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Francisco Bernardone nació en Asís, Italia, en el año 1182. Sus padres fueron Pietro Bernardone y Madonna Pica.
Siendo joven, participó en la guerra entre las regiones de Perusa y Asís en 1202. En la batalla de Collestrada fue tomado prisionero y liberado al año siguiente.
En 1205 se enroló nuevamente en el ejército y partió a la guerra, pero en el trayecto tuvo un sueño en el que una voz le ordenó volver y dar otro rumbo a su vida.
Entonces comenzó su conversión: se apartó de los amigos, frecuentó la compañía de los pobres e intensificó la vida de soledad y oración.
En 1206, a la edad de 24 años, renunció a las riquezas y a su familia, trasladándose a la localidad de Gubbio para servir a los leprosos.
De regreso en Asís, vistió el hábito de ermitaño y trabajó en la restauración de las ermitas de San Ubicación de la ciudad de Asís, Damián, San Pedro y Santa María de los Ángeles, también llamada la Porciúncula.
En 1208, mientras oía Misa en la Porciúncula, escuchó el evangelio del envío de los discípulos en misión, descubriendo su vocación evangélica y apostólica.
Empezó a predicar la paz, la igualdad entre los hombres, el alejamiento de la riqueza, la dignidad de la pobreza, el amor a todas las criaturas y la venida del Reino de Dios.
Entonces se le unieron los tres primeros compañeros: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asís, con quienes nace la Primera Orden Franciscana.
En 1209 escribió la primera Regla de la Orden, que dictaba el estilo de vida para los franciscanos. Sus preceptos eran una existencia basada en el amor, la oración y la paz; votos de pobreza completa, lo que incluía renunciar a las propiedades, sustento del propio trabajo, o en caso necesario, de la limosna, y ofrecer ejemplo de renuncia de sí mismo.
Viajó a Roma con sus once compañeros para reunirse con el Papa Inocencio III, y consiguió la aprobación verbal de la Regla. La pequeña fraternidad escogió la Porciúncula como el primer hogar de la Orden.
En marzo de 1212, la noche del Domingo de Ramos, fue consagrada Clara, dando inicio a la Segunda Orden Franciscana, también llamada Clarisas o Damas Pobres.
Ese mismo año, Francisco se embarcó rumbo a Siria para continuar su obra apostólica en Oriente, pero los vientos contrarios hicieron fracasar su travesía y regresó. Los años siguientes viajó por Italia, Francia y España.
El 14 de mayo de 1217, durante Pentecostés, se celebró en la Porciúncula el Primer Capítulo General, junta para organizar a sus seguidores en provincias y señalar lugares específicos de misión. La Orden se dividió en doce provincias.
En 1219 consiguió viajar a Oriente, donde fue recibido por el sultán de Egipto, mas tuvo que regresar apresuradamente a Italia debido a problemas surgidos entre sus seguidores. En 1220 se retiró del gobierno de la Orden y nombró como su Vicario a Pedro Catan.
En 1221 fundó la Tercera Orden, conocida como Terciarios, a la que podían pertenecer quienes se encontraran ligados a ocupaciones civiles, estuvieran casados o simplemente no pudieran seguir la Primera Orden por razones de vocación o enfermedad.
Ese mismo año, la organización eclesiástica le solicitó que la Regla escrita hace once años, -llamada primera Regla-, fuera nuevamente redactada, más breve. La Regla definitiva fue aceptada por el Capítulo de Pentecostés, junta de religiosos, aprobada y confirmada mediante bula (documento eclesiástico) por el Papa Honorio III.
En 1224, Francisco pasó la Cuaresma de San Miguel en el monte La Verna, Montes Apeninos, Italia, con el fin de hacer penitencia. Allí recibió en su cuerpo las llagas(estigmas o señales) de la Pasión de Cristo.
En ese tiempo también tuvo una grave afección a los ojos que lo dejó casi ciego, pero pese a su condición, continuó predicando. En 1226, su estado de salud siguió empeorando progresivamente y fue trasladado a Asís. Al sentir cercana la muerte, pidió que lo llevaran a la Porciúncula.
El sábado 3 de octubre de 1226, hacia las 19 horas, murió a la edad de 44 años. Al día siguiente, domingo 4 de octubre, su cuerpo fue trasladado a Asís y sepultado en la iglesia de San Jorge.
El 16 de julio de 1228, el Papa Gregorio IX canonizó a Francisco de Asís, y se convirtió en Santo.
El 24 de septiembre fue mi aniversario 50 años de mi vida entregada al servicio de los fieles que el Señor ha querido que les anunciara como sacerdote la Buena noticia.
