Para Aprender a Meditar
Es necesario
escoger un libro cuidadosamente seleccionado, que no disperse sino concentre, y
de preferencia absoluta la Biblia. Es conveniente tener conocimiento personal sobre
ella, sabiendo dónde están los temas que a ti “te hablan”; por ejemplo, sobre la
consolación, la esperanza, la paciencia... para escoger aquella materia que tu alma
necesita en ese día. También se puede seguir el orden litúrgico del día.
En principio
no es recomendable abrir al azar la Biblia. En todo caso, es conveniente saber,
antes de iniciar la lectura meditada, qué
temas vas a meditar y en qué capitulo de la Biblia.
Toma
posesión adecuada. Pide asistencia al Espíritu Santo y sosiégate. Comienza a leer
despacio. En cuanto leas, trata de entender lo leído: el significado directo de
la frase, su contexto, y la intención del autor sagrado. Aquí está la diferencia
entre la lectura rezada y la lectura meditada: en la lectura rezada se asume y se
vive lo leído; en la lectura meditada, se trata de entender.
Si aparece
una idea que te llama fuertemente la atención, para ahí mismo; cierra el libro;
da muchas vueltas en tu mente a esa idea, ponderándola; aplicándola a tu vida, saca
conclusiones.
Si no
sucede esto (o después que sucedió), continúa con una lectura reposada, concentrada
tranquila.
Si aparece
un párrafo que no entiendes, vuelve atrás; haz una amplia relectura para colocarte
en el contexto.
Es normal
y conveniente que la lectura meditada acabe en oración.
Remitido por María Merced