Ejercicios sobre el perdón, 4

Tomar Conciencia de nuestros Sentimientos
(Jn 11,33-36; Lc 7, 11-16)

P. Jaime ForeroLes invito a continuar nuestra reflexionar sobre esa realidad fundamental de la persona humana, nuestros sentimientos y su comunicación. Los sentimientos anteceden al perdón, que no depende de ellos, sino de la voluntad. Un sentimiento que ha sido herido necesita del perdón. De todos modos necesitamos tomar conciencia de nuestros sentimientos, partir de ellos y reabrir así los canales de un auténtico perdón. En nuestra cultura pasamos por alto lo que sentimos ante determinados hechos. Los guardamos y nos quedamos con una energía que se va represando en nuestro interior. Cuanto más reprimamos nuestros sentimientos, más nos perjudicamos vitalmente. Veremos cómo Jesús, nuestro modelo, tuvo una riquísima vida afectiva, rodeándose de amigos, con quienes compartía hasta sus más íntimos sentimientos. Su comunidad apostólica era una escuela de intercambio de sentimientos, como aparece en el Evangelio.

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82. Cristo Salvador

Jesucristo82.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

82.2. La vida cristiana es la vida de Cristo. Hay vida cristiana donde Cristo está viviendo, y por tanto, donde aquello que Cristo hizo y padeció, aquello que dijo y calló se realiza de modo nuevo y a la vez renovado entre las creaturas racionales.

82.3. Cristo comunica su vida entregándola. Cristo entrega su vida ofreciéndola como holocausto de amor al Padre Celestial y como víctima propiciatoria a favor de cada hombre de cada tiempo y de cada lugar.

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Ejercicios sobre el perdón, 3

Los Sentimientos
(Jn 11, 33-36; Lc 7, 11-17; Lc 7, 36-50; Filp 2,5)

SorpresaLes invito a iniciar una reflexión sobre los sentimientos y su naturaleza. El hombre obra y se mueve por sentimientos, aunque de pronto no les pone mucha atención, los considera algo perfectamente natural. Somos afectivos por naturaleza y respondemos afectivamente en todo el contexto de nuestra existencia. Con la afectividad expresamos la capacidad y la necesidad que tenemos de amar y de ser amados; por ella somos capaces de experimentar sentimientos, emociones y pasiones. En nuestra reflexión nos acercaremos al modelo de todo hombre y mujer: Jesucristo Dios y hombre. El tuvo grandes sentimientos, por eso tuvo amigos. Cuando uno de ellos, Lázaro, murió, fue para ver el lugar donde le habían colocado. Allí se encontró con María, hermana de este. Ella sufría sobrecogida de dolor. Al verla se conmovió profundamente, pues había muerto alguien a quien los dos amaban. Ante la tumba, no solo lloró por la muerte de su amigo, sino por el dolor de su amiga María. Tener buen corazón y buenos sentimientos es la clave de la felicidad y la verdadera riqueza. Iniciaremos ahora nuestra reflexión sobre los sentimientos en general y en el siguiente tema abordaremos nuestra reflexión sobre los sentimientos de Jesús.

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