Para mi ha sido un gran y continuo gozo el saber que con la ayuda del Señor he podido ayudar, con la mejor voluntad,a mis feligreses , El ha sido el sembrador yo el arado que intenta prepararle el camino al Señor. Gracias y alabanzas le sean dadas por siempre
Saltillo, Mexico (1955) - Dios Nuestro Señor bendice siempre a mi familia, amigos, hermanos en el Sacerdocio y a mis enemigos, y a todos los que me enseñaron a conocerte y a amarte, Dios les bendiga.
Luque, Paraguay (1979) - Lo que Dios ha unido que el hombre no lo separe, que con ayuda de nuestra Madre nos mantengamos fieles a este gran sacramento.
Bogotá, Colombia (1999) - Papito Dios a mi madre la extraño un resto, pero sé que está mejor gozando y está feliz de tu hermosa presencia. La quiero muchísimo. Cenaida
Job respondió al Señor: "Reconozco que lo puedes todo, y ningún plan es irrealizable para ti, yo, el que te empaño tus designios con palabras sin sentido; hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión.
Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso, me retracto y me arrepiento, echándome polvo y ceniza."
El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio; sus posesiones fueron catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas.
Tuvo siete hijos y tres hijas: la primera se llamaba Paloma, la segunda Acacia, la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les repartió heredades como a sus hermanos.
Después Job vivió cuarenta años, y conoció a sus hijos y a sus nietos y a sus biznietos.
Enséñame a gustar y a comprender, / porque me fío de tus mandatos. R.
Me estuvo bien el sufrir, / así aprendí tus mandamientos. R.
Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, / que con razón me hiciste sufrir. R.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, / porque todo está a tu servicio. R.
Yo soy tu siervo: dame inteligencia, / y conoceré tus preceptos. R.
La explicación de tus palabras ilumina, / da inteligencia a los ignorantes. R.
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo. (Salmo 118 )
Evangelio
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre."
Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rato. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo."
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo (Lucas 10, 17-24)
Hacia una experiencia honda del Dios vivo: (1) Desnudez existencial; (2) Fidelidad a la verdad interior; (3) Apertura a la verdad exterior. 9 min. 30 seg.
Cuando llegue el momento difícil no te hagas daño, pues no eres dueño de tu vida y sigue confiando en el Dios que supera con su sabiduría toda tu inteligencia. 5 min. 51 seg.
Con el demonio no se juega, no se negocia, ni se discute; no negamos su existencia ni su poder sujeto al gobierno de Dios. Esto nos basta para seguir en nuestra vida cristiana porque lo que nos interesa es el Evangelio de Jesucristo. 5 min. 47 seg.
Las difíciles preguntas sobre el sufrimiento, y tres enseñanzas importantes: (1) Lo que Job descubrió: No voy a entender todo lo que Dios en su poder y sabiduría ha dispuesto; (2) El juego de la vida se juega en dos canchas: el tiempo y la eternidad; (3) Dios ha querido acompañar mi sufrimiento; si yo lo acompaño a Él, sé que se camino acabo en el descanso y en la gloria. 22 min. 48 seg.
1.1 Job aparece en la Biblia como un hombre justo. Es alguien que practica escrupulosamente la Ley, como se ve claramente en los largos diálogos que tiene con sus amigos. Sin embargo, llegados al final del libro que lleva su nombre, oímos algo sorprendente: este hombre que sólo puede ser calificado de muy religioso sólo conocía a Dios "de oídas."
1.2 La gran paradoja de Job es que está lleno de religión y vacío de Dios. Aunque "vacío" es un calificativo extremo, tal vez. Algo tiene de Dios, pero es sólo la noticia externa. Otros le han dicho. Tiene noticia de Dios y ha deducido muchas cosas de lo que Dios "debe" ser pero en realidad no se ha encontrado con él.
1.3 Por cierto, muchos protestantes usan un argumento semejante a este en contra de los católicos, pues arguyen que la mayor parte de los católicos saben de religión pero no conocen el poder de la redención ni la obra personal de Cristo en ellos. Aunque el nivel de su ataque y las intenciones que ellos tengan pueden cuestionarse, creo que es saludable que nos dejemos cuestionar por Job, y sobre todo: es muy necesario que pidamos al Espíritu Santo la gracia de una experiencia viva, real, palpable del amor divino en nuestras vidas.
2. ¿Hay que alegrarse de vencer al diablo?
