Edificar el mundo y orientarlo hacia Dios

93. Los cristianos recordando la palabra del Señor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en el amor mutuo que os tengáis (Io 13,35), no pueden tener otro anhelo mayor que el de servir con creciente generosidad y con suma eficacia a los hombres de hoy. Por consiguiente, con la fiel adhesión al Evangelio y con el uso de las energías propias de éste, unidos a todos los que aman y practican la justicia, han tomado sobre sí una tarea ingente que han de cumplir en la tierra, y de la cual deberán responder ante Aquel que juzgará a todos en el último día. No todos los que dicen: “¡Señor, Señor!”, entrarán en el reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del Padre y ponen manos a la obra. Quiere el Padre que reconozcamos y amemos efectivamente a Cristo, nuestro hermano, en todos los hombres, con la palabra y con las obras, dando así testimonio de la Verdad, y que comuniquemos con los demás el misterio del amor del Padre celestial. Por esta vía, en todo el mundo los hombres se sentirán despertados a una viva esperanza, que es don del Espíritu Santo, para que, por fin, llegada la hora, sean recibidos en la paz y en la suma bienaventuranza en la patria que brillará con la gloria del Señor.

“Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos más de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actúa en nosotros, a El sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.” (Eph 3,20-21).

Todas y cada una de las cosas que en esta Constitución pastoral se incluyen han obtenido el beneplácito de los Padres del sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la autoridad apostólica a Nos confiada por Cristo, todo ello, juntamente con los venerables Padres, lo aprobamos en el Espíritu Santo, decretamos y establecemos, y ordenamos que se promulgue, para gloria de Dios, todo los aprobado conciliarmente.

Roma, en San Pedro, 7 de diciembre de 1965.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 93]

Las leyes de la naturaleza contienen indicios de racionalidad y finalidad

“En primer lugar, he de decir que creo que los científicos más creativos, los auténticos pilares de la ciencia moderna, no han sido (salvando alguna excepción que pueda haber) partidarios de la idea de que la ciencia es la única forma de conocimiento posible. Y esto por diversas razones: entre ellas, por ejemplo, habría que mencionar el sincero compromiso con el cristianismo y la teología de la mayor parte de estos autores. Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Pascal, etc. no sólo eran cristianos sinceros ?como más adelante lo serían Euler, Faraday, Maxwell, Planck, Millikan y tantos otros?, sino que poseían un interés por la religión y la teología muy superior al común de su época. La tesis de que la teología no es una forma de conocimiento porque no sigue el método de las ciencias naturales, hubiera sido rechazada sin reparos por todos ellos…”

leyes de la naturaleza y racionalidad

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