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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024 Tiempo Ordinario, Año Impar,
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Lectura: |
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1a. |
Soy el que soy. "Yo-soy" me envía a vosotros (Éxodo 3,13-20) |
Salmo |
El Señor se acuerda de su alianza eternamente. (Salmo 104) |
Evangelio |
Soy manso y humilde de corazón (Mateo 11,28-30) |
Núm. |
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2017/07/20 |
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2019/07/18 |
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2021/07/15 |
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2023/07/20 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. ¿Cuál es el Nombre de Dios?1.1 Para los Testigos de Jehová es absolutamente clave el pasaje de la primera lectura de hoy. Según ellos, este es el pasaje donde "por fin" sabemos cómo se llama Dios. Ya no es "un dios más" sino que ya sabemos que tiene su propio nombre, y este nombre es el que ellos, lo mismo que muchos otros protestantes pronuncian "Jehová", aunque por otra parte está ya demostrado que esa pronunciación es incorrecta. En fin, para ellos, Moisés fue el primer hombre en la tierra que conoció el nombre de Dios. 1.2 Tiene su encanto eso de pensar en un Dios que revela su "secreto" y la clave del trato íntimo y familiar con él a un hombre. Sin embargo, ese modo tan pintoresco de ver la Biblia deja sin resolver graves asuntos. Primero: si ignorar ese nombre implica que uno no sabe a quién está sirviendo, ¿Abraham no sabía a quién obedecía? 1.3 Segundo: si es posible servir a Dios aun sin conocer esta revelación de su nombre, y tal pareciera ser el caso de Abraham, Isaac y Jacob, ¿por qué tendríamos que pensar que el nombre Jehová, o el nombre Yahvé, u otro que puedan pronunciar nuestros labios es como la clave única para acercarse a Dios? 1.4 Tercero, releamos el texto: Dios le contestó a Moisés: "Mi nombre es Yo-soy". Y añadió: "Esto les dirás a los israelitas: Yo-soy me envía a ustedes". También les dirás: "El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación". 1.5 Pregunta: ¿cuál es ese nombre por el cual hemos de recordar a Dios "de generación en generación"? Aparentemente ese nombre es "Yo-soy", también traducido como "Yahvé", o incluso "Jehová", pero ¿por qué entonces leemos lo que ahí dice: "Yo-soy me envía a ustedes (...) El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes". Si el nombre "Yo-soy" fuera suficiente, el texto tendría que decir sólo lo primero: "Esto les dirás a los israelitas: Yo-soy me envía a ustedes", y sobraría lo segundo. ¿No será que el nombre por el que Dios quiere ser conocido de generación en generación es "el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob..."? ¿O qué es lo que nos da un nuevo nombre: una palabra única para referirla a Él? ¿Acaso una "definición" de Dios? ¿No es en últimas preferible conocer a Dios por lo que ha hecho en las historias concretas de personas concretas, como Abraham, Isaac y Jacob? 2. Belleza de un Nombre2.1 Estas cavilaciones no pretenden confundir a nadie, sino que buscan dos cosas: primera, mostrar la debilidad de la postura de los Testigos de Jehová, que con una amplia retórica pretenden que lleguemos pronto a la conclusión de que nunca hemos tenido trato con el Dios verdadero. Segunda, en tono más constructivo y positivo, que acostumbremos más y mejor nuestro corazón al modo de revelar Dios su misterio en la Sagrada Escritura. 2.2 La expresión misteriosa y bella, YHWH, que se ha traducido e interpretado de literalmente cientos de maneras, nos habla del ser bello y misterioso, y de la riqueza insondable que hay en Dios. Él es "el que es", Él es "el que ha de ser, el que será, el que se mostrará, el que se ha mostrado", en fin, hay más posibilidades aún. Y esa misma multiplicidad y complementariedad de significaciones nos ayuda a evitar el riesgo de sentir que tenemos a Dios en nuestras manos o en el poder de nuestros rezos. Dios es siempre el Otro, el Trascendente, aquel que no agotamos, aquel que no podemos envolver en nuestras teorías, explicaciones o historias singulares. 2.3 Así entendemos por qué Dios "añade" a su nombre el vínculo con una historia, es decir, con aquellos nombres que suenan próximos a nuestros días y noches, a nuestras dudas y búsquedas: Abraham, Isaac, Jacob... ¡Esto es lo más admirable de todo: ver que el Dios del cielo se deja conocer como Dios que camina con su pueblo! Lo más grande no es recibir un nombre "raro", como las religiones orientales tienen sus "mantras". ¡Lo más grande es reconocer que nuestro Dios es a la vez próximo y trascendente, peregrino y eterno! |
-Fr. Nelson Medina, OP
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