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Eulalia significa, "la que habla bien" ; Eu = bien, Lal = hablar.
Santa Eulalia es una de las Santas más famosas de España. Los datos acerca de su vida y de su muerte, los encontramos en un himno que en honor de ella, escribe el poeta Prudencio en el siglo cuarto. Allí se cuenta lo siguiente:
Cuando Eulalia cumplió los doce años, apareció el decreto del emperador Diocleciano, prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo y mandándoles que debían adorar a los falsos ídolos de los paganos.
La niña sintió un gran disgusto por estas leyes tan injustas, y se propuso protestar entre los delegados del gobierno.
Viendo la mamá que la jovencita podía correr algún peligro de muerte si se atrevía a protestar contra la persecución de los gobernantes, se la llevó a vivir al campo. Pero, ella salió de allá y llegó a la ciudad de Mérida.
Eulalia se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó valientemente, diciéndole que esas leyes que mandaban adorar ídolos y prohibían al verdadero Dios, eran totalmente injustas, no pudiendo ser obedecidas por los cristianos.
Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas a la niña, para que cambiara de opinión. Sin embargo, al ver que ella seguía fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer horriblemente, si no obedecía a la ley del emperador, que mandaba adorar ídolos y prohibía la adoración a Jesucristo.
Le manifestó: "De todos estos sufrimientos te vas a librar, si le ofreces este pan a los dioses y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos". La jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le respondió valientemente: "Al sólo Dios del Cielo adoro. A Él únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. ¡A nadie más!".
Entonces, el juez pagano mandó que la destrozaran, golpeándola con varillas de hierro, y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió. La jovencita murió quemada y ahogada por el humo.
Dice el poeta Prudencio, que al morir la Santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el Cielo y a los verdugos huyendo llenos de pavor y remordimiento, por haber matado a una criatura inocente.
La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la Joven Mártir.
Allí, en el sitio de su sepultura, se levantó un templo en honor de Santa Eulalia. Dice el poeta, que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven, y a conseguir por medio de ella, muy notables favores de Dios.
El culto de Santa Eulalia se hizo tan popular, que hasta el gran San Agustín predicó en honor de esta joven Santa. Y en la muy antigua lista de Mártires de la Iglesia Católica, llamada "Martirologio Romano", hay esta frase: "El 12 de febrero se conmemora a Santa Eulalia, Mártir de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo".
Joven Mártir Eulalia: A tu protección encomendamos tantas personitas jóvenes que en este tiempo tienen que enfrentarse, no a los perseguidores que matan a quienes se niegan a ofrecer sacrificios a los ídolos, sino a quienes quieren que dediquen su vida a la sensualidad, a las drogas, a los vicios, a las malas amistades y al pecado.
Éstos son monstruos mucho peores que los ídolos, y son perseguidores más crueles que los que mataban el cuerpo, porque lo que ellos matan es la vida del alma.
Santa Eulalia: Te recomendamos a nuestra juventud, que vive en medio de tantos peligros y que corre cada día el riesgo de ser infiel a Cristo. ¡Que de tan grandes asechanzas nos libre siempre el Señor!
Dijo Jesús: "Quien sacrifica su vida por mi, la ganará para la vida eterna" ( véase San Lucas 18,29-30).
El Señor llamó al hombre: "¿Dónde estás?" Él contestó: "Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí." El Señor le replicó: "¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?" Adán respondió: "La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí." El Señor dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Ella respondió: "La serpiente me engañó, y comí." El Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón." A la mujer le dijo: "Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará." Al hombre le dijo: "Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás."
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer, y se las vistió. Y el Señor Dios dijo: "Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de él, coma y viva para siempre." Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo habían sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
El Señor lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo (Génesis 3,9-24)
Salmo
Antes que naciesen los montes, / o fuera engendrado el orbe de la tierra, / desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.
Tú reduces el hombre a polvo, / diciendo: "Retornad, hijos de Adán." / Mil años en tu presencia / son un ayer, que pasó, / una vela nocturna. R.
