Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 07 de 10: Conocimiento de sí, parte 3 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 7 de 10: Conocimiento de sí, parte 3 de 4

* Si se superan, por lo menos en su mayor parte, el anillo exterior de maleza, y el anillo interior de oscuridad que rodean el santuario interior de la conciencia, allí donde Dios deja oír más claramente su voz, ¿qué es en ese momento conocerse a sí mismo? El proceso puede ser descrito en ocho etapas, que tienen como fundamento común el propio ser, descubierto como:

(1) Recibido. “Yo soy la que no soy; tú eres el que eres,” exclama Catalina, con certeza que no es simplemente metafísica sino que hunde su raíz en la experiencia de gratuidad que está en la base de todo su ser. Al saber que no nos hemos dado el ser, sabemos también que quien conoce mejor nuestro ser, y quien puede llevarlo a plenitud, es quien lo ha dado.

(2) Profanado. De Dios todo ha salido bien. “Vio todo lo que había hecho, y todo era bueno” (Génesis, capítulo 1). La maldad entonces, la que se aposenta en nuestra vida, equivale a ensuciar la hermosa obra de Dios: es como una profanación que distorsiona e inutiliza el bien recibido.

(3) Necesitado. Si no se deja llevar por el cinismo o la desesperación. el hombre llega a reconocer su indigencia. Se trata de una profunda insatisfacción que tiene en sí la semilla para movernos a nuestra condición más auténtica y verdadera.

(4) Iluminado. La luz de la razón alcanza incluso para dejarnos saber que en la raíz de nuestro descontento hay hechos, actos y actitudes específicas que deben cambiar. He aquí el comienzo del interés por las verdaderas virtudes, en las cuales uno encuentra algo qué admirar y algo en qué trabajar.

(5) Compadecido. No hay razón de mérito que explique por qué Cristo ha venido a nuestra tierra, participando en todo de lo que somos, menos en el pecado, que no tiene ser. En Cristo encuentro a la vez uno que tiene todo para ser admirado pero que además ha hecho camino junto a mí: es sumo sacerdote perfecto y compasivo a la vez, como indica la Carta a los Hebreos.

(6) Restaurado. A través del perdón y el amor, el ser humano experimenta un primer sorbo de alegría, de reconciliación y de paz. Puede hablarse de una conversión, y sobre todo, de un gran deseo de avanzar por el Puente.

(7) Peregrino. En compañía de sus hermanos en la fe, y alimentado con la doctrina y los sacramentos, el hombre avanza en Cristo. Comprende que su horizonte y destino sólo puede ser Dios. En las dificultades y caídas tiene a la Madre y Maestra, que es la Iglesia.

(8) Unido – unificado. Deseablemente, es el término de esta historia. Es allí donde el hombre descubre que no le engañaba su conciencia cuando lo empujaba una y otra vez a la conversión, a l amor y a la esperanza.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 08 de 10: Conocimiento de sí, parte 4 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 8 de 10: Conocimiento de sí, parte 4 de 4

* El conocimiento de sí mismo no es un ejercicio en la pasividad o la sola introspección. Hay por lo menos cinco sugerencias específicas y prácticas que deben tenerse en cuenta:

(1) Salir del río. En el lenguaje de Santa Catalina: permanecer en la celda del conocimiento de sí mismo. Esta resolución interior va más allá de las circunstancias puramente externas. Supone en todo caso, distancia frente al barullo, arrogancia y seducción que son propios del “río,” y que envuelven a tantos.

(2) Meditación “sazonada.” La carne sin sazón no es agradable. El sazón puro no es agradable. Hay que saber combinarlos. Esa es la imagen, completamente doméstica, con que Catalina desea inculcar que al recordar quiénes somos no podemos olvidar qué ha hecho Dios, y quién ha sido para nuestro bien. Y al saber un poco más de Él, o sentir que avanzamos hacia Él, no podemos olvidar de dónde nos ha sacado Él, y en cuánta fragilidad vivimos continuamente.

