Nació en España en el año 1400. Admitido como religioso franciscano y pese a haber hecho pocos estudios, era muy iluminado para dar respuestas en temas espirituales, sobre todo en los más difíciles.
Enviado a las Islas Canarias para ser misionero, logró la conversión de muchos paganos y no permitió que los colonos esclavizaran a los nativos.
Por tales labores apostólicas, lo nombraron Superior de la comunidad, siendo San Diego tan sólo un hermano lego que sin embargo desempeñó a cabalidad dicha función.
Durante los últimos años de su vida, pasaba días enteros dedicados a la oración. Al ver un crucifijo, quedaba en éxtasis.
Su amor por la Virgen Santísima era inmenso. Ungiendo a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de la Virgen, éstos se curaban.
Murió el 12 de noviembre del año 1463, y en su sepulcro se obraron muchos milagros. Fue canonizado en 1588.