Los Santos del Futuro

Imagino así a nuestros católicos santos del futuro:

Abiertos al asombro, no al capricho;
fieles en la Roca, aunque no inmóviles;
felices, no superficiales;
firmes, no intransigentes.

Abiertos, y a la vez, muy lúcidos;
lúcidos, y a la vez, muy obedientes;
humildes, pero no acomplejados;
capaces de amar, de esperar y de creer.

Prontos al silencio que deja hablar a Dios,
nunca en silencio cuando se ofende su gloria;
dóciles a la Palabra, cercanos a quien la proclama,
con voz que Cristo quiso autorizada.

Capaces de perdonar y de pedir perdón,
capaces de ternura, poesía y clamor;
capaces de alabanza y de dulce canción;
capaces, por gracia, del Cielo y de Dios.

Con un centro: Jesús que da vida;
y un punto de encuentro: la Santa Eucaristía;
y una referencia: la Virgen María,
que impregna de Pascua la noche y el día.

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