ROSARIO de las Semanas 2021/11/04

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

«El Evangelio es fuerza de Dios» (Rom. 1,16)

«El Evangelio es fuerza de Dios» (Rom. 1,16)

San Pablo no concibe la predicación como un conjunto de razonamientos que intentan convencer demostrando. En consecuencia desecha todo lo que sea acudir a las «palabras sabias» (1 Cor. 1,17), al «prestigio de la palabra o de la sabiduría» (1 Cor. 2,1), a «los persuasivos discursos de la sabiduría» (1 Cor. 2, 4).

Ya hemos indicado que la evangelización consiste esencialmente en la proclamación de un acontecimiento que Dios ha realizado de Cristo («fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación»: Rom. 4, 25). Este anuncio -que va acompañado de la invitación a la conversión: He. 2, 38- puede ser aceptado o rechazado. La acogida se realiza mediante el acto de fe, gracias al cual el hombre obedece el Evangelio (Rom. 1,5; 6; 17; 16,26) y se somete a Cristo (2 Cor. 10,5), el cual a su vez despliega en el creyente todo su poder salvífico.

Ahora bien, este acto de fe no es aceptar algo evidente; por el contrario, conlleva rendir y someter el propio entendimiento a Cristo (2 Cor. 10,5). Creer es un milagro, una gracia, pues no se trata simplemente de aceptar unas verdades, sino de someterse a Cristo, de aceptarle como Señor de la propia vida. Y esto es imposible sin la acción interior del Espíritu: «nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Cor. 12,3).

Por eso San Pablo ha renunciado a apoyarse en la sabiduría y en el prestigio de la palabra humana y se ha apoyado decididamente en la acción poderosa del Espíritu que mueve y transforma los corazones por dentro (1 Cor. 2, 4-5). Igualmente, a los de Tesalónica les recuerda cómo «os he predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena persuasión» (1 Tes. 1,5); y esta acción poderosa del Espíritu se manifestó en que abandonaron los ídolos y se convirtieron a Dios (1 Tes. 1,9-10), y ello en unas circunstancias difíciles y humanamente desfavorables (1 Tes. 1, 6), en medio de fuerte oposición (1 Tes. 2, 2).

La predicación es como un sacramento: a través de un signo externo -el anuncio del Evangelio- se comunica una gracia interior -la acción del Espíritu que mueve a creer y a convertirse-. En el libro de los Hechos leemos que mientras Pedro anunciaba a Cristo «el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra» (He. 10,44). Acoger la Palabra, creer y convertirse es una gracia (concedida normalmente, eso sí, con ocasión de la predicación del Evangelio). Entendemos ahora por qué San Pablo daba gracias a Dios porque al anunciar el Evangelio a los de Tesalónica la acogieron, no como palabra de hombre (ese era el envoltorio externo), sino como Palabra de Dios (esa era la verdadera realidad) (1 Tes. 2,13).


El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Rusia se une al «Consenso de Ginebra» que defiende el derecho a la vida de los no nacidos

“El pasado viernes se anunció en el Capitolio de los EE.UU que el gobierno ruso se ha unido a la Declaración del Consenso de Ginebra sobre la Salud de la Mujer y la Protección de la Familia. Para conmemorar el primer aniversario del histórico acuerdo provida, los líderes provida del Congreso presentaron una resolución para afirmar los principios de la declaración…”

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LA GRACIA 2021/11/05 La manera correcta de amar al prójimo

Si el amor que le tengo a la gente los hace ir en la dirección de Dios y en ellos se cumple su voluntad y se refleja en ellos su gloria divina entonces estoy amando verdaderamente al prójimo.

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