(3) La Ruta de la Palabra. Al examinar qué papel cumple el don del lenguaje humano con respecto a la fe, Catalina descubre, iluminada por el Señor, que tres son las funciones de la palabra: acusar las propias faltas; darle alabanza a Dios; y edificar al prójimo. Esa misma ruta marca la vida de aquel que practica el conocimiento de sí mismo, de modo que todo en nosotros mire a esos objetivos.

(4) No perder de vista las verdaderas virtudes. Son una referencia directa, bastante objetiva, que evita que el mero subjetivismo se convierta en criterio de crecimiento espiritual.

(5) Cultivar espíritu de familia. nuestra familia son los “amigos fuertes de Dios,” que decía la Doctora de Ávila, es decir: los ángeles y santos.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 09 de 10: Oración

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 9 de 10: La Oración

* La mayor parte del conocimiento de sí mismo en Dios acontece cuando estamos de modo más claro abiertos a su gracia, su Espíritu y su amor. Así sucede sobre todo en la oración. Sin oración no hay vida en el alma.

* La estructura básica de la oración es cíclica, según lo que ya se explicó de la meditación “sazonada.” La oración es como una danza del Espíritu Santo en el corazón humano, que nos lleva a contemplar las grandezas del amor de Dios y el tamaño de las muchas necesidades nuestras en términos de perdón, peticiones, misericordia, y demás. Teniendo eso claro, algunas anotaciones adicionales vienen al caso:

(1) Sobre la oración vocal y la oración mental. Se simplifican y comprenden mejor las cosas si entendemos por oración “vocal” aquella que recibimos de otras personas, y que por eso, típicamente, la decimos con nuestra voz, es decir, la recitamos. Leer los salmos, incluso si se hace sin proferir sonidos, es oración vocal. Es falso el dilema que pretenden poner algunos protestantes, entre “rezar” y “orar.” Si la diferencia entre las dos es que “rezar” es malo porque implica repetir palabras de otros, entonces Jesús nos indujo a algo malo cuando dijo que oráramos diciendo (repitiendo) el Padrenuestro. Él mismo recitó salmos, hasta la hora de la Cruz. Todos empezamos por la oración vocal, y a ella hay que volver cuando la atención se dispersa sin remedio, porque la oración vocal cumple la misma función que cumplen las repeticiones cuando uno está aprendiendo a hablar, o cuando aprende un nuevo idioma. Pero hay que ir más allá de la repetición: hay que poner el corazón y elevar la mente; hay que ponderar y degustar lo que uno dice; hay que atesorarlo en la memoria y volver a reflexionar sobre ello a menudo. De esa manera la oración crece y hace bien.

(2) Propósitos y disciplina. Hay dos riesgos en esto; dos extremos: En un extremo, la falta de toda disciplina (por ejemplo, un horario) lleva fácilmente a la mediocridad, el descuido y el abandono de la oración. En el otro extremo, la obsesión por cumplir tato tiempo de oración o decir tantas oraciones puede llevar a un legalismo estéril que seca y endurece el alma. Catalina sabe que la disciplina es necesaria pero también sabe que mientras queremos con prudencia, que ella llama “discreción,” seguir nuestros buenos propósitos, debemos estar abiertos a la inspiración de Dios y a la vez trabajar en la purificación de la intención, de modo que no sean los consuelos o emociones lo que nos mueva ni lo que nos sostenga. A la vez, la inspiración momentánea que eleva la devoción, aunque no debe ser despreciada, tampoco debe reemplazar el ritmo constante y disciplinado que ayuda como criterio de perseverancia y crecimiento.

