La Pasión

Esta Semana Santa vi la película The Passion of the Christ, dirigida por Mel Gibson, con subtítulos en inglés (el dato importa, como se verá más adelante (3.3), porque no sé si haya diferencia en otras subtitulaciones, ya que las lenguas habladas son latín y arameo). Quiero compartir algunas impresiones y algunas reflexiones, divididas en tres partes: aspectos polémicos, puntos para destacar y puntos para mejorar.

1. ASPECTOS POLÉMICOS

1.1 Es demasiado sangrienta. Así fue la pasión de Jesús. No la podemos ni la deberíamos representar de otra forma, porque fue así: los romanos daban ese tipo de castigo y de tratamiento a los crucificados, según todas las fuentes fiables.

1.2 Enfatiza más el dolor de la Cruz que el triunfo de la resurrección. A esto puede responderse de varias maneras: miremos la proporción de los textos en los evangelios. La proporción dada a la pasión es tal que algunos estudiosos dicen que los evangelios son la pasión de Cristo con un prólogo. Los primeros cristianos hacían valer muy claramente que somos salvos por ese dolor, esa obediencia y ese amor. En segundo lugar, ningún director está obligado a presentarlo todo. Si presentara más la resurrección alguien podría acusar: ¿Y por qué no dice nada de la expansión de la fe en los primeros siglos? Es decir: cada uno tiene el derecho de seleccionar una parte, y Gibson seleccionó las 12 últimas horas de Cristo en esta tierra.

1.3 Es antisemita. Sé que será, con mucho, la acusación que cause más escozor. Bien, debo decir que en parte estoy de acuerdo: sí es antisemita en cierto grado, y me duele que sea así, porque eso empobrece una producción magnífica. Paso a explicarme. Está claro en los datos de que disponemos que las autoridades judías intervinieron activa y persistentemente para lograr la muerte violenta de Cristo. NO es antisemitismo presentar la responsabilidad de esas autoridades. El tema se complica cuando uno piensa en el conjunto del pueblo judío como tal. Los evangelios presentan muy claramente que el pueblo fue manipulado (cf. Mc 15,11; Mt 27,25 pertenece al mismo contexto) a tal punto que fue casi más víctima que victimario. Nos atrevemos a decir esto por escenas como la de las mujeres de Jerusalén (Lc 23,27). Del lado judío, los oprobios contra Jesús siempre tienen en los evangelios sujetos concretos: los escribas y sacerdotes (Mc 15,31); los enviados de los sumos sacerdotes, que tenían prendido a Jesús (Lc 22,63); el sanedrín (Lc 22,66); Herodes (Lc 23,11), y así sucesivamente. Es decir: nunca aparece la multitud judía en contra de Jesús, sino cuando es manipulada por las autoridades judías y sólo en esa medida. Lucas muestra incluso la diferencia en Lc 23,35: “Y el pueblo estaba mirando; y las autoridades se burlaban de él…” Son verbos distintos: el pueblo mira; las autoridades se burlan. En la película de Gibson esto no es claro: las burlas del pueblo, de mucha gente del pueblo, acompañan el largo camino hasta el Gólgota. Las excepciones son María y Juan, la Verónica, las mujeres de Jerusalén. Incluso el lenguaje que se pone en boca de Simón de Cirene es impreciso. Este Simón resulta dicendo: “quede claro que yo soy inocente y él es un condenado.” Aunque luego hay muchas cosas buenas de este personaje, esa falla es notable, porque muestra como cosa espontánea que un judío considera a Jesús un condenado. Además, en varios lugares del recorrido al Calvario la gente tira piedras al grupo que va con Jesús. Es demasiado ambiguo el signo: uno no sabe si están mostrando desaprobación por el crimen o queriendo empeorar el rato a Jesús. Como no hay palabras claras, la sensación es que todo el pueblo le odió sin motivo. Eso es antisemitismo. Para muchos de nosotros la cosa no nos lleva a odiar a ningún judío, pero yo entiendo que los judíos se sientan molestos. Y por último, en cuanto a este punto: ¿qué porcentaje del pueblo quiso activamente o fue cómplice real y voluntario de que Cristo muriera?

1.4 Agrega cosas que no están en los Evangelios. Es cierto; pero es que no hay otra forma de hacer una película. Es como quien pinta o esculpe o una imagen de Cristo: tiene que “rellenar” los vacíos de nuestra ignorancia con suposiciones más o menos buenas y piadosas. Junto a la Cruz, en la película de Gibson, María exclama cosas como “¡Carne de mi carne…!” Es inventado, sí, pero más que verosímil. Sin embargo, soy consciente de que hay una raya muy imprecisa en esto y que los gustos y la sensibilidad de cada persona le pueden hacer ver truculento o cursi lo que a otros puede parecer bien logrado y sobrio: el cuervo que ataca al mal ladrón, la magnitud del terremoto que siguió a la muerte del Señor, etc.

