Textos y archivos de
audio por: Fr. Nelson Medina, O.P.
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Oremos:
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu
voluntad, para que tu pueblo santo aumente en numero y crezca en santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Lectura del libro de los Números
21, 4-9
Por aquellos días, los israelitas partieron de la montaña de
Hor camino del mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. En el camino, el
pueblo comenzó a impacientarse y a murmurar contra el Señor y contra Moisés,
diciendo:
«¿Por qué nos han sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay
pan ni agua y estamos ya hartos de este pan sin consistencia».
El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que los
mordían. Murió mucha gente de Israel, y el pueblo fue a decir a Moisés:
«Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje
de nosotros las serpientes».
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Fabrica una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido
mordidos y la miren quedarán curados».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era
mordido por una serpiente, miraba a la
serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Señor, atiende mi oración.
Señor, atiende mi oración, llegue hasta ti mi súplica; no me
ocultes tu rostro cuando estoy angustiado, escúchame cuando te invoco,
respóndeme en seguida.
Señor, atiende mi oración.
Los paganos honrarán tu nombre, Señor, y todos los reyes de
la tierra te engrandecerán, porque tú, Señor, reconstruirás Sión y manifestarás
así tu gloria, atenderás la súplica del desamparado y no rechazarás su oración.
Señor, atiende mi oración.
Que se escriba todo esto para las generaciones futuras, para
que el pueblo que va a ser creado alabe al Señor; pues el Señor miró desde su
alto templo, desde los cielos se fijó en la tierra, para atender los lamentos
de los cautivos y liberar a los condenados a muerte.
Señor, atiende mi oración.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo el que lo
encuentra vivirá para siempre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
† Lectura del santo Evangelio según san Juan
8, 21-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
«Yo me voy. Me buscarán, pero morirán en su pecado. Ustedes no pueden venir
adonde yo voy».
Los judíos comentaban entre sí:
«¿Pensará suicidarse y por eso dice: “Ustedes no pueden venir a donde yo voy?”»
Entonces Jesús declaró:
«Ustedes proceden de abajo; yo, en cambio, vengo de arriba. Ustedes pertenecen
a este mundo; yo no. Por eso les dije que morirían en sus pecados; porque si no
creen que yo soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron:
«Pero, ¿quién eres tú?»
Jesús les respondió:
«Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas
cosas que decir y condenar de ustedes. Pero lo que yo digo al mundo es lo que
oí al que me envió, y él dice la verdad».
Ellos, sin embargo, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del
Padre. Por eso Jesús añadió:
«Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces reconocerán que yo soy.
Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del
Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago
siempre lo que le agrada».
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación, perdona
nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu
grandeza y, por la fuerza de la cruz, el mundo es juzgado como reo y el
Crucificado exaltado como juez poderoso.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos
diciendo:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
Oremos:
Concédenos, Dios todopoderoso, que la continua participación en tus sacramentos
nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Tabla de Versiones
para estas lecturas:
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1.1 El mal se oculta, porque mal y tinieblas se hermanan bien. Por eso suele suceder que la primera victoria sobre el mal es sacarlo a luz, sea mediante la denuncia de su perversidad, sea mediante la obra misma de abrir otros caminos, pues el mal gusta de presentarse como <<inevitable>>.
1.2 Algo así fue lo que sucedió en el relato que nos trae la primera lectura de hoy. Si hay un animal astuto es la serpiente. Su modo de esconderse es su gran fuerza al momento de atacar. Pues bien, la serpiente de bronce, indefensa y exhibida en derrota, es la imagen misma del mal desenmascarado, denunciado, maniatado.
1.3 Es interesante aplicar este principio a nuestra vida. Los males ocultos corresponden a varias cosas. Por ejemplo: las mentiras que nos gusta creer. Pensamos que somos buenos pero detestamos que se nos exija serlo. Simplemente queremos creer que sí somos buenos, sin examen, sin confrontación, sin exigencia. Como un modo de acariciarnos en secreto. De pronto llega esa confrontación. Alguien nos pide algo que nos cuesta. Nos sentimos <<incómodos>>. ¿Por qué? Porque una verdad está a punto de revelarse: no éramos lo que parecíamos ser.
1.4 Otros males reposan en una penumbra que el psicoanálisis llama el <<inconsciente>>. Muchos recuerdos terribles y heridas espantosas están sepultados bajo la presión de <<mecanismos de defensa>> con los que nos sentimos aliviados, aunque sólo sea falsamente aliviados. Una buena terapia, ojalá psicológica y espiritual, va sacando a luz mucho de esa basura, con lo que ciertamente alcanzamos libertad. El mal desenmascarado pierde poder.
2.1 El evangelio de hoy nos ofrece la gran pregunta y el gran enigma. La gran pregunta está en labios de los enemigos de Cristo: <<¿Tú quién eres?>>. Lo inquieren, sin duda, para atraparle, para acusarle, para juzgarle. Pero, en fin, ahí queda enunciada su cuestión. Y es una cuestión hondísima: ¿Quién es Jesús?
2.2 El gran enigma es la respuesta del Señor. La traducción
que acompaña estas palabras se lee así: <<Precisamente es lo que les estoy
diciendo desde el principio>>. Otras traducciones dicen: <<El que al principio también os he dicho>>
(Reina Valera); <<Exactamente lo que acabo de decirles>> (Edición
Latinoamérica); <<Desde el principio, lo que os estoy diciendo>>
(Biblia de Jerusalén). Es una frase extremadamente difícil de traducir. Es la
frase enigmática por excelencia.
2.3 Guiados por algunas explicaciones de la Biblia de Jerusalén, algo podemos entender, sin embargo: la unión que hay entre el ser de Cristo y su propia palabra. Su ser y su hablar se esclarecen mutuamente, casi como si dijera: <<soy mi palabra; siempre lo he sido>>, es decir: <<desde el principio no soy distinto de lo que escuchan, no soy diferente de lo que ven>>. Por otra parte, esta expresión, que nos parece asaz oscura, sería, paradójicamente, la manifestación misma de la transparencia de Cristo: <<soy lo que manifiesto ser>>. ¡Adorable, Señor, tus misterios nos fascinan y desbordan a la vez!
*** Tenga
en cuenta que no todos los prefacios aquí transcritos son de uso normativo. ***
Estos textos litúrgicos y
bíblicos han sido proporcionados con
autorización
a partir de esta completísima página de lecturas en uso en la liturgia
católica.
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