(3) Sobre el valor de la intercesión. Cuando reflexionamos en lo que significa que Cristo haya querido, con amor y obediencia, ser “Puente,” entendemos que esa es la misión que asumimos, aunque en pequeña escala, cuando hacemos intercesión por los hermanos. Pero esa unión con el Crucificado es también una fuente muy fuerte de caridad, de modo que Catalina asegura que el primer acto de caridad ha de ser orar por el hermano. Acto primero también en el sentido de servir de criterio y de luz para todos los demás bienes que queramos o debamos hacer al prójimo. Sin el beneficio de luz que trae el orar por una persona es muy fácil que el bien pretendido no sea el bien verdadero.

(4) Y nunca olvidar que, como dijo Dios a esta santa: el alma humana fue creada por amor y fue hecha de amor, de modo que la oración es alimento que alimenta. Todo su fruto y grandeza proviene de ser, expresar y celebrar el amor que ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado (Romanos 5).

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 10 de 10: Antropología Teológica

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 10 de 10: Antropología Teológica

* El término del camino del conocimiento de sí mismo está en aquello que dice la Santa: que el alma esté en Dios, y Dios en el alma, como el pez está en el agua y el agua en el pez. El ser humano es ininteligible, y profundamente infeliz, si pierde su relación de amor con Dios, su Padre. Por eso la verdadera antropología es siempre hija de la mejor teología.

* Por eso, después de hablar del conocimiento de sí, y de los caminos de la oración, hemos de preguntarnos qué ser humano surge y se levanta con la fuerza del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Catalina, en esto heredera de una rica tradición agustiniana, presenta la semejanza original y final del ser humano en términos trinitarios:

* Hay tres potencias en el alma: memoria, inteligencia y voluntad. La voluntad tiene hambre de amor; la inteligencia tiene hambre de sabiduría; la memoria se ensancha para dar cabida a aquello que ha dejado huella, aquello que ha mostrado poder.

* Pues en Dios están estas tres, que por apropiación se describen así: En Dios Padre brilla el poder; en Dios Hijo, la sabiduría; en Dios Espíritu Santo, el amor.

* Y así vemos que la doctrina espiritual de Santa Catalina es como un círculo, o como una espiral: aquello que mencionamos al principio, que el hombre está hecho para Dios, se divisa con mayor claridad al término de nuestro recorrido. Y ese término nos invita a mirar con mayor ardor la “orilla” de Dios, y a caminar con mayor convicción por ese Puente.

Catheriniana – 01, El Santo Deseo, parte 1

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 1: El Santo Deseo. Qué es y en qué consiste.

* El Papa Francisco ha hablado varias veces sobre la Iglesia “en salida,” es decir, sobre una característica muy profunda de la fe cristiana: no puede limitarse a embellecer o asegurar la propia vida, ni tampoco contenerse en una comunidad específica, por ejemplo, un grupo de personas que se consideren a sí mismas como “los perfectos.”

* En los escritos de Santa Catalina hay una expresión que apunta en la misma dirección: el Santo Deseo. Muy en conformidad con su manera de verse a sí misma cuando dijo: “Mi naturaleza es fuego,” el santo deseo es una fuerza, un dinamismo que lleva a buscar el bien mayor; a no contentarse con lo ya logrado; a crecer en la fe, el amor y las demás virtudes; y a buscar con perseverancia la extensión del reinado de Cristo.

* A ojos de Catalina, no cabe que un cristiano simplemente se resigne ante el mal circundante, sea por cobardía, pereza, orgullo u otra razón. En esto hay también una profunda concordancia con la enseñanza del Papa Francisco, el cual ha denunciado vigorosamente el “egoísmo triste” como mal típico de nuestra tiempo, dentro y fuera de la Iglesia.

* El Santo Deseo es una expresión o fruto del amor de Dios en nosotros, y en ese sentido tiene su fuente en el Espíritu Santo. Pero no se limita al amor. Catalina habla de un cuchillo de doble hoja, que tiene amor y también odio. No basta querer el bien si no se odia lo que lo destruye, es decir, si no se toman medidas coherentes, sabias y sostenidas de vigilancia para que las “raposas” no arruinen los viñedos.

