Textos y archivos de
audio por: Fr. Nelson Medina, O.P.
Derechos Reservados © 2003.
L a reproducción de estos textos y archivos de audio, para uso privado o
público, está permitida, aunque solamente
sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/homilias.html.
Retorno
a la página de Homilías
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón
y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Lectura de la carta a los Hebreos [Esquema de la Carta]
12, 1-4
Hermanos: Ya que estamos rodeados de tal nube de testigos,
liberémonos de todo impedimento y del pecado que continuamente nos asalta, y
corramos con perseverancia en la carrera que se abre ante nosotros, fijos los
ojos en Jesús, autor y perfeccionador de la fe, el cual, animado por la alegría
que le esperaba, soporto sin acobardarse la cruz y ahora está sentado a la
derecha del trono de Dios. Fíjense, pues, en aquél que soportó en su persona
tal contradicción de parte de los pecadores, a fin de que no se dejen vencer
por el desaliento.
Ustedes no han llegado todavía a derramar la sangre en su combate contra el
pecado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Cumpliré mis votos en presencia de quienes lo respetan.
Comerán los humildes y se saciarán, alabarán al Señor los que lo buscan; viva
su corazón por siempre.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Al recordarlo retornará al Señor la tierra entera, todas las
naciones se postrarán ante él. Sólo ante él se postrarán los grandes de la
tierra, ante él se inclinarán todos los mortales.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Mi descendencia le rendirá culto, hablarán de él a la
generación venidera, narrarán su salvación a los que nacerán después, diciendo:
«Esto lo hizo el Señor».
Alaben al Señor los que lo buscan.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Aleluya.
† Lectura del santo evangelio según san Marcos
5, 21-43
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al regresar Jesús a la otra orilla, se le
aglomeró mucha gente mientras él permanecía junto al lago.
Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús,
se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia, diciendo:
«Mi niña está agonizando; ven a poner las manos sobre ella para que sane y
viva».
Jesús se fue con él. Mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Una mujer que,
padecía hemorragias desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con los
médicos, que había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno y más bien
había empeorado, oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y
tocó su manto. Pues se decía: “Si logro tocar aunque sólo sea su manto, quedaré
sana”.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y sintió que había quedado
sana. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se
dio vuelta en medio de la gente y preguntó:
«¿Quién ha tocado mi ropa?»
Sus discípulos le contestaron:
«Ves que la gente te está apretujando ¿y preguntas quién te ha tocado?»
Pero él miraba alrededor a ver si descubría a la que lo había hecho. La mujer,
entonces, asustada y temblorosa, sabiendo lo que le había pasado, se acercó, se
postró ante él y le contó toda la verdad.
Jesús le dijo:
«Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz; estás liberada de tu mal».
Todavía estaba hablando cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga
diciendo:
«Tu hija ha muerto; no sigas molestando al Maestro».
Pero Jesús, que oyó la noticia, dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta con que sigas creyendo».
Y sólo permitió que lo acompañaran Pedro, Santiago y Juan, el hermano de
Santiago.
Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y, al ver el tumulto, unos que lloraban
y otros que daban grandes gritos, entró y les dijo:
«¿Por qué este tumulto y estos llantos? La niña no ha muerto; está dormida».
Pero ellos se burlaban de él. Entonces Jesús echó fuera a todos, tomó consigo
al padre de la niña, a la madre y a los que lo acompañaban, y entró adonde
estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:
«Talitha kum» (que significa: Niña, a ti te hablo, levántate).
La niña se levantó al instante y se puso a caminar, pues tenía doce años.
Ellos se quedaron totalmente admirados. Y él les mandó con insistencia que
nadie se enterara de lo sucedido, y les indicó que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de
sumisión a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno.
Pues, aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te
enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos
sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro.
A quien alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Ven, Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que
acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Tabla de Versiones
para estas lecturas:
|
|
Escuchar |
Grabar |
Comentar |
|
Versión 1 |
|||
|
Versión 2 |
|
|
|
|
Versión 3 |
|
|
|
|
Versión 4 |
|
|
|
|
Versión 5 |
|
|
|
1.1 ¡Qué duro pero qué elocuente es el testimonio de la sangre! Ella habla de la vida arrancada y de la vida ofrecida; de la crueldad espantosa y de la misericordia sublime. Donde hay sangre la vida se está perdiendo o se está recuperando. La circulación de la sangre es el ritmo primero y más evidente de ese hilo de tiempo que hemos heredado entre dos eternidades.
1.2 Cristo nos amó hasta la sangre. Su perdón nos llegó en un discurso de sangre. El pecado quedó denunciado con caracteres de sangre. El amor quedó declarado en sus gotas. La cruz que da la gracia está empapada en sangre. Y la alianza fue sellada del único modo que entienden todos los pueblos y todas las culturas: con sangre.
1.3 Por eso es hasta cierto punto natural lo que hoy nos dice la Carta a los Hebreos. Si hemos amado con medida de sangre, la medida del amor que palpita en nosotros es la de la sangre. Hermosa y valiente consigna: amar hasta la sangre.
2.1 Una buena parte del éxito consiste en algo tan sencillo y tan poco ruidoso como saber soportar. Revisemos las vidas de los héroes, de los genios, de los santos, o incluso de los grandes artistas. Hay un denominador común: supieron soportar; supieron resistir; no se doblegaron, aunque a veces tuvieran que doblarse.
2.2 No todo puede resolverse con razones ni todas las contiendas se dirimen con argumentos y palabras. Pasa muchas veces que mostrar quién está en lo correcto es un asunto de tiempo, de fecundidad, de dejar que los frutos y las obras hablen.
3.1 En el evangelio vemos el poder de la palabra de Jesús: <<¡levántate!>>. Yo necesito esa palabra. Necesito escuchar que Jesús me dice esa palabra porque él, que es capaz de vencer a la muerte, puede superar lo que ha muerto en mí. Si mis proyectos, si la gracia preciosa, si mis esperanzas, si mi confianza en un mañana han muerto, hay uno que tiene una voz poderosa, una voz que, adentrándose en la caverna de la noche, arranca su presa a la muerte.
3.2 La palabra de Jesús causa un hecho extraordinario: ¡ha resucitado a una muerta! Y sin embargo lo que sigue es de lo más común y natural: hay que dar de comer a la niña. En esto hay una enseñanza que debemos recoger. Cristo no viene a introducirnos en la Isla de la Fantasía, como si por el solo hecho de creer en él tuviéramos que vivir como en circo, espectáculo tras espectáculo. Muchas veces el propósito de una sanación es restaurar el orden primero, el orden del Creador, y esto implica una existencia que puede ser de lo más normal y común. Tal vez sea ese un motivo para aquella advertencia de no contar a otros lo sucedido.
3.3 Cristo hizo el milagro de esta resurrección en una casa de familia. Y Cristo sigue visitando casas. La niña no estaba en la sala de recibo ni en la puerta de afuera; estaba adentro, muy adentro en el amor y en el dolor de esa familia. Cristo quiere llegar así a las casas: hasta dentro de su amor y su dolor, para también allí pronunciar su palabra hermosa y potente: <<¡levántate!>>.
***
Tenga en cuenta que no todos los prefacios aquí transcritos son de uso normativo. ***
Estos textos litúrgicos y
bíblicos han sido proporcionados con
autorización
a partir de esta completísima página de lecturas en uso en la liturgia
católica.
+
Retorno
a la página de Homilías