ROSARIO de las Semanas 2021/09/03

#RosarioFrayNelson para el Viernes:
Contemplamos los Misterios de la Dolorosa Pasión

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
  2. En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
  3. En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
  4. En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
  5. En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
  6. En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
  7. En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Paz interior

“A muchas personas les sorprende con frecuencia comprobar la serenidad con que los monjes y las monjas de vida contemplativa responden ante acontecimientos que tantas veces asustan al común de las personas. Y por eso se preguntan: ¿de dónde nace esa serenidad y esa paz?”

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Dos parábolas parecen contradecirse

Padre buenos días, una consulta, ¿Existe alguna contradicción entre la parábola del “hijo pródigo” y el texto de la oveja perdida, entre el padre que espera en casa y el pastor que sale a buscar? — A.V.

* * *

Estos textos nos muestran que Dios no obra siempre del mismo modo.

En ocasiones es necesario probar hasta el fondo las consecuencias de nuestras malas decisiones; esto se cumple especialmente cuando nuestra soberbia ha entrado en juego y entonces hay que derribarla, a menudo con la fuerza de humillaciones y fracasos. No es desquite de Dios sino su hermosa pedagogía.

En otras ocasiones, por el contrario, la enfermedad principal no es la arrogancia ni la presunción, y en cambio se cumple que nuestro nivel de extravío es tan grande que ni siquiera sabríamos adónde ir. En tales situaciones brilla de otro modo la compasión de Dios, hasta el extremo de salir en nuestra búsqueda.