Señor ....
Con ojos buenos me miras
en el dintel de la puerta
y dan razón tus pupilas
de que tu amor es de veras.
Con interés solicitas
que yo comparta tu cena
y das gozoso cabida
a que la mía te ofrezca.
Entero tu rostro brilla
cuando a tu voz doy respuesta,
pues quieres que en compañía
disfrute yo de tu herencia.
¡Cómo el corazón se aquieta
al mirarme en tus pupilas
y verme grabado en ellas,
cuando tú llenas las mías!
Concédeme que tu rostro
-¡con el que tú resucitas!-
derrame entero en mi gozo
el caudal de tu alegría.
Amén