Textos y archivos de
audio por: Fr. Nelson Medina, O.P.
Derechos Reservados © 2003.
La reproducción de estos textos y archivos de audio, para uso privado o
público, está permitida, aunque solamente
sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/homilias.html.
Retorno
a la página de Homilías
Oremos:
Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones
y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Liturgia de la Palabra
Lectura del libro del profeta Oseas
14, 2-10
Esto dice el Señor Dios:
«Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir.
Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle:
Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que
solemnemente te prometemos.
Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos
a llamar dios nuestro a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra
piedad el huérfano.
Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan,
porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío, mi
pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces como el álamo,
y sus renuevos se propagarán, su esplendor será como el del olivo y tendrá la
fragancia de los cedros del Líbano.
Volverán a vivir bajo mi sombra: cultivarán los trigales y las viñas, que serán
tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés
siempre verde, y gracias a mí tú das frutos.
Quien sea sabio que comprenda estas cosas, y quien sea prudente que las
conozca. Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los
pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y fracasan».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Yo soy tu Dios, escúchame.
Oyó Israel palabras nunca oídas: «He quitado la carga de tus
hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré.
Yo soy tu Dios, escúchame.
Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá,
junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia. ¡Israel, si quisieras
escucharme!
Yo soy tu Dios, escúchame.
No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses
extranjeros, porque yo, el Señor,
soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro.
Yo soy tu Dios, escúchame.
¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis
mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel
silvestre».
Yo soy tu Dios, escúchame.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse, dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le
preguntó:
«¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»
Jesús le respondió:
«El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor;
amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no
hay otro fuera de él; y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas
las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del Reino de Dios».
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Liturgia Eucarística
Mira, Señor, con benevolencia los dones que te presentamos;
que te sean agradables y se conviertan para nosotros en fuente de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno.
Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro
espíritu, nos fortaleces y recompensas por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria,
unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando
humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios.
Oremos:
Que la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos
obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Tabla de Versiones
para estas lecturas:
|
|
Escuchar |
Grabar |
Comentar |
|
Versión 1 |
|||
|
Versión 2 |
|||
|
Versión 3 |
|||
|
Versión 4 |
|||
|
Versión 5 |
|||
|
Versión 6 |
|||
|
Versión 7 |
1.1 Todo pecado es una falsa confianza. Es apoyarse en algo que no es firme, que nos va a engañar, que se va a quebrar, que no va a permanecer. Por lo mismo, convertirse es descubrir o redescubrir lo que significa apoyarse en el que es firme, que no se va a quebrar, que no nos va a traicionar. Convertirse es aprender a confiar.
1.2 Debería entonces ser muy sencillo convertirse; pero, como se ve, todo depende del momento en que uno empiece a darse cuenta de que está en el lugar equivocado. En cierto sentido a uno tiene que fallarle <<Asiria>> para poder decir como el profeta: <<ya no nos salvará Asiria>>. Y por eso es difícil arrepentirse: no porque sea difícil acercarse al Dios de amor y salud, sino porque para acercarse a Él uno tiene que haber descubierto las grietas y caídas de los falsos cimientos.
2.1 El tema del arrepentimiento nos conduce al tema de la gracia. Bendito Dios. Siempre sucede así.
2.2 El arrepentimiento nos lleva a una verdad: somos más capaces de herir que de sanar. Tenemos más poder para destruir que para construir. Por eso los despojos de nuestra vida rota son a veces la única ofrenda que podemos presentar ante Dios. Y esa verdad nuestra le arranca de las entrañas su propia y maravillosa verdad: <<Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan>>. He aquí el rostro vivo de la gracia.
2.3 Lo más grande que puede pasarle a uno en la vida es descubrir la palabra <<gracia>>. Y para eso existe la cuaresma.
3.1 Una pregunta directa provocó una respuesta directa: Uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: <<¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?>> Jesús le respondió: <<El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos>>.
3.2 Es bueno recordar ese lenguaje escueto porque en un mundo plagado de fachadas y máscaras es fácil acostumbrarse a disculparlo todo o justificarlo todo o venderlo todo. El orden empieza siempre con un pensamiento claro en la mente; una idea llena de luz atrae a otras. Y hoy Jesús nos da esa clave fundamental, ese primer principio que iluminó su alma santa y que quiere iluminar también nuestras vidas.
3.3 La palabra fundamental en la respuesta de Jesucristo no
la podemos perder: AMA. El resto de su respuesta es esencial también, porque
todo depende de a quién ames y con qué amor. Tal fue el regalo que nos dio con su
vida y su muerte. Bien podemos resumir la existencia de Cristo diciendo que fue
una gran cátedra de amor en la que aprendimos que hemos de amar para vivir y
hemos de aprender a amar para vencer a la muerte y alcanzar la vida que no
muere.
***
Tenga en cuenta que no todos los prefacios aquí transcritos son de uso normativo. ***
Estos textos litúrgicos y
bíblicos han sido proporcionados con
autorización
a partir de esta completísima página de lecturas en uso en la liturgia
católica.
+
Retorno
a la página de Homilías