¡TU ROSTRO BUSCARÉ, SEÑOR!
Los
Ejercicios espirituales un camino para el encuentro con Dios
El Espíritu Santo es el que
inspira, quien mueve la persona a dirigirse permanentemente a Dios, el Espíritu
va creando en el corazón del hombre el vacío de todo deseo para llenarlo
únicamente con el amor y la voluntad de Dios. Por eso, la vida espiritual se
conoce también como la vida en el Espíritu. Como diría San Pablo: Si vivimos
según el Espíritu, obremos también según el Espíritu (Gál 5, 25).
El amor de Dios no se conquista
con esfuerzos humanos. Es un regalo, un favor, un don que Dios hace de sí, de
su misma vida, de su amor. Es la existencia escondida con Cristo en Dios. Suele
conocerse a esta forma de vivir como vida espiritual, vida interior, de
perfección, de santidad, mística. Es la vida cristiana, metida y centrada en
Dios, orientada, en todas las aspiraciones y en las obras, en el encuentro con
Él, a vivir según su voluntad.
Nuestra vida está escondida,
oculta con Cristo en Dios (Col 3,3). La vida espiritual es el deseo de vivir
completamente identificado con Cristo; es la vida en Cristo, con Cristo y por
Cristo. Mi vivir es Cristo, en comunión íntima y permanente con Él, escuchando
su palabra, viviendo su cruz, muerte y resurrección. Es vivir conscientemente
el misterio pascual: muertos al pecado y estar en una nueva vida según el
modelo de Cristo resucitado.
La oración, la vida espiritual,
es como el respirar en la vida física. Es alimento imprescindible: llenarse
continuamente de la palabra de Dios. Es aire que limpia de los propios y
egoístas criterios. Es aliento que sale del alma como gratitud y alabanza a Dios.
Es reconocimiento de que sin ese favor de Dios no se puede vivir. Y por eso, la
petición y la súplica.
La vida espiritual es patrimonio
y deber de todos los cristianos. Es su forma de vivir. Ahora bien, a cada uno
Dios le llama a un determinado género de vida (matrimonial, clerical,
consagrada) la vida espiritual es la que da forma a las personas, la que la
identifica. Por eso, cuando falta o se deteriora la vida espiritual, surge la
crisis de identidad cristiana, religiosa, sacerdotal, consagrada.
¿Quién puede dudar de la
necesidad de emplear un tiempo en la oración, de encontrar esos días de
tranquilidad espiritual para buscar sinceramente el rostro de Dios? Los
Ejercicios Espirituales son un momento de gracia, un tiempo de Dios para
encontrarse con Él y gozar de su presencia.
Con mi bendición,
+ Carlos, Arzobispo de
Sevilla