* El Santo Deseo tiene así dos dimensiones, que podemos llamar “femenina” (en el anhelo de entregarse al amor y reposar en él), y “masculina” (en la resolución de vencer los obstáculos y proteger con celo los bienes recibidos.

Catheriniana – 02, El Santo Deseo, parte 2

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Tema 2: El Santo Deseo y su relación con la acción del Espíritu Santo.

* El Santo Deseo es fruto de la presencia y la acción del Espíritu Santo en nosotros. Iluminando nuestra inteligencia, el Espíritu nos deja percibir la distancia entre lo que el mundo es y lo que Dios querría que fuese. Haciendo arder nuestra voluntad, el Espíritu nos permite experimentar como dolor la manera como el mundo a menudo da la espalda al plan de Dios. Centrando todo nuestro ser en Cristo, el Espíritu nos deja ver el camino que va del ser al deber-ser.

* Esa conciencia llena de luz y esa voluntad que com-padece tienen ya un mérito en sí mismas: son vínculo de unión de caridad con el sufrimiento de Cristo, especialmente en su intercesión ferviente en Getsemaní.

* Mas hay ocasiones en que el Espíritu nos habla, recordando y grabando profundamente en nuestro ser la voz de Cristo. En tales ocasiones el Espíritu nos da “consejos de Evangelio,” o “consejos evangélicos,” que de un modo intenso y en completa consonancia con las circunstancias concretas que nos rodean, indican qué hacer, incluso si ello puede parecer difícil o ridículo a nuestra propia conciencia. No se trata de cometer pecados sino de dar pasos audaces, que pueden parecer improbables pero que resultan inmensamente útiles con una eficacia que va mucho más allá de nuestras previsiones. Es algo así como entregar el timón al Espíritu en una acción específica.

* Hay testimonios de acciones semejantes en las vidas de los santos, cuando sus acciones podían parecer extrañas, y sin embargo, en retrospectiva se ve que no fueron hechas por búsqueda de algo exótico, incorrecto o excéntrico sino bajo la guía del Espíritu. Cuanto más se crece en fidelidad al Espíritu, mayor certeza en reconocer su paso y ser capaz de seguir su voz.

Catheriniana – 03, El Santo Deseo, parte 3

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Tema 3: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión.

* Uno de los aspectos más hermosos del “santo deseo” es que unifica el amor a Dios y al prójimo. Esta es, por lo demás, una consigna muy clara en el Nuevo Testamento. 1 Juan 4,20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” Santiago 2,18: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (La fe apunta hacia Dios; las “obras” apuntan hacia las necesidades del prójimo. Son inseparables). Mateo 22,35-40: “Uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

* San Ireneo de Lión nos enseña que “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios.” Allí donde se rompen las cadenas que nos deshumanizan, es decir, el pecado, la ignorancia, la muerte, la injusticia o la miseria, allí se deja ver la gloria divina porque aparece en plenitud se plan, su sabiduría, su poder y su compasión. Puesto que somos imagen y semejanza de Dios, todo lo que empaña esa imagen es a la vez daño para nosotros y ocultamiento de la gloria de nuestro Creador. por la misma razón, lo que limpia nuestro ser y deja ver esa imagen bendita glorifica a Dios y constituye nuestro más genuino bien.

* El Santo Deseo nos saca de nosotros mismos, es decir, de la comodidad y la falsa seguridad, y nos pone, como quiere el Papa Francisco, “en salida” hacia nuestros hermanos. No cabe aquí la pasividad, que sería complicidad, ni la indiferencia, que sería crueldad.

* Como todo lo que es grande, el Santo Deseo puede ser deformado de varias formas que le quitan su sentido y su eficacia. Es bueno saber de estas deformaciones y peligros para evitarlos. Son cuatro principalmente:

(1) El fanatismo y la imposición: cuando un supuesto exceso de “celo apostólico” hace que agobiemos al prójimo para que se convierta según nuestro gusto o en nuestros tiempos. Sucede también cuando se confunde evangelizar con imponer una determinada cultura.

