Acompañamiento Vocacional
"Sígueme" Mt
9,9
Para que se dé este SIGUEME que tantos jóvenes escuchan a lo
largo de sus vidas, los cristianos tenemos el deber de ROGAR insistentemente al
Señor para que ellos se preocupen por dar una RESPUESTA GENEROSA y definitiva a
quien los LLAMA A SU SERVICIO.
No dudamos que quienes se encontraron con el dulce CRISTO DE
LA TIERRA en Toronto, tengan propósitos firmes de ser MANOS, PIES Y BOCA del
SEÑOR para seguirlo ANUNCIANDO en la Evangelización de este Nuevo Milenio. Pero
al lado de esta SUPLICA que hacemos por los jóvenes quisiera que no olvidáramos
de hacer OTRA ORACION por los FORMADORES, cuya labor de ACOMPAÑAMIENTO en los
seminarios y casas religiosas NECESITAN de este apoyo espiritual, dado lo
delicado de su misión con los jóvenes en su proceso de crecimiento.Es algo
silencioso, humilde y muy comprometedor con Dios y con los hermanos.
Los FORMADORES nos enfrentamos en este momento histórico a
una NUEVA GENERACION que trae bases muy débiles o poco sólidas en cuanto a
FORMACION HUMANA y por consiguiente CRISTIANA; a esto le sumamos el que
provienen de familias incompletas, donde quizá vivieron situaciones traumáticas
y donde alguien por casualidad les habló de Dios y de la posibilidad de
"hacer algo distinto por los demás", para no pensar en sí mismos.
Esta tarea de FORMAR o REFORMAR personas, podríamos decir
que tiene algo de PEDAGOGIA REEDUCATIVA, complemento de la Educación Formal,
por tanto es una labor ardua, paciente y DE MUCHISIMO AMOR. Sabiendo que el
único que cambia corazones es Dios, el FORMADOR se compromete con la mejor
buena voluntad a acoger al joven, a escucharlo, comprenderlo, cuestionarlo, en
una palabra a compartir su camino. No obstante es criticado e incomprendido por
que no se ve lo que está haciendo, porque los formandos no responden como
quisiéramos, olvidamos que no hemos alcanzado la perfección quienes llevamos
largo rato en este seguimiento y sí exigimos que sean santos quienes acaban de
llegar.
Solo Dios ve el esfuerzo que el formador hace por entregar su vida, por dar lo mejor de sí por el bien de la comunidad y de los formandos. Sin embargo animo a quienes FORMAMOS para que sembremos copiosamente con generosidad, en abundancia, con la esperanza de que algún día la cosecha será buena, no por nuestros esfuerzos, sino por la certeza de que TODO LO PUEDO EN AQUEL QUE ME CONFORTA.
Terminemos orando al Señor: Pon a nuestro lado a los ángeles
de la ESPERANZA, para que nos enseñen a alcanzar TU CORAZON en la fuerza de una
CONFIANZA CONSTANTE.
SOR MARLY
O.P.