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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Domingo, Junio 14 de 2043[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
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Lectura: |
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1a. |
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás (2 Samuel 12, 7-10. 13) |
Salmo |
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. (Salmo 31) |
2a. |
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí (Gálatas 2, 16. 19-21) |
Evangelio |
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor (Lucas 7, 36-8, 3) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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2007/06/17 |
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2007/06/17 |
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3 |
2010/06/13 |
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4 |
2013/06/16 |
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5 |
2013/05/16 |
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6 |
2016/06/12 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. Sorprendidos por el perdón1.1 Así como el amor es siempre una sorpresa, porque hay algo en él que siempre será regalo, así el perdón tiene la capacidad de asombrarnos. Lo cual es una gran noticia porque a menudo damos nuestro asombro al mal y aunque fuera sólo por razón de justicia deberíamos admirar lo mismo y más al bien. 1.2 Tal vez lo que más impresiona en la primera lectura es la respuesta instantánea que Natán, o mejor dicho, Dios a través de Natan, le da a David. Apenas este manifiesta su arrepentimiento Natán le replica: "Ya Dios ha perdonado tu pecado." Lo que uno puede concluir es que el perdón de Dios no es un largo trámite burocrático. De algún modo el perdón "ya está" y es sólo que Dios está esperando a que estemos dispuestos a recibirlo. Tal disposición es la que manifestamos con nuestro arrepentimiento. 1.3 Es decir que el arrepentimiento nuestro no es para tratar de convencer a Dios de que nos perdone. La cosa es más bien al contrario: Él ya está convencido de que necesitamos su perdón y de que sin ese perdón no podemos sino hundirnos en la miseria de nuestras contradicciones y bajos apetitos. A quien hay que convencer es al hombre, no a Dios, y para mejor convencernos Dios envió a su Hijo. 2. El Drama del Pecador2.1 El pecado tiene algo de absurdo. Supone siempre una contradicción con algo que racionalmente parece lo mejor. Por dar un ejemplo: alguien puede darse cuenta de que no es sano para la sociedad que haya adulterios y sin embargo verse envuelto en una relación adulterina. Esa contradicción, ese absurdo del pecado, atrapa al pecador en una especie de nueva lógica. Puesto a sostener un absurdo, el pecador termina por darse cuenta que su vida es una traición pero como le seduce un determinado bien, por ejemplo el del placer, termina siendo espectador del derrumbarse de otros bienes que en el fondo serían más importantes para él, como en este ejemplo, su familia. 2.2 Santa Catalina de Siena es elocuente al expresar cuánto sufre el pecador para poder seguir pecando. Tiene que acallar su conciencia, amordazar su inteligencia, negar lo que es evidente, presenciar cómo caen en pedazos cosas que en el fondo ama, como la propia salud, los amigos e incluso al vida misma, que se va y no vuelve. Pecar no es fácil: requiere perseverancia, esfuerzo y aguantar muchos dolores. Pero el pecador sufre todo esto para obtener lo que le promete su ídolo, ya se trate de la fama, el placer, el poder o el dinero. 2.3 Es así como el pecado conduce a una sensación de pasividad desesperada, como lo que vive un condenado a muerte que ya no quiere apelar su sentencia y apenas de vez en cuando se refugia en el recuerdo de lo que pudo disfrutar. Una persona así no espera ser perdonada y no siente que pueda perdonarse a sí misma. 3. Cristo, o el Perdón de Dios hecho visible3.1 Lo que viene a hacer Cristo no es convencer a Dios de que nos perdone, pues ha sido Dios Padre mismo quien lo ha enviado. Lo que él viene a hacer es destruir esa cárcel de pasividad y de desesperación que el pecado habitual crea en nosotros. Su manera de amar, llena de libertad y preñada de alegría y esperanza, es causa de rabia y repudio entre los que creen entender que el Cielo es como las burocracias nuestras, al estilo del fariseo del evangelio de hoy. 3.2 Jesús obra y vive, irradia y predica una certeza de amor y de gracia que al mismo tiempo muestra el ideal y lo hace cercano. Nadie tan santo como Jesús; nadie tan próximo como Jesús. Su excelsa santidad no lo aleja; su cercanía no lo hace cómplice de nuestras bajezas. 3.3 Como la pecadora, hoy somos invitados a sellar con lágrimas de amor y arrepentimiento nuestro deseo de recibir el perdón que Dios nos da en su Hijo. Como ella, tenemos mucho que agradecer. No sabemos la medida exacta pero debe ser parecida al precio de la Sangre de Jesús. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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