Su magna labor filosófica quedaría incompleta sin la luz brillantísima que sólo viene de la Palabra revelada. Sin arredrarse, incansable como siempre, Alberto deja por un momento los ensayos de los filósofos y se postra con gusto ante la gracia que se derrama con abundancia del Nuevo y del Antiguo Testamento. Si por algo es "Magno" este hombre notable es por esa capacidad de recorrer la creación con ojos admirados y sin embargo ansiosos de esa Verdad, la única eterna, la única que puede saciar del todo al alma racional. 3.2 Alberto, el teólogo, el escritor, el autor místico, es también el profesor y maestro de otros. De Alberto recibe un método el más grande de los teólogos católicos, santo Tomás de Aquino. De Alberto bebe con abundancia la mística que por un tiempo hizo famoso al río Rin, con nombres solemnes como el Maestro Ekhart, Juan Taulero y el Beato Enrique Seuze. 3.3 Sin duda cuesta trabajo admitir que toda esa obra intelectual y apostólica aconteció en el curso de una sola vida humana. Prodigio fue de la naturaleza, pero sobre todo obra del amor más grande y de la gracia que no ha de faltarnos. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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