Un misionero notable: Padre Antonio Vieira, SJ

El padre Antonio Vieira (1608-97)

El padre Vieira, nacido en Lisboa en 1608, pero criado en el Brasil desde los siete años, llegó a ser confesor y consejero político de Juan IV de Portugal, en cuyo nombre efectuó secretas misiones diplomáticas en Europa. Pronto prefirió los trabajos de las misiones al esplendor de la Corte, y vuelto al Brasil, llegó a la zona de Marañón y Pará en 1653, donde quedó espantado de la situación de los indios, y lo manifestó a los portugueses en predicaciones incendiarias: «Todos vosotros estáis en pecado mortal. Vais directamente al infierno».

Vuelto a Portugal, convenció al rey para que dictara nuevas leyes contra la esclavización de los indios (1655), y como consecuencia de ellas, los jesuitas lograron descender a unos 200.000 indios del Amazonas, reduciéndolos en 54 aldeias misionales. El propio padre Vieira consiguió que 40.000 indios de la isla de Marajó, hasta entonces rebeldes e irreductibles, aceptaran vivir en poblados, y los enormes ranchos ganaderos de los jesuitas llegaron a ser envidiados por los portugueses.

El rencor, la envidia y el resentimiento de los colonos, que se veían privados por los jesuitas de la mano de obra india, estalló en 1661, y los jesuitas de San Luis de Marañón, también el padre Vieira, fueron expulsados a Portugal. Una ley estableció en los poblados misionales repartidores laicos que distribuyeran las cuotas de trabajo de los indios al servicio de los colonizadores. Diecisiete años más tarde, en 1680, Vieira consiguió de Pedro II, el nuevo rey, una ley que, con gran indignación de muchos colonos, concedía la tierra a los indios, como «señores originales y naturales de ella».

Pero en 1684, se alzaron los colonos de Marañón, conducidos por Manoel Beckman y Jorge Sampaio, y consiguieron expulsar de nuevo a los jesuitas. La rebelión fue sofocada y los cabecillas ahorcados, pero los jesuitas, al volver a hacerse cargo de las aldeias misionales, se vieron obligados a ceder en cuestiones bastante graves. Permitieron que durante seis meses al año los indios hubieran de trabajar para los colonos, e incluso hubieron de aceptar que se legalizaran, bajo ciertas condiciones, «expediciones de redención», cuyo objeto real era la captura de esclavos.

En 1686 el padre Antonio Vieira redactó el Regimento das Missôes, por el cual se regirían en Marañón y Pará las poblaciones misionales, normas que se adaptaron para el resto de Brasil. Jesuitas, capuchinos, franciscanos, mercedarios y carmelitas, se dividieron la región, para ir creando en ella, en las riberas de los ríos Amazonas, Solimôes y Negro, poblaciones misionales, sin descender las tribus, sino reduciéndolas más bien en sus lugares de origen. Estas fundaciones, que a mediados del XVIII dieron lugar a los poblados seculares, tuvieron suma importancia histórica, pues implantaron el Brasil portugués en la cuenca superior del Amazonas.

El padre Vieira, gran misionero, fue también gran escritor, uno de los clásicos de la historia literaria portuguesa. Entre sus numerosas obras cabe destacar sus Cartas, sus Sermones -quince volúmenes-, su Historia do Futuro. Visitador de la provincia brasileña de la Compañía en los años 1588-1591, acabó su vida en 1597, retirado en el Colegio de Bahía.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.