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Nació en Francia el 12 de agosto de 1591. Huérfana a los 14 años, sintió un fuerte deseo de convertirse en religiosa. Pero por su delicada salud y débil constitución, no fue admitida.
Se casó con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis, convirtiéndose en un modelo de esposa. Porque, con su bondad y amabilidad, logró transformar a Antonio, que era duro y violento. Incluso, consiguió que en su casa todos rezaran en común las oraciones de cada día.
Dios le regaló un hijo, a quien amó e inculcó sólida fe católica desde pequeño. A los 34 años falleció su esposo, y decidió entonces consagrar la vida al servicio de Dios.
A esta santa mujer se le concedió la dicha inmensa de poseer como directores espirituales a dos Santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl.
Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París hacia 1618, tres años antes de la muerte del Santo. Y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora.
San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones.
Pero, sucedía que cuando el Santo se alejaba, los grupos disminuían su fervor y entusiasmo, haciéndose necesaria la presencia de alguien que los coordinase y animase permanentemente.
Dicha persona providencial fue Santa Luisa de Marillac, quien personalmente se ofreció para dirigir a los grupos de caridad. La Santa recorrió el país visitando las asociaciones, llevándoles gran cantidad de ropas y medicinas con el fin de entregarlas a los más necesitados.
En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hicieron votos de pobreza, castidad y obediencia bajo la dirección de Santa Luisa, naciendo así la más grande Comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad.
Luisa escribió además muchos textos y libros, en los cuales recopiló las enseñanzas de San Vicente de Paúl y reflexiones personales, constituyendo una extraordinaria riqueza para la vida espiritual de sus religiosas y de todas las personas en general.
Falleció el 15 de marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y dejando fundada y muy extendida la Comunidad. Las 33000 religiosas vicentinas, o hijas de la Caridad, tienen cerca de 3300 Casas en el mundo.
En aquella, donde está sepultada su Fundadora en París, sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa, se dedican exclusivamente a obras de caridad.
El Papa Pío XI declaró Santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la proclamó Patrona de los Asistentes Sociales.
Managua, Nicaragua - Que el Señor Todopoderoso le haga llevar su camino para su servicio y el Espíritu Santo le conduzca para poder llenar esos corazones que buscan de su palabra de animo. felicidades en su cumpleaños
New iberia la, Estados unidos (1963) - Gracias Fray Nelson por todo lo que nos enseño en su visita a afayette. Aprovechando su espacio le mando un saludo a mi marido hoy en su cumpleaños. Dios lo bendiga!
Bogotá, Colombia (1974) - Para que el Señor nos siga regalando el amor y las bendiciones que nos ha dado durante todo este tiempo de matrimonio y darle gracias a nuestro Dios Padre por permitirnos estar durante estos años unidos en pareja, por su bendeción y por nuestros hijos. Que el Señor cada día nos siga fortaleciendo y nuestra Madre Santísima nos siga protegiendo en compañia de San José.
Ordenación Sacerdotal. Guadalajara-Jaliscom, México (1986) - Que el Señor bendiga su ministerio y bendiga a todos los sacerdotes. Para que su gloria crezca.
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
-"Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza."
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: "Moisés, Moisés."
Respondió él: "Aquí estoy."
Dijo Dios: "No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado."
Y añadió: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob."
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo: "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel."
Moisés replicó a Dios: "Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros."
Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?"
Dios dijo a Moisés: "Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: " Yo-soy me envía a vosotros"."
Dios añadió: "Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación"."
El Señor es compasivo y misericordioso. (Salmo 102)
2a.
No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos.
No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"."
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera (Lucas 13, 1-9)
Cristo nos invita a quitarnos la idea de que las tragedias son el pago por las malas obras pasadas; y a aprovechar la infinita ternura, paciencia y misericordia de Papá Dios. 5 min. 51 seg.
Escuchemos la llamada a la conversión del Señor sin angustia sino con gratitud y esperanza, avanzando en la Cuaresma para que el amor de Dios de su fruto en nosotros. 3 min. 55 seg.
Todos vamos a morir en algún momento y por consiguiente lo verdaderamente grave es no estar preparados para ello, para presentarnos ante el Rey Eterno. 5 min. 27 seg.
No hay relación causal entre las tragedias y la responsabilidad moral. Jesús nos pide trabajar en nuestra conversión para evitar la muerte eterna, la que nos destruye, la que acaba con todo lo que somos. 5 min. 13 seg.
