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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Jueves, Julio 13 de 2000[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Tiempo Ordinario, Año Par,
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Lectura: |
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1a. |
Se me revuelve el corazón (Oseas 11, 1-4. 8c-9) |
Salmo |
Que brille tu rostro, Señor, y nos salve. (Salmo 79) |
Evangelio |
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis (Mateo 10, 7-15) |
Núm. |
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1996/07/11 |
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2010/07/08 |
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2012/07/12 |
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2014/07/10 |
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2014/07/10 |
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2016/07/07 |
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2018/07/12 |
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2022/07/07 |
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2024/07/11 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1. Declaración de Amor1.1 Algunas veces se oyen cosas como: "el Dios del Antiguo Testamento es un Dios vengativo y castigador; el Dios del Nuevo Testamento sí revela el rostro del amor." La primera lectura de hoy viene a sacarnos de ese modo simplista de ver las cosas. Todo ese texto, tomado del profeta Oseas, no es otra cosa sino una profunda declaración de amor. 1.2 Dios declara su amor y con ese amor, de algún modo, su dolor por el rechazo que ha sufrido tal amor: "no comprendían que yo cuidaba de ellos," dice el Señor. Es el drama de un pueblo que quiere disfrutar de los bienes del amor pero no se entera de quién es el autor de tales bienes. Queremos tanto lo que Dios da que nos olvidamos del Dios que lo da. 1.3 El amor de Dios, aun rechazado y burlado, resulta más fuerte que la ingratitud humana. El nombre de ese amor es misericordia, compasión. La misericordia parece debilidad, y así la vieron pensadores y escritores como Nietzsche. En realidad, la genuina misericordia es fuerza pura, porque supone la capacidad de no detener el amor cuando desfallece la gratitud. 2. El envío2.1 La lectura de san Mateo, por su parte, nos presenta hoy el envío: momento clave de los evangelios. Tiempo oportuno para recordar la enseñanza que nos dejó Pablo VI en los números 13 y 14 de su Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi", y que aquí transcribimos en parte, adaptando a nuestra numeración. 2.2 Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los Doce: "Id y proclamad la Buena Nueva", vale también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos. Por esto Pedro los define "pueblo adquirido para pregonar las excelencias del que os llamó de la tinieblas a su luz admirable" (1 Pe 2,9). Estas son las maravillas que cada uno ha podido escuchar en su propia lengua. Por lo demás, la Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que están reunidos en la comunidad de salvación, pueden y deben comunicarla y difundirla. 2.3 La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" (Lc 4,43), se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!" (1 Cor 9,16). Con gran gozo y consuelo hemos escuchado, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: "Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia"; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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