¿Sacramentos virtuales?

Estamos en la era de la comunicación. Nuestra generación esta cada dia mas dependiente de ella. Nuestras necesidades (muchas) tienen respuesta usando los medios que la ciencia a logrado para servicio de la humanidad contemporanea. Usted y su ministerio son un ejemplo de ello. ¿Podría entonces la Iglesia considerar ofrecer el Sacramento de la CONFESION on line? Gracias y bendiciones. JC

* * *

Hay razones prácticas que hacen ver, de entrada, lo extraño de la propuesta de “sacramentos virtuales.” Entre los tesoros de nuestra Iglesia está el sigilo sacramental que en ningún caso se puede garantizar a través de comunicaciones que no sean directas. Entendamos que toda comunicación mediada por escritos, chat, email, teléfono o videoconferencia es susceptible de ser interceptada y espiada. Las noticias de los últimos días con PRISM lo confirman. Pero hay razones más profundas, aun suponiendo, que no se puede suponer, que se llegara a al comunicación encriptada “perfecta.”

Los sacramentos no son actos mágicos (que funcionarían con el sólo hecho de que se sigan unos pasos y se digan unas palabras) ni tampoco burocráticos (que requieren únicamente que se siga lo prescrito en un protocolo o manual de procedimientos). Los sacramentos de la fe son expresiones de esa misma fe, la cual no hemos recibido por libro o por pantalla, sino al contacto con personas reales. En efecto, la fe no es una idea o una simple convicción interior: es un modo de vida que abarca todas las dimensiones de la persona humana en todo su ser: sus sentidos, su imaginación, sus recuerdos, sus proyectos.

Nada que sea parte de mi vida puede quedar por fuera de la vida de fe. Esto se nota particularmente en los sacramentos de la fe que se dirigen no únicamente a la mente o la inteligencia sino a todo el ser. El agua del bautismo recorre la cabeza y el cuerpo del bautizado; la unción brilla en la frente del confirmado, que además recibe la cálida mano del obispo; la eucaristía la comemos y se deja sentir en la boca. Lo que acompaña los sacramentos es sensible también, o sea, llega a través de los sentidos: los ambientes, el perfume del incienso, el hecho mismo de hacer parte de una asamblea y sentir el calor de la presencia de los hermanos.

Es verdad que estos elementos, que son parte de una rica antropología, a veces se descuidan en las celebraciones litúrgicas pero nuestra actitud no debe ser dejar perder sino más bien recuperar en su plenitud y hermosura cada sacramento. Cada uno de ellos es acontece dentro de la comunidad creyente y se alimenta de todo lo que sucede en un encuentro real entre personas reales. Esto vale también, y en altísimo grado, para la confesión. El tono de la voz del penitente es también lenguaje que habla de contrición o de cinismo. Uno puede decir: “He colaborado como en unos quince o veinte abortos” de muchas maneras, y ese tono, que se percibe al encuentro real con la persona real es parte del sacramento.

Pareciera que eso se puede reemplazar con una video-conferencia pero lo que el corazón humano pide y necesita es mucho más que eso. Lo que sucede en una confesión no es una pura declaración de paz y salvo de un documento: ¡es el reencuentro vivo con Dios nuestro Padre! Jesús dijo que hay fiesta en el Cielo cuando un pecador se convierte; ese lenguaje está indicando que en la absolución sacramental se trata de algo que sólo se compara a una nueva creación: es un reencuentro precioso que pide que todo nuestro ser se haga presente.

En síntesis: la legislación de la Iglesia es clara: no hay sacramentos virtuales. Y la razón es clara: el lenguaje de Dios en los sacramentos es total; abarca todo nuestro ser y supone un reencuentro pleno, en lenguaje total de alma y cuerpo con la comunidad creyente, y en particular con el ministro del sacramento.

Renovar en Cristo la vida, 4 de 4, Fe, Esperanza y Caridad

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 4 de 4: Fe, Esperanza y Caridad

* Tres son las grandes virtudes de la vida cristiana: fe, esperanza y caridad. Son ellas parte esencial de “lo que nos hace falta” según lo dicho en la predicación anterior.

* ¿Cómo despierta y afianza en nosotros estas virtudes Jesucristo? Lo primero y esencial está en la fe.

* En la fe hay una dimensión doctrinal (contenidos) y una dimensión existencial (el confiar, el darse).

* Lo mismo que pedimos de un médico para confiar en él, eso encontramos, y de manera superlativa, en Cristo, que ha venido a sanarnos de la profunda miseria a que nos ha conducido el pecado.