Los siembras año por año, / como hierba que se renueva: / que florece y se renueva por la mañana, / y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, / para que adquiramos un corazón sensato. / Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? / Ten compasión de tus siervos. R
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. (Salmo 89)
Evangelio
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos." Le replicaron sus discípulos: "¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?" Él les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete." Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Suele verse la escena del pecado original como si Dios quisiera desquitarse o vengarse con ira de todos los seres humanos, por la sola culpa de los primeros padres. El mensaje es otro: a través de lo arduo de la vida fuera del paraíso el ser humano descubre sus límites y así se prepara a descubrir de nuevo al Dios infinito y soberano. 4 min. 26 seg.
La expulsión del paraíso fue un acto de amor y misericordia por la cual el Señor nos puso en la ruta de salvación que termina en el verdadero paraíso, el cielo. 3 min. 49 seg.
Dios es al mismo tiempo justicia y providencia. Él por amor nos creó, nos puso en el paraíso pero por nuestra rebeldía también por amor nos sacó del paraíso. 6 min. 28 seg.
A través de la dureza de la vida, de la conciencia de nuestros límites, del anhelo del Dios que ahora experimentamos cercano nos ponemos en ruta hacia Nuestro Señor Jesucristo. 7 min. 54 seg.
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1.1 La primera lectura suele ser vista como una explosión de ira divina. Como fruto de su disgusto--se piensa--Dios expulsa a Adán y Eva del paraíso: un acto de rabia que tendría mucho de castigo y casi de desquite, como si el Señor dijera: "Ya que ustedes no me hacen caso, ahora yo no voy a dejar que disfruten la vida."
1.2 Lo peor de esa manera de interpretar el texto del Génesis es que, si así fueran las cosas, habria que considerar a Dios como el más resentido entre los resentidos. Dado que la especie humana no vive en ningún paraíso a esta altura de la Historia, habría que decir una blasfemia: "Dios es tan resentido que sigue vengándose en los hijos de los hijos de los hijos de Adán Eva; por lo visto, a este Dios nunca se le pasará su rabia." Por absurdo e irreverente que semejante frase suena a nuestros oídos, eso es lo que mucha gente tiene en su cabeza cuando se trata de esta narración sobre nuestros primeros padres.
1.3 Por supuesto, el sentido del relato es otro, como queda pronto de manifiesto cuando uno examina atentamente el diálogo que se da, y sobre todo un hecho clave: mientras que Dios hace preguntas tanto al hombre como a la mujer, preguntas que despiertan sus conciencias (y las nuestras), Dios nada pregunta a la serpiente, o sea al demonio. En esas preguntas está la semilla de la verdad y de la conversión, y salir del paraíso no es otra cosa sino enfrenar la verdad que finalmente conduce a la humildad y a una nueva acogida del don de la amistad con Dios.
1.4 Hay que "salir del paraíso" porque el paraíso no es el lugar donde el hombre pueda encontrar su verdad. Si entendemos por paraíso aquel lugar donde cada deseo es satisfecho, nada puede ser más venenoso que el paraíso porque lo peor que puede suceder a un niño miope y caprichoso es que se le complazca en todo.
1.5 Dios no empezó a amar al hombre siglos después del pecado del hombre: hablar con él, despertarle la conciencia, ponerlo en el terreno de la verdad y llamarlo a compartir un día la gracia: eso es amar, eso es amor, y así obró Dios.
2. Lo que puede el amor
2.1 Jesús hace un milagro notable en el evangelio de hoy, pero nuestra atención hará mejor si no se queda en el milagro, sino que busca el motivo del milagro.
2.2 Hay cosas maravillosas que se hacen por orgullo, por vanidad o por ganar dinero o fama. Hay gente que busca llamar la atención haciendo cosas difíciles, extrañas o arriesgadas. Jesús no se asemeja a ellos. Su motivo, la razón de ser de sus milagros se nos revela hoy: es la compasión. "Siento lástima," dice, e impulsado por el amor desea no sólo saciar hambre física sino hambre de Dios, pues al dar pan en el desierto estaba revelando también el poder y al compasión de Dios, que puede vencer todo obstáculo.
2.3 Es importante notar también que es el amor, ese amor de compasión, el que finalmente ha logrado abrir caminos para lo imposible. Y eso hay que anotarlo porque ese mismo amor está disposición de nosotros, y puede y quiere obrar en nosotros.