1.1 El tiempo de cuaresma es como una peregrinación hacia la gran luz de la Pascua. Durante este tiempo nos reunimos como pueblo de Dios y avanzamos tras las señales de esperanza y las voces de conversión y compasión que la Iglesia nos regala.
1.2 De hecho, hoy escuchamos una gran voz en la primera lectura: "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios. Lo sacaré de este país y lo llevaré a una tierra nueva y espaciosa." Dirijamos nuestra atención a este pasaje, y en especial a los verbos que contiene.
1.3 El Señor está presente, aunque hubiera parecido escondido o lejano. Él ha visto; ha oído; él conoce. Cada vez que sentimos que resbalamos hacia la depresión o la angustia tenemos el derecho de creer y de afirmar: "Él lo ha visto todo; Él todo lo ha escuchado; Él ya lo sabe."
1.4 Un paso más. Dios dice: "Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios." Usando el lenguaje de la Biblia, diremos que Dios "baja" porque desde la altura ha visto y ha oído. Ese esquema visual "arriba - abajo" es un modo de traducir a lo gráfico la potestad divina, que no está bajo ninguna otra autoridad o poder. Su "descenso" entonces no es un modo de comprobar los hechos sino más bien una manera de describir su acción imparable, fruto y consecuencia de su absoluta majestad.
1.5 Y un paso más. Dios dice: "Lo sacaré de este país y lo llevaré a una tierra nueva y espaciosa." El objetivo de la intervención divina es no es solamente arrancarnos del poder de los enemigos sino llevarnos a vivir bajo su poder. Con otras palabras: nuestra liberación no es para que hagamos lo que nos apetezca. Ello conduciría a una nueva esclavitud. El verdadero sentido de nuestra libertad es, según la Biblia, seguir las sendas que Dios nos muestra y vivir en amistad y gozo en su presencia. Alegría, libertad y obediencia no riñen en este mensaje sino que son en el fondo una y la misma cosa.
2. Llamado a la Conversión
2.1 El evangelio, por su parte, nos llama a conversión. Es propio de cuaresma y de toda la vida cristiana. Tomemos hoy algunas palabras del magisterio de Juan Pablo II, en su Exhortación Apostólica "Reconciliatio et Poenitentia," en el número 10. Nos habla el Papa.
2.2 Dios es fiel a su designio eterno incluso cuando el hombre, empujado por el Maligno y arrastrado por su orgullo, abusa de la libertad que le fue dada para amar y buscar el bien generosamente, negándose a obedecer a su Señor y Padre; continúa siéndolo incluso cuando el hombre, en lugar de responder con amor al amor de Dios, se le enfrenta como a un rival, haciéndose ilusiones y presumiendo de sus propias fuerzas, con la consiguiente ruptura de relaciones con Aquel que lo creó. A pesar de esta prevaricación del hombre, Dios permanece fiel al amor.
2.3 Ciertamente, la narración del paraíso del Edén nos hace meditar sobre las funestas consecuencias del rechazo del Padre, lo cual se traduce en un desorden en el interior del hombre y en la ruptura de la armonía entre hombre y mujer, entre hermano y hermano. También la parábola evangélica de los dos hijos -que de formas diversas se alejan del padre, abriendo un abismo entre ellos- es significativa. El rechazo del amor paterno de Dios y de sus dones de amor está siempre en la raíz de las divisiones de la humanidad.
2.4 Pero nosotros sabemos que Dios "rico en misericordia" a semejanza del padre de la parábola, no cierra el corazón a ninguno de sus hijos. El los espera, los busca, los encuentra donde el rechazo de la comunión los hace prisioneros del aislamiento y de la división, los llama a reunirse en torno a su mesa en la alegría de la fiesta del perdón y de la reconciliación. Esta iniciativa de Dios se concreta y manifiesta en el acto redentor de Cristo que se irradia en el mundo mediante el ministerio de la Iglesia.
2.5 En efecto, según nuestra fe, el Verbo de Dios se hizo hombre y ha venido a habitar la tierra de los hombres; ha entrado en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí. El nos ha revelado que Dios es amor y que nos ha dado el mandamiento nuevo del amor, comunicándonos al mismo tiempo la certeza de que la vía del amor se abre a todos los hombres, de tal manera que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es vano. Venciendo con la muerte en la cruz el mal y el poder del pecado con su total obediencia de amor, Él ha traído a todos la salvación y se ha hecho "reconciliación" para todos. En Él Dios ha reconciliado al hombre consigo mismo.