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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Jueves, Agosto 9 de 2007[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Tiempo Ordinario, Año Impar,
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Lectura: |
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1a. |
Brotó agua abundante (Números 20,1-13) |
Salmo |
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." (Salmo 94) |
Evangelio |
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos (Mateo 16,13-23) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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1 |
2003/08/07 |
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2 |
2011/08/04 |
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3 |
2021/08/05 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. Agua de la roca1.1 La primera lectura nos deja ver una de las escenas más impactantes del caminar de los israelitas por el desierto. Desfallecidos de sed, todos dudan en su corazón, hasta Moisés y Aarón. 1.2 Y aquí hay un hecho interesante: mientras que la rebeldía del pueblo es patente, la de estos líderes es latente, y sólo visible ante los ojos de Dios; pero unos y otros reciben de algún modo reproche de parte de Aquel que escruta los corazones. 1.3 Otra cosa para notar: el mismo bastón o vara que había servido para alejar el agua, dividiendo el mar para que pasaran los israelitas y fueran castigados los egipcios (Éx 14,16), ahora divide la roca para que el agua llegue al pueblo de Dios sediento (Núm 20,11). Dios hace los caminos por donde parece imposible: el mar dividido o la roca convertida en fuente son señales del poder divino (cf. Éx 4,17), frente al cual las murallas ceden y los obstáculos caen. 2. Cuidar la gloria de Dios2.1 Uno puede preguntarse aún cuál fue exactamente la falta de Moisés y Aarón, sobre todo a la vista del castigo que reciben. Las palabras con que les reconviene el Señor son: "por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas". Otra traducción dice: "porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel". 2.2 El punto parece estar en cuál es la primera reacción de estos hombres cuando se ven confrontados con la incredulidad del pueblo como un todo. Abrumados por las acusaciones "se apartaron de la comunidad", nos dice la lectura que hemos oído. Esto significa que no sintieron fortaleza para dar la cara por Dios y por su plan; no cuidaron, pues, de la gloria divina. 2.3 Si su fe hubiera sido perfecta, habrían permanecido ante los hijos de Israel y habrían defendido el Nombre de Aquel que los había liberado. Pero su reacción fue más de temor que de valor. Tal vez no renegaban como los demás, pero tampoco tenían como contestar a las quejas y a la incredulidad de sus hermanos. 2.4 La sanción nos parece fuerte: "no serán ustedes quienes introduzcan a esta comunidad en la tierra que les he prometido", pero en realidad es lógica. Es como si Dios les dijera: "si la fe de ustedes no es mejor que la de aquellos a quienes pretenden guiar, ustedes en realidad no son guías para ellos". 2.5 De aquí aprendemos qué clase de fe ha de buscar y cultivar el que está delante del pueblo, es decir, el misionero, el catequista, el predicador, el pastor. Su fe debe ir más allá de resistir la tentación que padece él mismo, pues hasta eso parece que tenían Moisés y Aarón, dado que fueron a orar; su fe debe ser capaz de reparar la fe fracturada de otros. No basta con que sepan dónde queda la "Tienda de Reunión"; deben de algún modo VIVIR en ella, llevarla consigo, ser ellos mismos "Tienda" donde el pueblo perciba la presencia del Dios vivo. 3. La voz del Cielo. La voz del mundo.3.1 Pedro habla dos veces en el evangelio de hoy. Una vez su voz es enseñada por el Cielo; otra vez, en cambio, habla según el modo del mundo. Las dos voces, de estas dos veces que habla Pedro, nos enseñan por lo menos dos cosas. 3.2 Aprendemos hoy, por lo pronto, que nadie es dueño de la inspiración que viene de lo alto. Haber recibido inspiración celestial es cosa grande y bella, pero no nos hace "inspirados para siempre". Nadie es "para siempre" mientras va caminando por esa vida, y por consiguiente todos hemos de vigilar, porque la misma boca que ayer proclamó la gloria de Dios hoy puede traicionarlo. 3.3 Y aprendemos también que la victoria de Dios no es "obvia". A ver, examinemos qué dice el Señor a Pedro, habiendo oído su profesión de fe. Le dice: "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella". ¡Pero Pedro, sólo unos momentos después, da espacio a esos "poderes del infierno" porque resulta hablando no según el querer de Dios sino en contra de ese querer! 3.4 Esto no debe decepcionarnos ni confundirnos, sino enseñarnos algo profundo: la victoria de Dios no es obvia; no es una escalada de triunfos o un desfile de maravillas. Participa, más bien de la ambigüedad de todo lo humano, así duela decirlo. Pedro, que trastabilla y cae nos enseña que Dios vence no brincando sobre las sinuosidades de nuestro caminar sino a través de cada curva, lodazal y pradera. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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