(2) La delegación cómoda: cuando tranquilizamos con mentira nuestra conciencia creyendo que basta con “no hacerle mal a nadie” y pensamos que si uno cumple con sus deberes ya no se le puede pedir más como cristiano. A menudo esta forma de egoísmo cómodo va unida a la idea de que en la Iglesia hay unos (curas y monjas, por ejemplo) que serían los únicos encargados de la evangelización.

(3) La falsa misericordia: cuando salimos de nosotros mismos y vamos al encuentro del hermano en su necesidad pero, por una falsa compasión, lo dejamos en su condición de pecado, quizás porque nos parece muy difícil que cambie a fondo su comportamiento. En esto hay un engaño hacia el prójimo y una falta de fe en la fuerza del Evangelio para realmente transformar la vida.

(4) El activismo: cuando consideramos que en el mucho hacer está el mucho lograr. La realidad es que cuando el Santo deseo es auténtico, primero “quema” el corazón con un suave y profundo dolor que se convierte en anhelo incontenible por la gloria divina y fortísima compasión por el prójimo, todo ello en oración y penitencia. De ese horno saldrán las palabras encendidas y los gestos verdaderamente elocuentes que alcanzarán frutos verdaderos.

Catheriniana – 04, El Santo Deseo, parte 4

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Tema 4: El Santo Deseo como fuente de comunión.

* La evangelización es un movimiento de salida que conlleva el impulso y la alegría de ir con la Buena Nueva en busca de los corazones de Dios tan amados. Pero la evangelización también es “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Juan 11,52). El Santo Deseo, que es obra del Espíritu en el alma humana, es motor que nos empuja a “salir” pero es también acogedora hoguera que nos invita a “reunir.”

* Reunir es también el verbo que hace posible la Iglesia, pues “ekklesía” quiere decir “convocada.” La Palabra de salvación y el Espíritu que nos hace hijos tienen por meta, no la dispersión de unos beneficiarios, sino la comunión entre aquellos que se saben renacidos de un mismo Amor. Consecuentemente, el Santo Deseo quiere constituir comunidad, aún más: familia espiritual en la que cada uno es sostenido y a la vez ayuda a sostener a otros.

* Es importante ponderar la calidad de ese amor. No tiene su base en simpatías, conveniencias o intereses. Es amor ante todo de admiración y de gratitud hacia Dios, que hace obras preciosas en sus hijos. De ahí deriva un profundo respeto, que no mira a las clases sociales o al nivel económico o educativo, sino solamente a la conciencia de estar delante de una obra en la que Dios ha invertido hasta su Sangre; obra en la que sigue trabajando.

* El Santo Deseo se convierte así en tierna, limpia y perseverante solicitud por el bien del hermano, como única actitud lógica ante la historia de salvación que cada uno es. Cuidamos y ayudamos a cultivar lo que Dios está haciendo, y así se conjugan la delicadeza, la pureza y, allí donde es necesario, la firmeza, de modo que cada uno alcance la plenitud a la que ha sido llamado.

Catheriniana – 05, Teología del Amor, parte 1

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Tema 5: Introducción a la Teología del Amor

* Santa Teresa del Niño Jesús descubrió, al llegar a la madurez de su breve vida, que su vocación era el amor: “En el corazón de la Iglesia, yo seré el amor…” La experiencia de Santa Catalina es semejante, en cuanto que ella descubrió el lugar absolutamente central de amar pero hay dos diferencias: (1) Catalina ve que amar es plenitud a la que todos estamos llamados como una auténtica vocación; (2) Esa convicción marca toda su enseñanza y marcó toda su vida.

