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audio por: Fr. Nelson Medina, O.P.
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Oración Colecta
Oremos:
Te rogamos, Señor, que la virgen santa Águeda nos alcance tu perdón, pues ella
fue agradable a tus ojos por la fortaleza que mostró en su martirio y por el
mérito de su castidad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Dios ha elegido a los débiles del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1, 26-31
Hermanos: Consideren que entre ustedes, los que han sido llamados por Dios, no
hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, según los criterios
humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a
los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los
insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada,
para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir
delante de Dios.
En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien
Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra
redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: “El que se gloría, que se
gloríe en el Señor”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 30
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Sé tú mi fortaleza y mi refugio, mi muro de resguardo. Pues eres mi refugio y
fortaleza, por tu nombre, Señor, guía mis pasos.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
En tus manos encomiendo mi espíritu y tu lealtad me librará, Dios mío. Tu amor,
Señor, me llenará de gozo cuando te hayas de mí compadecido.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Líbrame del poder de mi enemigo que viene tras mis pasos. Vuelve, Señor, tus
ojos a tu siervo y por tu amor tan grande, ponme a salvo.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos, porque el Espíritu de
Dios descansa sobre ustedes.
Aleluya.
Evangelio
El que pierda su vida por mi causa, ése la encontrará
Ý Lectura del santo Evangelio según san Lucas
9, 23-26
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, Jesús le dijo a la multitud:
«Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de
cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la
perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de
qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se
destruye?
Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el
Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de
la del Padre y de la gloria de los santos ángeles».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Padre Santo, las ofrendas que te presentamos en la fiesta de tu mártir
santa Águeda; y concédenos la gracia de permanecer siempre firmes en la
confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El martirio, testimonio y ejemplo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre de la gloriosa mártir santa Águeda, derramada, como la de
Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en
su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu
propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo …
Antífona de la Comunión
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les transmito
el Reino, dice el Señor: comerán y beberán a mi mesa en mi Reino.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor y Dios nuestro, que iluminaste el misterio de la cruz en la muerte
gloriosa de tus mártires; escucha nuestra súplica y haz que, fortalecidos por este
sacrificio, nos unamos en Cristo fielmente y trabajemos en la Iglesia por la
salvación de todos los humanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Tabla de Versiones
para estas lecturas:
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Versión 5 |
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1.1 Según antiguas tradiciones, Santa Águeda poseía todo lo que una joven suele desear: Una familia distinguida y belleza extraordinaria. Pero atesoraba mucho mas que todo su fe en Jesucristo. Así lo demostró cuando el Senador Quintianus se aprovechó de la persecución del emperador Decio (250-253) contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con otro esposo: Jesucristo.
1.2 Quintianus no se dio por vencido y la entregó en manos de Afrodisia, una mujer malvada, con la idea de que esta la sedujera con las tentaciones del mundo. Pero sus malas artes se vieron fustigadas por la virtud y la fidelidad a Cristo que demostró Santa Águeda.
1.3 Quintianus entonces, poseído por la ira, torturó a la joven virgen cruelmente, hasta llegar a ordenar que se le corten los senos. Es famosa la respuesta de Santa Águeda: <<Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?>>. La santa fue consolada con una visión de San Pedro quién, milagrosamente, la sanó. Pero las torturas continuaron y al fin fue meritoria de la palma del martirio, siendo echada sobre carbones encendidos en Catania, Sicilia (Italia).
2.1 Mucha gente tiene la idea de que los milagros fueron un gran atractivo en la difusión del Evangelio, en los primeros tiempos. Esto no es cierto, hablando con propiedad. No porque los prodigios y milagros carecieran de atractivo en aquella época. De hecho, siempre es interesante ver cosas raras. Mas en aquellos tiempos lo <<raro>> era casi <<frecuente>> porque no faltaban, como tampoco faltan ahora, legiones de curanderos, brujos, invocadores de espíritus, predicadores de cultos extraños, vendedores de sueños, o... simples embaucadores.
2.2 En una época en que la ciencia, como la conocemos, no existía, todo se consideraba mediado por fuerzas extrañas o espíritus misteriosos, y es evidente que un ambiente así hace crédula a la gente, en un sentido, pero, en otro sentido, la hace menos propensa a sobrevalorar que alguien haga cosas <<raras>>.
2.3 Es por eso notable que en los breves datos que tenemos de la vida y martirio de Águeda no aparece un solo milagro de ella. Su milagro fue su fortaleza; su milagro fue su pureza. Ser fuerte en un ideal hasta entregar la vida por él; ser puro en medio de una sociedad que considera normal y obligado un comportamiento sexual desmesurado: ¡eso sí que habla de un Espíritu con E mayúscula! ¡Eso sí que canta la gracia del Cielo! Y eso es lo que vemos hoy en Águeda, virgen y mártir.
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Tenga en cuenta que no todos los prefacios aquí transcritos son de uso normativo. ***
Estos textos litúrgicos y
bíblicos han sido proporcionados con autorización
a partir de esta completísima página de lecturas en uso en la liturgia
católica.
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