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Ursula Giuliani nació en Mercatello de Urbino en 1660.
En 1667, la joven ingresó en el Convento Capuchino de Cita de Castello en Umbría, donde tomó el nombre de Verónica.
Después de la profesión, aumentó todavía más su devoción a la Pasión de Cristo. A raíz de una visión de Nuestro Señor con la Cruz a cuestas, Verónica empezó a sufrir de un agudo dolor en el costado.
En 1693 tuvo otra visión, en la que el Señor le dio a gustar el cáliz. Verónica lo aceptó, y desde aquel momento los estigmas de la Pasión comenzaron a grabarse en su cuerpo y en su alma.
Al año siguiente, las marcas de la Corona de Espinas aparecieron sobre su frente, y las huellas de las cinco llagas se formaron en sus miembros el Santo de 1697.
Durante 34 años desempeñó en el convento el cargo de maestra de novicias. Once años antes de morir, fue elegida abadesa.
Formaba a sus novicias con el "Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas" del Padre Rodriguez.
Al fin de su vida, Santa Verónica, que durante casi 50 años había sufrido con admirable paciencia, resignación y aún gozo, se vio atacada de una apoplejía. Murió el 9 de julio de 1727.
Dejó escrito un relato de su vida y sus experiencias místicas, que fue de gran utilidad en el proceso de beatificación.
Antes de su muerte, había dicho al confesor, que los instrumentos de la Pasión del Señor estaban impresos en su corazón.
Le dibujó el corazón, representando estos instrumentos, pues decía que los sentía porque cambiaban de posición.
Al hacerle la autopsia, en la que estuvieron presentes el Obispo, el alcalde y varios cirujanos, se puso al descubierto una serie de objetos minúsculos, que correspondían a los que la Santa había dibujado.
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo".
Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.
El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.
Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. (Salmo 68)
2a.
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"
Él contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo."
Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida."
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él."
El camino del servicio a Dios se une con el camino del servicio al prójimo entendiendo que el amor con el que amamos al prójimo viene de Dios y a Él quiere retornar. 3 min. 51 seg.
Hay un puente que conecta tus ideas más nobles con tus acciones más decisivas y más tuyas: se llama saberse profundamente amado por el Dios misericordioso, sabio y poderoso. 14 min. 40 seg.
Recibimos del amor del Dios para compartirlo con personas en necesidad, que quizá no eran parte de nuestra vida ni nuestros planes pero si son parte de los planes del Señor. 4 min. 34 seg.
Qué pasa cuando las personas empiezan a hacerse invisible para nosotros, que vamos eliminando de nuestra vida. Pidamos al Señor que nos enseñe a ver lo que no queremos ver, que nos enseñe a ver a los que no queremos ver. 6 min. 9 seg.
Hay que percibir la profundidad de las preguntas de aquel Maestro de la Ley para descubrir la majestad que irradian las respuestas de Cristo. 21 min. 54 seg.
1.1 Las lecturas de hoy nos invitan a poner orden en el corazón y en la vida. Se trata de descubrir o redescubrir qué va primero y a qué debemos darle mayor atención y cuidado. Con lo cual también encontramos un canal para dar cauce a nuestras fuerzas y un camino para alcanzar lo que deseamos ser.
1.2 Una mente dispersa o un corazón dividido no acertarán con la meta. Una voluntad inconstante deshará hoy lo que hizo ayer y empezará mañana lo que hoy dejó atrás. ¿Tiene algo de extraño que la vida se pase de manera estéril y vacía para quien vive de tal manera? La única respuesta es: orden. Necesitamos darle orden a nuestro tiempo, esfuerzos, deseos, proyectos.
2. El Poder Liberador de la Ley
2.1 El orden del que aquí hablamos no es una imposición exterior. No es algo lejano que cae sobre nosotros como un simple agregado. Moisés nos dice en la primera lectura de hoy: "todos mis mandamientos están muy a tu alcance: en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirlos."
2.2 La ley del Señor no se parece entonces a las leyes que nosotros conocemos o aprobamos en las cámaras legislativas; no es un acuerdo entre intereses humanos ni el resultado de los números de una votación, que hoy ordenan algo y mañana lo contrario, dependiendo del juego de los partidos políticos o incluso de las campañas de publicidad.
2.3 Podemos decir que la ley del Señor brota de lo que somos: de hecho, él mismo la ha puesto en nosotros, y podemos sentir su imperativo si hacemos silencio y buscamos con total honestidad escuchar eso que llamamos la voz de la conciencia. Una ley así entendida es un camino de libertad, cuya única obligación es la fidelidad a lo mejor de lo que hay en nosotros, y que viene de Dios.
3. Cabeza y Corazón
3.1 Dios, pues, quiere reinar no sólo externamente, como decir en las obras que hacemos, sino sobre todo, interiormente: en el "corazón," según la terminología común de la Biblia.
3.2 Hay que aclarar que este "corazón" no es solamente lugar de los sentimientos, como suele decirse y entenderse en nuestra cultura. En el corazón se toman decisiones, se hacen proyectos, se recuerdan y meditan los hechos, se busca el sentido de las palabras.
3.3 En la medida en que Dios toma el primer lugar en el corazón todo nuestro ser adquiere orden, sentido y belleza en él. Si nos ordena que le amemos no es por una deficiencia suya sino por amor a nuestro bien, que sólo puede ser alcanzado amándole a él en primer lugar.
3.4 Este "primer lugar" lo expresa Pablo con otra imagen tomada del cuerpo humano. Esta vez es Cristo como "cabeza," del cual escribe este apóstol: "Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su consistencia en él." Así entendemos que la vida fundada en Cristo logra solidez en el cimiento verdadero pues "Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y de la tierra."