* Es interesante recorrer la vida de Catalina y descubrir las fuentes donde ella aprendió a amar. Está en primer lugar su familia: numerosa, llena de vida y de afecto. Pero lo decisivo empieza con aquella visión que tiene hacia los seis o siete años de edad. Como San Pablo, ella podrá decir, ya desde esa temprana edad, “Cristo me amó, y se entregó por mí” (véase Gálatas 2). Aún más: ya de niña percibe que Dios es suficiente (“Sólo Dios basta,” dirá Santa Teresa de Jesús, un par de siglos después). Quiere ser ermitaña y considera que puede prescindir de todo y de todos porque Dios velará por ella.

* Esa certeza de que Dios es fuerte, bondadoso, sabio y ante todo, providente, permea toda la experiencia espiritual de Santa Catalina. Cuando la familia se opone a su forma de vida ascética y orante; cuando pretenden prepararla para matrimonio; cuando tiene que hablar ante el Capítulo General de los Dominicos, o cuando se ve a las puertas de la muerte en la ciudad de Florencia: en todos esos casos, ser amada significa para ella ser sostenida, protegida, guiada.

* La experiencia del amor que tiene Catalina es entonces la del Dios que permanece, el Dios del que uno se puede fiar, el Dios que supera nuestros planes y los de nuestros adversarios, el Dios que nos invita, dándonos el testimonio de su Hijo, a apoyarnos en Él. Dejarse amar es descubrir a Aquel que “es,” y descubrir en cambio que todo lo demás, incuyéndonos nosotros mismos “somos los que no somos.”

* La experiencia de fortaleza en la soledad no es experiencia de aislamiento sino simplemente saber que lo que no cabe esperar de las creaturas sí puede y debe esperarse de Dios Padre Creador.

Catheriniana – 06, Teología del Amor, parte 2

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Tema 6: Los Nombres del Amor de Dios

* De tres maneras principales habla la teología cristiana sobre el amor: (I) El amor que recibimos de Dios; (II) El amor que le tenemos a Dios; (III) El amor que, viniendo de Dios, a través de nosotros llega al prójimo. En esta ocasión hablaremos según la primera de estas maneras.

* Para Catalina, hay tres palabras que describen mucho del amor que viene de Dios: misericordia, providencia y luz o guía.

(1) Misericordia es aquella dimensión del amor que surge ante la necesidad patente del prójimo. Es el amor en acto de comprender, compadecer y ayudar. La misericordia Es en sí misma un prodigio que desborda la capacidad explicativa de la razón humana porque el amor compasivo de Dios junto lo que parece opuesto: la santidad con el pecador; la grandeza con la finitud; la luz con la densa oscuridad de nuestras ignorancias y errores.

La misericordia es tan propia de Dios que no se puede deslindar de su propio ser. y esto significa que en todo cuanto es y hace, Dios muestra su misericordia. Por lo mismo, hemos de acostumbrarnos a valorar el actuar divino no desde aquello que creemos que nos conviene, nos gusta o es compatible con nuestras expectativas sino a partir de la certeza de que la causa última y motivación primera de todo su obrar es el amor misericordioso que les es propio.

La misericordia aparece así como una óptica que recubre la naturaleza, la historia y la eternidad. Guiados por el don del Espíritu Santo, llegamos a discernir la presencia de ese amor en las criaturas todas; y en los los hechos de la propia historia y en los acontecimientos del mundo; y en la gloria celeste y aún en el infierno, como se atreve a afirmar Santa Catalina.

(2) Providencia es la capacidad de administrar el bien de modo que el tiempo sea un instrumento que conduce a plenitud en la criatura y a la realización de la divina voluntad. La Providencia brilla en muchos textos bíblicos, especialmente en la historia de Abraham que fue guiado paso a paso desde las tinieblas del paganismo hacia una relación cada vez más plena con el amor de Dios.

