ESCUCHA Las preguntas dificiles de la adolescencia y la juventud

[Predicación para jóvenes de ambos sexos, en la Parroquia de María Reina, en Guayaquil, Ecuador.Septiembre de 2012.]

* En la transición del ambiente de la casa a la realidad de un mundo más amplio pero también más diverso, los jóvenes han de completar también un camino interior que va de la protección y la autoridad paternas a la capacidad de tomar el timón de la propia vida. Esto implica poder decirse “no” con serenidad y de una manera consecuente y constructiva.

* El NO a los excesos del licor, o a los experimentos con drogas, es relativamente claro en muchas mentes juveniles. Les resulta menos claro poner límites cuando se trata de las expresiones afectivas en sus incipientes relaciones de pareja.

*Tres consejos pueden ser útiles: (1) No dejes que te traten como luego no te gustaría ver que trataran a tu reemplazo; (2) No colecciones ni hombres ni mujeres: a ti no te gustaría que tu verdadera pareja hubiera pasado por muchos brazos. (3) Cultiva más la amistad, alegre y generosa, y no caigas en la idolatría del amor romántico o sensual.

ESCUCHA, Aprender a Dar

[Predicación para amigos y benefactores de la Fundación Educar en Cristo, de Guayaquil, Ecuador, en Septiembre de 2012.]

* El verdadero dar alimenta al que da. Pero hay que aprender a dar.

* Al principio nuestro dar es como quitar una astilla de un mueble elegante: tratamos de que no se altere nuestro modo de vida. Pero cuando descubrimos que al dar estamos haciendo una diferencia en la vida de ALGUIEN, el dar ya no se rige por un criterio subjetivo de conservar la integridad de la vida que nos gusta, sino que pasa a un criterio más objetivo: la necesidad que hay que cubrir. Todavía caber un paso más: no limitarme ni por mi egoísmo ni por lo que la naturaleza parece dar; apelar directamente al Creador. El dar se convierte en oportunidad para manifestaciones sorprendentes de la Providencia, e incluso, ocasión de genuinos milagros.

* Mientras que los bancos de esta tierra siguen sujetos a lo que denunció Cristo, y la polilla los roe y los ladrones, a veces con elegancia, los defraudan, el banco del Cielo acumula aquello que es verdaderamente indestructible: el bien de caridad que sembramos en esta tierra.

* Por este camino llegamos a ser don, no necesariamente por seguir todos una misma vocación, sino por hacer de todo en nuestra vida una ocasión para servir mejor a quien más lo requiere.

ESCUCHA Claves de comunicacion entre padres e hijos

[Predicación para los padres de familia en el Colegio LOGOS de Guayaquil, Ecuador, en Septiembre de 2012.]

* La fortaleza de la familia, como la fortaleza en toda buena construcción, depende del apropiado ensamble de los elementos que la integran. Ese “ensamble” se logra a través de la comunicación, entendida no sólo como comunicación verbal sino como todo aquello que pone en común lo que somos y tenemos. Vamos a centrarnos en sugerencias que pueden impulsar una mejor comunicación entre padres e hijos.

* Dos cosas que ayudan desde el punto de vista psicológico son: (1) No esperes que la comunicación se abra del lado del joven; cuenta tú de tus propias cosas. Habla de tus deseos, temores e incluso fracasos. (2) La confrontación directa no es la más productiva porque suele ser intimidante, y además porque supone demasiada capacidad de verbalización en el joven. Resulta preferible un intento de comunicación “oblicua” que parta de temas e intereses comunes.

* Dos causas profundas del descontento juvenil conviene conocer: (1) La mentira, en la forma de falsas promesas de felicidad, paz y plenitud ha entrado muy al fondo de los medios de comunicación en su afán por hacernos consumir bienes, servicios, ideas, lugares o tendencias. En el mediano plazo ese lenguaje de engaño hace que prácticamente todo discurso sobre un bien posible se convierta en discurso sobre un engaño más. (2) Muchos grupos e instituciones muestran interés por los jóvenes pero sólo para sacar algo más de ellos: su dinero, su talento, su cuerpo.

* Dos propuestas que ofrece la Escritura en cuanto a la arquitectura de la familia según Dios: (1) Que el hombre sea “cabeza” en el hogar; que sea el primero en todo, empezando por el deseo de amar, conocer y servir a Dios, porque el que reconoce la autoridad gana autoridad. (2)No olviden los padres orar juntos por sus hijos.

Naturaleza de la paz

78. La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (Is 32, 7). Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo. El bien común del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, está cometido a continuos cambios; por eso la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima.

Esto, sin embargo, no basta. Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual. Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.

La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres.

Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Eph 4,15), se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz.

Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad.

En la medida en que el hombre es pecador, amenaza y amenazará el peligro de guerra hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realización de aquella palabra: De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra (Is 2,4).

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 78]