2.1 Un conocido predicador laico católico gusta de usar expresiones vigorosas en sus pláticas. Dice por ejemplo, cuando mucha gente entra en alabanza gozosa a Dios, que "el demonio ha sido apaleado", y lo dice con evidente gusto. ¿Es esto bueno?
2.2 Digamos, ante todo, mirando al evangelio de hoy, que es perfectamente explicable. Aún más: es muy "humano". Es como sentir que por fin alguien (y ese "Alguien" es Dios) pone en su sitio al que nos hacía y pretende seguir haciéndonos tanto daño. Pero tal sentimiento de "revancha" quizá no es lo mejor para un cristiano, y por eso Jesús nos enseña a situar nuestra alegría no tanto en el hecho de que el demonio "pierda" su presa, que éramos nosotros, sino en que Dios "gane"a sus hijos, que somos nosotros.
2.3 Aprender a alegrarse por la acogida que Dios nos da es aprender a tener los sentimientos de Dios, por decirlo de algún modo, y eso nos hace mayor bien que el simple constatar la derrota del diablo.
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Por Cristo, el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo (Gálatas 6, 14-18)
Salmo
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades. R.
«¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera».
Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla (Mateo 11, 25-30)
Francisco de Asís no es un adorador de la naturaleza, sino alguien que identificándose hasta la sangre con Jesucristo, descubre también en Cristo a Dios Padre, y luego ve esa paternidad dilatarse en la inmensa hermosura de lo creado. 4 min. 52 seg.
Minoridad: (1) Que Cristo sea cada vez mayor en mí; (2) Que yo esté al servicio de mis hermanos, y sea así parte de la solución: (3) Que de todos aprenda. 34 min. 9 seg.
Humildad, mansedumbre, caridad, pureza... algunos de los dones que brillaron en San Francisco de Asís, y que tienen un atractivo y valor permanentes. 6 min. 25 seg.
Dios mejora tu plan y tu idea si le das permiso, si se lo concedes; pidamos al Señor que seamos como Francisco, de aquellos que le permitimos a Dios que actúe en nosotros. 5 min. 1 seg.
Cambiamos como lo hizo San Francisco al alejar del pecado, acercarse al dolor, cultivar la soledad, buscar el silencio que purifica la conciencia y da libertad, y orando para oír a Dios. 6 min. 27 seg.
Francisco es "juglar de Dios" y por eso le canta su amor, por ejemplo, por la hermosura de la creación. Pero el amor más grande del Pobre de Asís está sin duda en donde está la muestra del amor más grande Dios: en la Cruz de su Hijo. 6 min. 16 seg.
Para que el Evangelio se revitalice en la Iglesia debemos volver a la sana doctrina, a la caridad y volver a ser comunidad que acoja y transforme con la caridad. 9 min. 15 seg.
Pidamos la intercesión de San Francisco por el sínodo y por toda la Iglesia a través de la minoridad que es victoria sobre el ego, la pobreza que es victoria sobre la mundanidad y la fraternidad al poner a Jesús y al Padre en el centro. 9 min. 27 seg.
San Francisco nos muestra: el sentido que tiene la pobreza al devolvernos la libertad al aprender a vivir con lo mínimo; la fraternidad que es conocer, amar y obedecer a Jesús y la alegría de la cruz, de la redención. 10 min. 38 seg.
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1.1 Es tan abundante la literatura y son tan numerosas las reflexiones saludables que el pueblo católico se hace cuando recuerda a San Francisco de Asís, que es difícil escoger qué brindar. Una preciosa web nos ayuda a meditar tres puntos: la Tau Franciscana, los Estigmas, y el sentido de "Minoridad."
1.2 La primera vez que la Tau aparece relacionada con San Francisco fue cuando fray Pacífico la vio marcada en su frente, probablemente en vísperas del Concilio IV de Letrán, que se abrió en Roma el 11 de noviembre de 1215, con un memorable sermón de Inocencio III basado en las palabras de Cristo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros" (Lc 22, 15).
1.3 Recordando que Pascua significa "paso", el Papa manifestaba su deseo de que el Concilio, nueva Pascua, fuese ocasión de un triple paso, físico, espiritual y eterno, refiriéndose, respectivamente, a la Cruzada, a la reforma de la Iglesia universal y a la Eucaristía. La segunda parte del discurso, que trata del paso espiritual, es un comentario de Ezequiel 9, donde el papa hace suyas las palabras del Señor al profeta: "Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen dentro de ella" (Ez 9, 4). Y luego añade: "Tau es la última letra del alfabeto hebreo, y tiene la forma de cruz, como era la cruz antes que le pusieran encima la inscripción de Pilato. Tau es el signo que se lleva en la frente cuando el esplendor de la cruz se manifiesta en toda nuestra conducta, cuando, como dice el Apóstol, se crucifica la carne con sus vicios y pecados. Entonces se afirma: Yo no quiero gloriarme en ninguna otra cosa, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo " Y concluye diciendo: "¡Sed, pues, los paladines de la Tau y de la Cruz!".