De Abraham aprendemos también que la Providencia divina tiene su contraparte humana en la obediencia. La escucha fiel y diligente es la manera de acoger el amor sabio que en cada ocasión da lo que es adecuado, necesario y suficiente. Donde esto mejor se nota es en le ministerio de Cristo que sabe acoger con ternura al pecador pero también sabe conducirlo a una conversión más y más perfecta, hacia las cumbres de la santidad. Fue también Cristo quien nos enseñó a pedir “el pan de cada día.”

Catalina conoció de muchos modos la Providencia. Cabe destacar aquello de vivir semanas o incluso meses alimentándose solamente de la Eucaristía: un modo dramático de experimentar que Dios sostiene y dirige a sus creaturas.

(3) Luz y guía. Dentro de la misma misericordia y providencia hay que destacar el papel del conocimiento de sí mismo porque la misericordia se hace presente allí donde la providencia le muestra mayor necesidad, y ello sucede en donde tenemos peor condición. El conocerse lleva a ser puntual en la cita de amor que Cristo tiene con nosotros para darnos de su bondad y salvación.

Oración a Santa Catalina de Siena

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA

Catalina, hija de la Providencia de Dios Padre,
enséñanos a descubrir en Él nuestro fundamento inconmovible
y a vivir con alegre gratitud la certeza de ser sus hijos amados.

Catalina, esposa fidelísima del Verbo Encarnado,
enséñanos a escuchar su voz con fe y amor,
para conocernos más y más como Dios nos conoce
y para reconocerle a Él como Señor de nuestras vidas.

Catalina, madre de una grande y bella Familia Espiritual,
acógenos como fruto de tu poderosísima plegaria;
recíbenos como discípulos en la escucha de tu sabia doctrina,
abrázanos como a hijos que en ti confían;
enséñanos a ser hermanos, diversos pero unidos:
partícipes de un mismo Fuego de Amor en Cristo,
ágiles en el servicio a la Santa Iglesia,
limpios en la intención, el corazón, las palabras y las obras.

Catalina, mujer y milagro del Espíritu Santo,
audaz y prudente, generosa y penitente,
pura y fecunda, humilde y ya bienaventurada,
pide de Dios para nosotros:
misericordia, que cubra nuestro pasado,
sabiduría que ilumine nuestro presente,
y gloria celeste, que sea nuestro futuro,
a los pies del Cordero Degollado y Victorioso,
junto a María, la Virgen Santísima,
y cerca de ti para siempre.

Nadie se acercó a ti sin volverse mejor;
irradia, pues, tu bondad sobre nosotros,
y haz con tu oración que la gracia dé su fruto en nuestras vidas
en el tiempo y para toda la eternidad.

Amén.

[Musica de fondo, cortesía de Bensound.com]

Catheriniana – 07, Teología del Amor, parte 3

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Tema 7: Amar a Dios

* Nuestro amor hacia Dios es como el reflejo de la luz del sol sobre la luna; ella no tiene luz propia pero sí puede reflejar y dar de lo que recibe.

(1) Lo primero es conocer porque del conocimiento brota el amor. San Juan dice: “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Juan 4, 16).

(2) El amor divino es creador, redentor y santificador. Como creador lo conocemos en la naturaleza y en nuestro propio ser; como redentor lo conocemos en nuestra historia; como santificador en los frutos y dones del Espíritu.

(3) Del conocimiento se pasa al agradecimiento y la alabanza. La alegría, la paz, el hambre de Dios son señales muy propias de esta etapa, y señales muy visibles en la vida de Catalina.

(4) Viene luego el deseo de unión, que conlleva la voluntad resuelta de evitar lo que le disgusta a él, y el deseo de semejanza.

(5) La unión se convierte así en ofrenda de sí mismo, del propio tiempo, los intereses, los recursos, y hasta la propia vida.

(6) La unión nos hace cercanos a los intereses de Dios: el amor hacia él se convierte en ardiente deseo de que su causa triunfe: que él sea conocido, amado y obedecido en todas partes. El amor de Dios deviene amor al prójimo.