1.5 Demasiado mariana. Estoy de acuerdo en parte. La actriz que representa a la Virgen, Maia Morgenstern, lo hace de manera más que sobresaliente (y por cierto, entiendo que es una judía). El problema no es ella. El punto es que se exagera de una idea que es bella y verosímil, pero que, ya presentada tantas veces, resulta abusiva: es la idea de que María le daba la fuerza a Jesús, para resistir los azotes, para levantarse de las caídas, para subir a la Cruz. Es un pensamiento bellísimo y piadosísimo; es perfectamente posible, porque ella estaba en Jerusalén, pero presentar las cosas tantas veces así es demasiado. Por otra parte, soy plenamente consciente de que algunos de los que critican la dimensión mariana de Gibson y de la película les molesta que no aparezcan las cosas como han querido presentarlas producciones de cuño protestante: es decir, una María irrelevante y… llena de hijos. Gibson, por el contrario, y sobre todo la excelente representación de Morgenstern, logran un perfil alto, noble, realista y con un aire que uno puede llamar santidad, así a mucha gente no le guste esa palabra.

2. PUNTOS PARA DESTACAR

2.1 Tantas críticas podrían opacar una película que es sencillamente de lo mejor que yo haya visto en cine. Y precisamente por eso, porque es una obra de arte, y de arte mayor, debe ser “castigada” duramente, porque Gibson le ha apostado a la perfección y es bueno que haya sido así. Quiero decir claramente que estimo que esta película, a pesar de las limitaciones que tiene, como toda obra humana, es un notable y altísimo esfuerzo que muy difícilmente será igualado, y no digo yo superado.

2.2 Uno de los mayores aciertos es el relacionar la Pasión de Nuestro Señor con su propia predicación. El efecto catequético es muy fuerte y la figura misma de Jesucristo cala muy hondo en los espectadores.

2.3 Es bueno mostrar dolor real. Es algo que olvidamos, y debe ser recordado, sobre todo porque nuestros dolores y los del mundo son reales, y si Dios no muestra su proximidad con nuestro dolor real no es nuestro Salvador. Así de sencillo.

2.4 No me cansa volver a ponderar la figura de María. Además: Pedro, Judas, el sanedrín… bien logrados. A Juan… algo le falta, para mi gusto. El personaje, aun siendo tan central, no alcanza toda su fuerza. Pero una cosa sí le abono a Juan: las escenas de su contemplación, de sus ojos extasiados y serenos, profundos y amorosos ante el misterio.

2.5 Creo que es positivo también recordar el transfondo de combate espiritual que subyace a todos los otros dramas implícitos en la Pasión de Cristo. La figura de Satanás o de lo demoníaco logra una presencia artística no exenta de creatividad: es un andrógino, una serpiente, un niño deforme (inocencia aparente y en realidad perversa). Es bueno recordar todo ello.

3. PUNTOS PARA MEJORAR

3.1 ¡Vaya presunción la mía! ¡Como si Gibson fuera a leer esto! En todo caso, aquí va un primer punto: faltó mostrar el ángel del consuelo en Getsemaní. La cosa quedó desbalanceada: en la versión de Gibson aparece el demonio que no sale en el texto bíblico (aunque, bueno: digamos que es una lectura teológica permitida), y no sale el ángel.

3.2 Buena idea que los personajes hablen las lenguas de aquel tiempo. Pero en Palestina no se hablaba casi nada de latín, sino griego común o koiné.

3.3 Y si iban a hablar latín, debo decir que, por lo menos en la versión subtitulada en inglés, hay demasiadas expresiones latinas que no salen en los subtítulos y que por tanto se pierden para la gran mayoría del público, que no sabe latín. Por dar sólo un ejemplo: cuando el centurión manda que partan las piernas a los condenados con Cristo lo grita en latín, y no sale subtítulo (en inglés, por lo menos).

3.4 Lo último: ponderando el haber mostrado la participación del demonio, no es clara la escena del grito de Satanás cuando ha muerto Cristo. ¿Es victoria o derrota? Teológicamente no hay duda; se trata de una derrota, y en el marco doctrinal de Gibson eso debería quedar claro, si vamos a ser coherentes.

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Bueno, bendiga Dios a Gibson y sus actores, y les conceda administrar para bien los bienes espirituales y materiales que están recibiendo por su destacadísima labor.