1.4 San Francisco de Asís, que participó en el Concilio en calidad de superior general de una Orden aprobada por la Iglesia, debió de tomarse muy en serio la invitación de Inocencio III, pues, según los compañeros y sus primeros biógrafos, amaba y veneraba la Tau (nombre de la letra T en hebreo y griego) "porque representa la cruz y significa una verdadera penitencia". Al comienzo de cualquier actividad se santiguaba con dicha señal, la prefería a cualquier otro signo y la pintaba en las paredes de las celdas. En sus conversaciones y predicaciones la recomendaba a menudo, y la dibujaba a modo de firma en todas sus cartas y escritos, "como si toda su preocupación fuese grabar el signo de la tau, según el dicho profético, sobre las frentes de los hombres que gimen y se lloran, convertidos de veras a Cristo Jesús".
2. Origen de los Estigmas
2.1 Una noche de luna llena en 1224, fray León fue, como siempre, a rezar maitines con Francisco, mas éste no respondió a la contraseña. Entre preocupado y curioso, el hermano cruzó la pasarela y fue a buscarlo. Lo encontró en un claro del bosque, de rodillas, en medio de un gran resplandor, con el rostro levantado, mientras decía: "¿Quién eres tú, mi Señor, y quién soy yo, gusano despreciable e inútil siervo tuyo", y levantaba las manos por tres veces. El ruido de sus pasos sobre la hojarasca delató a fray León, que tuvo que confesar su culpa y explicar al Santo lo que había visto.
2.2 Uno de aquellos días se apareció un ángel a Francisco y le dijo: "Vengo a confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", fue su respuesta. La madrugada del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes del amanecer, estaba orando delante de la celda, de cara a Oriente, y pedía al Señor "experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de los posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti, puesto que tú te has dignado morir por amor a mi".
2.3 De repente, vio bajar del cielo un serafín con seis alas. Tenía figura de hombre crucificado. Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. En realidad no eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos lados y ennegrecida. En el costado, en cambio, se abrió una llaga sangrante, que le manchaba la túnica y los calzones.
3. La Minoridad Franciscana
3.1 Antes de la aprobación de la Regla, el grupo de hermanos de Rivotorto no tenía una denominación concreta y se presentaban simplemente como "Penitentes de Asís", porque aún no eran una orden. Sólo después de la aprobación de la regla o forma de vida por parte de Inocencio III empezaron a llamarse Hermanos Menores, pero gracias al testimonio del cronista Buscardo de Ursperg sabemos que al principio se llamaron Pobres Menores, en sintonía con otros movimientos de su tiempo, heréticos o no, que se llamaban Pobres de Lyón, Pobres Lombardos, Pobres Católicos, etc.
3.2 Francisco hubiera podido tropezar en la misma piedra que otros contemporáneos suyos, cayendo en la arrogancia y la vanagloria. No fue así por gracia de Dios y porque el obispo de Asís Guido I tuvo suficiente sabiduría desde el principio como para evitar el desastre. El mismo Santo supo reconocerlo agradecido, cuando decía a sus hermanos: "El Señor nos ha llamado en ayuda de su fe y de los prelados y clérigos de nuestra Madre la Santa Iglesia. Por eso debemos, en la medida de lo posible, amarlos siempre y honrarlos y respetarlos. Los hermanos se llaman Menores porque, igual que en el nombre, también sean humildes por la conducta y el ejemplo con todos los hombres de este mundo. Porque al principio de mi conversión, cuando me separé de mi padre carnal y del mundo, el Señor puso sus palabras en boca del obispo de Asís para darme consejo y ánimo en el servicio de Cristo. Por esa razón y por otras muchas cualidades eminentes que aprecio en los prelados, quiero amarlos, venerarlos y tenerlos como señores míos; y no sólo a los obispos, sino también a los pobrecillos sacerdotes".
3.3 Como decían sus compañeros, Francisco, con la ayuda de Dios y como sabio arquitecto, se fundamentó a sí mismo y a su orden sobre roca firme, es decir, sobre la altísima pobreza y humildad del Hijo de Dios, llamándola "Religión de los Hermanos Menores".