(7) Al comprender que el gran “proyecto” de Dios es la Iglesia, nos hace vivos amadores de la Iglesia, queriendo sanarla, restaurarla, dotarla de los dones y gracias necesarios para su vida y misión.

Catheriniana – 08, Teología del Amor, parte 4

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Tema 8: Amar al prójimo

* Testimonios sobre el camino del amor al prójimo en Catalina de Siena

+ En su tiempo de ermitaña en casa, conciencia de unidad con la Iglesia (uniéndose a la vida de oración de los frailes dominicos de Siena) y de unidad orgánica con la sociedad de su tiempo (penitencias que hace en tiempo de carnaval).
+ Caridad en casa: espíritu de servicio, discreción, disponibilidad.
+ Servicio a los pobres y amor al despojarse de todo para dar.
+ Servicio a los enfermos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que no tuvo asco de nuestra condición.
+ Predicación: palabra encendida en fuego de caridad, que ofrece consejos, llamados a la conversión, doctrina.

* ¿Cómo definir propiamente el amor al prójimo?

+ Buscar el bien (implica discernimiento, sabiduría, lucidez)
+ que Dios pensó (implica humildad, oración, anhelo del Reino de Dios)
+ y es más necesario al prójimo (implica cercanía, capacidad de priorización)
+ en su circunstancia presente (implica capacidad, deseo y eficacia al actuar).

* Pasos:

+ Orar
+ Reconocer la propia nada
+ Unir lo masculino (valentía) y lo femenino (compasión)
+ Recordar nuestra limitación en la virtud y en el tiempo
+ ¡Volver a orar!

Catheriniana – 09, Teología del Amor, parte 5

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Tema 9: Sobre el correcto amor a sí mismo

* Hay un amor a sí mismo que trae destrucción, y hay un amor que trae salvación. ¿Qué los hace distintos y cómo reconocerlos?

* La diferencia no proviene del origen porque todo nuestro deseo y capacidad de amar proviene de Dios. El Padre Celestial dijo a Catalina que nuestra alma estaba “hecha” de amor.

* De hecho, Dios nos ha creado de tal modo que es infinita nuestra necesidad de ser amados como es infinita nuestra necesidad de amar. Tales “infinitos” dejó Dios en nuestro corazón para que lo buscáramos y poseyéramos a Él mismo, según aquello de San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti…”

* Cuando el ser humano pone algo en lugar de Dios se declara en rebeldía contra ese mandamiento primero y fundamental, del cual depende también su realización como persona humana y su posibilidad de ser feliz. Por eso todo pecado es pecado contra el primer mandamiento porque siempre implica rebelarse contra Dios y quitarle su lugar.

* En todo pecado entonces uno está escogiéndose a sí mismo y siguiendo el propio criterio por encima de la obediencia y amor a Dios. Tal es la fuente del mal amor a sí mismo.

* Catalina llama a ese amor perverso hacia sí mismo “amor propio sensitivo.” Es “sensitivo” porque, al desconectarnos de Dios, fuente de verdadera felicidad, buscamos, ciertamente en vano, saciarnos con todo tipo de placeres o sensaciones fuertes que al final terminan siendo causa de destrucción.

* El correcto amor a sí mismo tiene el sello de todo verdadero amor: la búsqueda del bien. Amarse correctamente es reconocer en dónde está nuestro verdadero bien. Por eso el camino del correcto amor a sí mismo pasa por el verdadero conocimiento de sí mismo. Saberse necesitado y ver en Dios la fuente única de misericordia, poder y sabiduría en la que es posible saciarse. De ese modo, amarse bien a sí mismo se traduce en volcarse en obediencia alegre y generosa al plan de Dios en el que uno encuentra todo bien.

* Paradójicamente, ese obedecer y amar a Dios, como bien supremo, puede implicar el sacrificio de otros bienes como se nota claramente en el caso de los mártires. A ojos del mundo es necedad lo que ellos realizan pero en realidad perdiéndolo “todo” están ganando TODO.