* Tres cosas pedimos del médico: ciencia suficiente, recta intención, buenas recomendaciones.

(1) Cristo conoce lo que hay en Dios y conoce al corazón humano: ciencia suficiente.

(2) Cristo no sólo es correcto: es la expresión misma de la bondad: recta intención.

(3) Cristo viene acompañado de un amplísimo coro de testimonios elocuentes, a saber, el conjunto de las vidas de los santos.

* Pero un médico no toma posesión de mi vida. El médico arregla mi vida, que sigue siendo enteramente mía. En esto hay una diferencia con Cristo porque él se declara vida nuestra, y manifiesta pretensiones que parecen descomunales, demenciales o poco serias: dice que hay que ponerlo a él en primer lugar siempre, incluso más que a aquellos que por naturaleza parece que debieran sernos más amados, a saber, el papá, la mamá, la pareja o los hijos. ¿Cuál es el fundamento de esta colosal petición del Señor?

* Sólo puede hablar como Cristo un loco, un payaso o el Hijo de Dios. Cristo puede hablar así porque lo que él trae es un bien mayor. Puede hablar así porque él mismo es nuestro bien, y ese bien es Dios mismo. El poder de su obra no es distinto del poder de Dios, y el bien que otorga no sólo es superior sino que es fuente de todo otro bien. Por eso de él brotan nuestra esperanza y nuestro amor.

Renovar en Cristo la vida, 3 de 4, La obra de Cristo

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 3 de 4: La obra de Cristo

* En dos solemnes ocasiones Jesucristo invitó a todos a acercarse a él. Cuando anunció que encontraríamos en él nuestro descanso, y cuando dijo que él saciaría nuestra sed.

* Puede de ello entenderse que Cristo quiere quitarnos lo que nos estorba y quiere darnos lo que en realidad nos hace falta.

* Lo que nos estorba es ante todo el pecado; y lo que de fondo nos hace falta es Dios mismo, en cuanto verdad purísima y amor infinito.

* Pero no es fácil verse uno a sí mismo y descubrir cuál es ese pecado que lo amarra y envilece a uno, ni tampoco es fácil percibir con fuerza esa sed de fondo. Vivimos distraidos, y sólo puede considerarse una gracia de Dios que uno llegue a deshacerse de lo que realmente estorba y corra con prisa tras de lo que le hace verdadera falta.

* Dios, sin embargo, no permanece pasivo sino que de continuo nos envía el mensaje de su amor. No quiere que nadie parta del mar de este mundo con la barca vacía, sino quiere otorgar plenitud de sentido y fecundidad a todos: para eso hemos sido creados.

Renovar en Cristo la vida, 2 de 4, Misericordia de verdad

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 2 de 4: Misericordia de verdad

* El camino de la misericordia empieza por la experiencia de un amor superabundante, perfectísimo, compasivo y fiel.

* La misericordia siempre es fuerza hacia el bien objetivamente considerado. El bien puramente subjetivo mira sólo a la propia conveniencia o gusto. La misericordia no es puro sentimiento; requiere de luz y sabiduría para detectar y ver cómo favorecer el mayor bien real.

* Toda misericordia implica llegar a la acción: crear una realidad nueva. No es pura percepción ni escueto sentimiento. De suyo, la misericordia quiere lograr algo.

* La misericordia apunta al Bien Mayor, al bien por excelencia, que es Dios mismo. No se limita a lo físico y visible, sino que no quiere detenerse antes de llegar a los brazos del Padre celestial.

Renovar en Cristo la vida, 1 de 4, Fundamentos, ¿cómo es en su esencia la vida cristiana?

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 1 de 4: Fundamentos. ¿Cómo es en su esencia la vida cristiana?

* Muchas personas viven agobiadas y mueren aplastadas bajo el peso del absurdo.

* Ese no es el querer de Dios. Él quiere que tengamos la experiencia de ser hijos suyos, y experiencia entonces de ser genuinamente hermanos de nuestros hermanos.

* La vida cristiana no es “pare de sufrir” pero tampoco es “sufra sin parar.” La vida cristiana es PASCUA, es continuo paso del combate a la victoria, sucedida de muchos modos y en diversas circunstancias.

* Por ser pascual, la vida cristiana tendrá siempre las señas de la cruz y la alegría.

* ¿De qué sirven a Dios nuestros combates? Sirven para entrenamiento (que queda grabado en nuestro cuerpo y alma como “llagas gloriosas”) y aprendizaje (que nos da palabras de sabiduría para compartir con otros).

* ¿Y de qué sirve la alegría? Es la fuente de nuestra celebración y la fuerza de nuestra evangelización.