Worms sex life yields advantage over parasites

Out in the field, biologists have noted that organisms are more likely to reproduce sexually when there are more parasites loping around in their vicinity.

What has been missing is a direct manipulation to organisms’ sex lives to test if it makes them more or less resistant to parasites.

Direct evidence

Now researchers working at the University of Indiana in the US have used the round worm Caenorhabditis elegans to do just this.

The team engineered two types of worms – some that could only reproduce by having sex, and some that could only clone themselves.

Bacterial cells (Credit: Morran/Indiana) Bacterial cells infect the crushing mouth parts of the worm and kill it

The researchers watched the worms gorge themselves on a lawn of a nasty bacterium, Serratia marcescens, which invades the worms’ guts and from there multiplies into every crevice of their body, killing the worms from the inside.

Across five different populations, worms that reproduced sexually faired well over the 20 generations, while all animals that cloned themselves died quickly.

Publicado via email a partir de Palabras de camino

MEDIEVO, Revista de Historia

“Revista gratuita y trimestral que trata de la historia universal de las diferentes religiones que pueblan la tierra, de Filosofía Medieval, Metafísica, Antropología, Medicina Medieval, Sociología y, en general, de la Alta, Plena y Baja Edad Media y de todas las órdenes religiosas y militares que existieron en el mundo…”

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Promocion del bien comun

26. La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen que el bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección- se universalice cada vez más, e implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuanta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás grupos; más aún, debe tener muy en cuanta el bien común de toda la familia humana.

Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado ya fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada día más humano. Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovación de los espíritus y a profundas reformas de la sociedad.

El Espíritu de Dios, que con admirable providencia guía el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolución. Y, por su parte, el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 26]