LECTIO 20160518

LECTURA ESPIRITUAL. #LectioFrayNelson para el Miércoles VII del Tiempo Ordinario

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Tus Meta-Decisiones: ¡Atención, jóvenes!

[Charla para los jóvenes de últimos años de secundaria del Colegio Santa Teresita, en Bogotá.]

Cuando pensamos en tomar decisiones, a menudo nos centramos en preguntas de esta clase: ¿Dónde quiero vivir? ¿Quiero tener una familia? ¿Qué tipo de esposo o de esposa quiero tener? ¿Cuál podrá ser mi profesión u oficio? Pero hay decisiones más profundas que afectan el modo como decidimos. A estas las llamamos meta-decisiones, y hay varios ejemplos importantes:

1. ¿Cuál va a ser mi aporte a la sociedad? ¿O voy a ser sólo un consumidor?

2. ¿A qué grupo voy a pertenecer: los que critican, los que se lamentan, los cómplices, los que construyen?

3. ¿A qué grupo voy a pertenecer: los que retiren los errores de los papás, los que cometen el error contrario, los que buscan sabiduría?

4. ¿A qué grupo voy a pertenecer: los que se consideran de malas, los que esperan un golpe de suerte, los que aprenden de sus errores?

5. ¿A qué grupo voy a pertenecer: los que viven sólo para esta tierra, los que saben que tienen vocación de cielo?

Héroes olvidados: El padre O´Flaherty

“En la Roma bajo la ocupación alemana, la Iglesia se movilizó para proteger a quienes pudiesen estar en situación de riesgo. Uno de los personajes más destacados de esa época es el sacerdote irlandés Hugh O´Flaherty (1898-1963), inmortalizado por el escritor J.P. Gallagher en la novela Escarlata y negro, que sirvió de guión a la película del mismo nombre rodada en 1983 por Jerry London para la televisión e interpretada por Gregory Peck como monseñor O’Flaherty, con Christopher Plummer como el coronel Kappler y Sir John Gielgud como el Papa Pío XII…”

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LA GRACIA del Jueves 19 de Mayo de 2016

Cristo nos llama a estar atentos a aquellas cosas que parecen pequeñas pero que si son buenas llevan a grandes resultados y si son malas llevan a terribles consecuencias.

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Sacramentos que imprimen carácter

Padre, he oído que hay sacramentos que “imprimen carácter,” como por ejemplo la confirmación. No tengo muy claro qué significa esa expresión: ¿Es algo así como una fuerza especial? Si es así, ¿no sería necesario ese carácter para el sacramento del matrimonio, que está tan devaluado por todas partes hoy? Gracias por su tiempo. — M.N.M.

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Hay palabras que adquieren un sentido particular cuando las usamos para explicar o exponer la fe. Por ejemplo, la palabra “gracia” puede significar muchas cosas en el lenguaje común pero cuando hablamos de que los sacramentos nos conceden la gracia de Dios estamos diciendo algo muy preciso que tiene que ver con nuestra redención.

Algo así pasa con la palabra “carácter.” En el lenguaje común significa una cierta fortaleza y coherencia que se muestra especialmente en circunstancias difíciles. Pero este noe s el sentido exacto de la palabra en teología. El Catecismo de la Iglesia, en su número 1121, nos aclara que: “Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden sacerdotal confieren, además de la gracia, un carácter sacramental o “sello” por el cual el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, realizada por el Espíritu, es indeleble (Concilio de Trento: DS 1609); permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia, como promesa y garantía de la protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no pueden ser reiterados.”

Es importante la afirmación final: los sacramentos que imprimen carácter no pueden ser repetidos o reiterados. Algo cambia para siempre en quien los recibe. Y por tanto, su eficacia es de particular relieve para el bien de la Iglesia.

En el caso del matrimonio, hay, por supuesto, un don de gracia santificante pero es un sacramento que puede repetirse en caso de viudez, y este solo criterio nos indica que los casados sirven a la Iglesia de un modo diferente, a saber a través de los frutos de su amor unitivo y fecundo.