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San Efrén, que durante su vida alcanzó gran fama como maestro, orador, poeta, comentarista y defensor de la fe, es el único de los Padres sirios, a quien se honra como Doctor de la Iglesia Universal desde 1920.
En Siria, tanto los católicos como los separados de la Iglesia, lo llaman "Arpa del Espíritu Santo", y todos han enriquecido sus liturgias con las homilías y los himnos del Santo.
Poseía un inmenso conocimiento de las Sagradas Escrituras, así como de los misterios de Dios.
A él le debemos la introducción de los cánticos sagrados en los oficios y servicios públicos de la Iglesia, como una importante característica del culto y un medio de instrucción.
San Efrén fue un escritor prolífico: son obras de exégesis, de polémica, de doctrina y de poesía, todas escritas en verso.
Sus comentarios comprenden todo el Antiguo Testamento y muchas partes del Nuevo.
A pesar de que es poco lo que sabemos sobre la vida de San Efrén, no poco es lo que nos ayudan sus escritos a formarnos una idea sobre el hombre que fue.
Medellín, Colombia - Para que el Señor le siga llenando de la vitalidad necesaria para su gran misión y ministerio en bien de toda su comunidad. Aminta
Bucaramanga, Colombia - Gracias Señor por permitirnos gozar un año más de su compañia, quien ha sido alegría para toda la familia. Bendícelo Señor, por todos los días de su vida. Te amamos mucho. Alba
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías: "¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?"
Elías respondió: "Dame a tu hijo."
Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: "Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?"
Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: "Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración."
El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: "Mira, tu hijo está vivo."
Entonces la mujer dijo a Elías: "Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad."
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. (Salmo 29 )
2a.
Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él.
Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.
Reveló a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles. (Gálatas 1, 11-19 )
Evangelio
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!"
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo."
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Nos preguntamos con fuerza por qué a veces nos suceden cosas malas. ¿No deberíamos preguntarnos con igual fuerza por qué sucede lo bueno en nuestra vida? 4 min. 55 seg.
Dejemos que Cristo marque una diferencia total en nuestras vidas al entregarle nuestros anhelos más profundos y los fracasos que no hemos podido superar. 4 min. 50 seg.
Detrás de las características más visibles de las dos viudas que aparecen en las lecturas de hoy está una condición de durísima desprotección, que es ocasión para que se manifieste la solicitud amorosa y compasiva de Dios por aquellos que no tienen a nadie que vele por sus derechos o se interese por sus necesidades. Ello nos obliga a preguntarnos quiénes son los desvalidos de hoy y cuáles son las actitudes nuestras, y de nuestras familias y comunidades, por aquellos que poco a poco vamos marginando y olvidando. 34 min. 22 seg.
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1.1 Toda muerte impacta pero no cabe duda que la muerte de los jóvenes resulta particularmente dolorosa porque contradice el curso más natural de las cosas.
1.2 La mujer viuda de la Primera Lectura se estrella contra el absurdo de una muerte así, la de su hijo, y trata de encontrar sentido relacionando lo que Dios le hace con lo que ella le ha hecho a Dios. La imagen de Dios que ella tiene es la de un vengador, o por lo menos, la de uno que paga con la misma moneda.
1.3 El profeta no discute con el dolor de ella. No le corrige la teología vengativa con palabras sino con un acto de ternura y de poder. No sólo se restaura la vida en aquel niño o joven, sino que se restaura y purifica la fe de la madre. A veces la mejor respuesta no es una teoría sino un acto, un hecho.
2. Sin defensa y sin sustento
2.1 El cuadro que nos presenta el Evangelio es aún más doloroso en la escena inicial. Esta vez no sólo se trata de un joven que ha fallecido sino que es el único hijo, y la madre es viuda. En una sociedad como aquella, eso significa que en esa mujer se juntaban todas las pérdidas y desastres: sin sustento, sin defensa, sin futuro, sin alegría, sin amor.
2.2 El milagro que realiza Cristo, al resucitar a este joven de Naím, es entonces mucho más que un portento inmenso. Es además un acto de compasión entrañable y sobre todo: una señal de lo que significa su oferta de salvación.
2.3 En efecto, sin Cristo la humanidad se vuelve como esa mujer: infecunda, indefensa, sin esperanza ni amor. Por eso también nosotros necesitamos que la recia voz del Nazareno levante a la nueva generación, que a veces parece estar ya en brazos de la muerte.