Lección VI:
La Familia, Escuela de Comunidad

No cabe duda de que el mundo nuevo que Dios quiere crear pasa por la renovación de las familias. Del Antiguo al Nuevo Testamento, la conformación de la pareja y la educación de los hijos son tema continuo de profetas, sabios y apóstoles. Hay una razón fuerte para ello: en la familia se acrisola el alfabeto de la fe, la esperanza y el amor. En la familia "aprendemos a aprender". Por eso, aunque no todos estos textos han sido dichos expresamente para la familia cristiana, en ella tienen su lugar más propio.

VI-A. Saber dar

217. Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche, ni a tus regalos juntes palabras tristes. Vale más la palabra que el regalo. (Sir 18,15-16)

218. Siempre que ofrezcas algo, hazlo con semblante alegre, y paga los diezmos de buena gana. (Sir 35,8)

219. La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente; no la rehúses ni siquiera a los muertos. (Sir 7,33)

220. No te presentes ante el Señor con las manos vacías. (Sir 35,4)

221. El agua apaga el fuego ardiente y la limosna expía el pecado. (Sir 3,30)

222. La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre. (Sir 40,17)

223. La limosna libra de la muerte y no deja caer en las tinieblas. (Tob 4,10)

Véase también: III-E, III-K, V-E

VI-B. Ni condenar ni despreciar

224. Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?; tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Todos hemos de compadecer ante el tribunal de Dios, como esta escrito. (Rm 14,10)

225. Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia. (Sir 3,18)

226. No desprecies al hombre atribulado; recuerda que hay quien levanta y derriba. (Sir 7,11)

227. No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han aprendido de sus padres. (Sir 8,9)

Véase también: III-G, IV-D, V-A, VII-E

VI-C. Orden en la familia

228. Mujeres, someteos a los maridos, como pide el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las irritéis. Hijos, obedeced a los padres en todo, como al Señor le agrada. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no se vayan a desanimar. (Col 3,18-21)

229. Os exhorto a proceder como pide vuestra vocación: con toda humildad y modestia, con paciencia, soportándoos unos a otros con amor, esforzándoos por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. (Ef 4,1-3)

230. Sabéis que entre los paganos los que son tenidos por jefes tienen sometidos a los súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros; antes bien, quien quiera entre vosotros ser grande, que se haga vuestro servidor; y quien quiera ser el primero que se haga vuestro esclavo. Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos. (Mc 10, 42-43)

231. Si en la juventud no has hecho acopio, ¿cómo vas a encontrar en tu vejez? (Sir 25,3)

232. En lo posible, de vuestra parte, tened paz con todos. (Rm 12,18)

Véase también: III-B, V-C, V-D, VII-D

VI-D. Saber hablar y saber callar

233. El necio dice todo lo que piensa; el sabio piensa todo lo que dice. (Sir 21,26)

234. Conversar con un necio es conversar con un dormido. (Sir 22,10)

235. ¿Quién pondrá guardia a mi boca, y a mis labios sello de prudencia, para que no venga a caer por su culpa, y que mi lengua no me pierda? (Sir 23,2)

236. Muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua. (Sir 28,18)

237. A tus palabras pon balanza y peso, a tu boca pon puerta y cerrojo. (Sir 28,25)

238. No salga de vuestra boca ninguna palabra ofensiva, sino una palabra buena que edifique a quien lo necesite y agrade a quien la escucha. (Ef 4,29)

239. Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo. (Sir 23,9)

240. Habla, joven, si te es necesario; dos veces a lo sumo, si se te pregunta. Resume tu discurso, di mucho en poco, sé como quien sabe y al mismo tiempo calla. (Sir 32,7-8)

241. Con los inteligentes ten conversación, y tus charlas versen sobre la Ley del Altísimo. (Sir 9,15)

242. No repitas nunca lo que se dice, y en nada sufrirás menoscabo. Ni a amigo ni a enemigo cuentes nada; a menos que sea pecado para ti, no lo descubras. ¿Has oído algo? ¡Quede muerto en ti! Por una palabra oída ya está el necio en dolores, como por el hijo la mujer que da a luz. (Sir 19,7-9.10-12)

243. El sabio sabe callar hasta el momento oportuno; el presumido y el necio siempre hablan a destiempo. (Sir 20,7)

Véase también: V-F, V-G, X-D

VI-E. Aprender a moderarse y dominarse

244. En todo lo que hagas sé moderado, y no te vendrá enfermedad alguna. (Sir 31,22)

245. Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino. (Sir 31,25)

246. Al trueno se adelanta el relámpago, así al modesto le antecede la gracia. (Sir 32,10)

Véase también: VIII-E

VI-F. Mujeres que merecen elogio

247. Es don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada. Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma. Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden. (Sir 26,14-16)

248. Mujer buena es buen partido que recibe el que teme al Señor: sea rico o pobre, estará contento y tendrá cara alegre en toda sazón. (Sir 26,3-4)

VI-G. Padres e Hijos

249. Más vale morir sin hijos que tener hijos impíos. (Sir 16,3)

250. Honra a tu padre de todo corazón y no olvides los dolores de tu madre; recuerda que ellos te engendraron, ¿qué les darás por lo que te dieron? (Sir 7,27-28)

251. Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Os lo aseguro, quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Mc 10,14-16)

252. El que peca es el que morirá; el hijo no cargará con la culpa del padre, el padre no cargará con la culpa del hijo; sobre el justo recaerá su justicia, sobre el malvado recaerá su maldad. (Ez 18,20)

Véase también: VII-D


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