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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Viernes, Febrero 14 de 2031[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Tiempo Ordinario, Año Impar,
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Lectura: |
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1a. |
Seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal (Génesis 3,1-8) |
Salmo |
Dichoso el que está absuelto de su culpa. (Salmo 31) |
Evangelio |
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (Marcos 7,31-37) |
Núm. |
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Más... |
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2003/02/14 |
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2011/02/11 |
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2015/02/13 |
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2017/02/10 |
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2017/02/10 |
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2019/02/15 |
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2021/02/12 |
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2023/02/10 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. Los motivos de Eva1.1 Dice el Génesis que, ante la insinuación de la serpiente, "entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno para comer, hermoso a la vista y deseable para adquirir sabiduría" (Gén 3,6). Lo que la serpiente dio a Eva fueron ojos. Le enseñó a mirar el árbol. Cambiándole los ojos, hizo que ella viera la obra de Dios y la prohibición de Dios de otra manera: de un modo serpentáceo. Nos interesa ver qué le pasó a los ojos de Eva. 1.2 "El árbol era bueno para comer". Dios había dicho: "no comáis"; ahora los ojos de Eva dicen: "el árbol es bueno para comer". El mensaje de la serpiente ha sido: "Dios no busca tu bien; si quieres lo bueno, búscalo desde tu apetito, desde tu criterio, desde tus ojos". 1.3 ¡Un momento! El árbol del conocimiento del bien y del mal era el árbol que representaba precisamente que nuestro bien de algún modo está siempre en poder del que nos ha Creado. El pecado de Eva, por consiguiente, no empezó en el primer mordisco sino en ese acto interior por el cual renunció a recibir el bien de Dios. Por decirlo de algún modo: ya había "comido" del árbol antes de morder el fruto, porque ya había decidido por sí misma el conocimiento del bien y del mal. 1.4 ¡Otro momento! ¿Decidió Eva "por sí misma"? No, decidió desde los ojos que la serpiente le había dado. Si hubiéramos entrevistado a Eva nos habría dicho algo como: "esta es mi decisión; yo he resuelto comer de ese árbol porque yo he visto y he resuelto que es bueno para mí...". Sin embargo, todo ese alegato en primera persona: "mi decisión... yo he visto... bueno para mí..." encubre, a los propios ojos de Eva, un hecho muy grave: su propio "yo" está obrando desde lo que ven unos ojos adiestrados por una serpiente. 1.5 ¡Dios! ¡Cuántas veces creemos que nuestro "yo" es lo más nuestro, y juzgamos como intromisión todo lo que interrumpa la corriente de "nuestras" decisiones! Y se nos olvida averiguar con qué ojos estamos viendo el mundo... Pocas veces averiguamos quién nos enseñó a ver las cosas como las vemos. 2. Un modo extraño de milagro2.1 En el pasaje del evangelio de hoy hay muchas cosas bellas que meditar: el poder de Cristo, su misericordia, la alabanza que despierta en la multitud, resumida en esa expresión elocuentísima: "¡Todo lo ha hecho bien!" (Mc 7,37). 2.2 Esta vez, sin embargo, queremos dirigir brevemente nuestra atención al modo del milagro. Repasemos el texto mismo: "Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que impusiera sobre él la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: ¡Effetá! (que significa: ábrete)" (Mc 7,32-34). 2.3 Los que traen al enfermo ya tienen una idea definida del milagro que quieren: "le suplicaban que impusiera sobre él la mano". Jesús ve o presiente algo distinto, pues "lo apartó de la gente". Es como si la sordera de ese pobre tuviera que ver con la sobrecarga de voces de la multitud. A veces oír a todos es oír a nadie. 2.4 Jesús no le impone la mano, un gesto usual en muchas sanaciones. Su acción es dramática: mete sus dedos en los oídos y toca la lengua del hombre con su propia saliva. Casi sentimos asco, pero no nos dejemos llevar por esa primera impresión. Jesús no es un actor: está utilizando no el lenguaje que los demás pueden entender sino el lenguaje que el sordomudo, que no sabe para qué lo llevan adonde lo llevan, puede entender. Con sus dedos y su saliva Jesús le está hablando a él; no lo trata como un "objeto" sobre el que otros disponen: "haz que oiga; haz que hable". Lo trata como un sujeto con el que establece una comunicación apropiada a las posibilidades del enfermo. ¿No es bello? |
-Fr. Nelson Medina, OP
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