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Respuestas a tus Preguntas

Pregunta publicada en 20070508:
Nuestra resurreción

Quisiera que me comentara sobre la resurrección; ¿cómo va a ser? -Judith Rodríguez

El punto de partida aquí tiene que ser la Sagrada Escritura, por supuesto, pues hay un pasaje que alude expresamente a lo que preguntas:

Alguno dirá: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué clase de cuerpo vienen? ¡Necio! Lo que tú siembras no llega a tener vida si antes no muere; y lo que siembras, no siembras el cuerpo que nacerá, sino el grano desnudo, quizás de trigo o de alguna otra especie. Pero Dios le da un cuerpo como El quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una es la de los hombres, otra la de las bestias, otra la de las aves y otra la de los peces. Hay, asimismo, cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, pero la gloria del celestial es una, y la del terrestre es otra. Hay una gloria del sol, y otra gloria de la luna, y otra gloria de las estrellas; pues una estrella es distinta de otra estrella en gloria. Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible; se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder; se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. Así también está escrito: El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente. El último Adán, espíritu que da vida. Sin embargo, el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como es el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el celestial, así son también los que son celestiales. Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible. (1 Corintios 15,35-50)

Hay muchas cosas que destacar aquí. Para ir con orden dentro de lo más relevante y para no extendernos demasiado conviene numerar.

  1. La Escritura no sólo afirma la resurrección de Cristo sino nuestra propia resurrección. Así lo decimos también en el credo cada domingo: Creemos en la resurrección de la carne.
  2. La resurrección nuestra implica alguna forma de cuerpo. No es algo sólo del "alma." Cristo no resucitó solamente en el sentido de que su alma inmortal siguió viviendo sino en el sentido realísimo de que su cuerpo no fue encontrado en la tumba custodiada por los soldados romanos. Lo mismo nuestra resurrección, implica un cuerpo, el cual suele llamar la teología "cuerpo glorioso," o sea, colmado, imbuido, inmerso y poseído por la gloria de Dios. Pablo afirma que tendremos también "la imagen del hombre celestial," que no es otro sino Cristo.
  3. Nuestra imaginación no nos ayuda mucho para saber cómo será ese cuerpo. San Pablo considera "necedad" entrar en esa clase de consideraciones. Es como si uno tratara de imaginarse cómo es el árbol que habrá de nacer de una semilla que uno apenas conoce.
  4. Si existe un "cuerpo espiritual," y si al resucitar tendremos esa clase de cuerpo, hay que entender que la Biblia no enseña una guerra entre cuerpo (o materia) y espíritu. Otras filosofías y cultos, como el maniqueísmo, han predicado que son irreconciliables la corporalidad y la espiritualidad pero eso es ajeno a nuestra fe. Lo propio de neustra fe es la santidad del cuerpo, que en otros lugares ya es llamado templo del Espíritu Santo.
  5. Dados los relatos de las apariciones del Resucitado, algunos teólogos han tratado de descorrer un poco el velo de qué podría ser lo propio de los cuerpos gloriosos. por ejemplo, es claro que sus relaciones con el espacio y el tiempo son diferentes de las nuestras, pues vemos que Jesús entra a un recinto estando las puertas cerradas, por ejemplo.
  6. Hay algunos que alcanzan a ver una cierta analogía entre el milagro de la incorruptibilidad y la verdad de la resurrección. En efecto, se ha dado el caso de santos como Bernardita Sobirous, la vidente de Lourdes, cuyo cadáver no se ha corrompido sino que permanece sorprendentemente "fresco" como si ella estuviera sólo dormida. No hay que pensar que su cuerpo es ya glorioso, pero no cabe duda que esa situación, científicamente inexplicable, refleja aunque solo sea un chispa de la victoria sobreabundante de Cristo sobre la muerte.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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