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¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. (Salmo 71)
2a.
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos (Efesios 3, 2-6)
Evangelio
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"".
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
En el tiempo en que vivimos, muchas personas no encuentran a Dios, y han dejado de practicar su fe. En medio de esa oscuridad, la luz de Dios empieza a brillar de un modo humilde, como una estrella nueva en el cielo. ¿Cuáles son esas señales que necesitamos aprender en este evangelio para seguirlas, y, seguramente, para encontrar ante todo a Jesucristo? 16 min. 29 seg.
Dios sale a nuestro encuentro con enorme providencia, mirando cuáles son nuestras circunstancias y sobre todo, cuáles son nuestras búsquedas más profundas. 20 min. 59 seg.
Cristo es la perfecta epifanía de Dios Padre, es decir, lo invisible de Dios ha aparecido en Cristo como luz que colma de gozo al pueblo que ya había sido elegido y que atrae con misericordia a los demás pueblos de la tierra. 4 min. 16 seg.
Somos como aquellos personajes del oriente: reyes de algún pequeño o gran imperio; sabios en lo que es peculiar de nuestra historia, que no ha de repetirse; peregrinos de la Verdad que nos seduce aun sin conocerla plenamente. 39 min. 40 seg.
(1) La epifanía es próxima a nosotros porque los sabios de Oriente son primicias de los pueblos no-judíos. (2) La epifanía es fiesta de la luz que salva, hace entender y deleita santamente. 20 min. 51 seg.
Navidad y Epifanía son dos aspectos del mismo misterio y a la vez la misma alegría. ¡Manifestemos nuestro júbilo por haber recibido de Dios tanto gozo y tanta misericordia! 4 min. 38 seg.
Humildad, despojo y la presencia de la Virgen María muestran la unidad entre el portal de Belén y el monte Calvario; entre el pesebre y la Cruz; entre los invitados a reconocer al Recién Nacido, y los invitados a reconocer al Mesías a las afueras de Jerusalén. 8 min. 51 seg.
Hay cinco momentos de luz en la Biblia: la luz de la creación, la luz de la ley, la luz de la vida de Cristo, la luz de la acción del Espíritu Santo y la luz del cielo. 7 min. 2 seg.
Cuando los reyes magos llevaron sus regalos al Niño Jesús cumplieron, como en germen, lo dicho por el profeta Isaías sobre las riquezas que habrían de llegar a la Ciudad de Dios. Pero, ¿qué debe significar ese gesto para nosotros hoy? 8 min. 31 seg.
Cada epifanía es navidad porque es el nuevo comienzo de la historia de Cristo en nosotros, es un nuevo nacimiento de Jesús en nuestros corazones. 4 min. 11 seg.
Cada elemento de esta hermosa fiesta lo podemos relacionar con nuestra vida, sobre todo aquello de tener bien presente a quien le estamos entregando nuestros tesoros. 10 min. 57 seg.
Jesús ha nacido para mostrarnos quién es Dios y quienes somos nosotros. Él ha nacido para manifestarnos la verdad de Dios y para guiarnos con su luz a la plenitud de la vida eterna. 5 min. 37 seg.
Aquellos sabios de Oriente estaban muy distantes del pueblo elegido: en la geografía, la cultura y la religión. Pero Dios sabe todos los lenguajes y supo cómo hablarles para atraerlos hacia Cristo. 12 min. 29 seg.
Ninguna acción muestra mejor la respuesta de Dios a toda esa búsqueda del corazón humano, esa respuesta que solo encontramos en el rostro de Nuestro Señor recién nacido. 5 min. 48 seg.
Tener necesidad no es un problema si te dejas encontrar por Dios, que estés en la búsqueda de Él no es un fracaso, es el camino a tu victoria. 4 min. 13 seg.
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1.1 La solemnidad de la epifanía debería ir precedida de aquello que decimos en el prefacio de la Santa Misa: "¡levantemos el corazón!" Dios se manifiesta en Jesús: tal es el contenido maravilloso, inagotable, precioso sobre toda hermosura, de esta fiesta singular.
1.2 Ahora pues que la Belleza Increada deja escuchar su voz, y somos convocados a gozarnos en la visión del Eterno, vengan a acompañarnos y sean guías nuestros: un corazón contemplativo, unos oídos capaces de escuchar y un corazón capaz de acoger.
1.3 Jesús entero podría llamarse como se llama esta fiesta: Epifanía. "Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre", dijo él una vez a Felipe (Jn 14,9), y muchas veces a nosotros. Nos lo repite cada vez que sentimos lo que sintió Felipe: "Muéstranos al Padre, y eso nos basta" (Jn 14,8). ¿Has conocido la punzante inquietud que sienten los niños que nunca han conocido a su papá, especialmente cuando llegan a la juventud? ¿Has visto con qué ansiedad buscan ese rostro, esa referencia existencial, esa primera clave de lectura que sólo un papá puede darles? Algo así tiene el alma humana, algo incisivo, que nada puede apagar, algo que nos dice gritar con Felipe. "¡muéstranos al Padre!". La respuesta a este clamor, el descanso de esta zozobra es Jesús: ver a Jesús, reposar en Jesús. Él es nuestra epifanía.
2. El Llamado de la Humildad
2.1 Solemos imaginar lo más bello como más oneroso. Los perfumes delicados, los vestidos finos, las joyas fastuosas significan siempre precios inalcanzables, dinero a montones, costos imposibles. No es así con Jesús. El más bello es también el más humilde; el más santo es también el más cercano; el más sabio es también el más comprensible; el más puro es también el más amigable y el más acogedor. Su grandeza no nos aplasta sino que nos levanta; su pureza no nos humilla sino que nos limpia. Eso es lo grande de esta Epifanía.
2.2 Jesús es el llamado de la belleza sin límites pero también de la humildad sin límites. Porque, en el fondo, la humildad es bella y la belleza es humilde. Un rostro hermoso y petulante puede halagar los sentidos, pero a precio de entristecer el alma, y eso en realidad no es hermosura. Sólo Jesús, en la dulce paz de su presencia sin escándalos, en la serena palabra de su corazón cargado de amor, puede manifestar al hombre esa belleza que no cansa, que no se repite, que siempre refresca. ¡Bendita Epifanía, cúbrenos de tu esplendor y enséñanos el camino a la Felicidad Perpetua!