Dios no
respondía...
Cuentan que una mujer dirigía siempre su oración
y nunca era respondida por Dios.
Pidió entonces ayuda a un sabio que habitaba
en un convento muy alejado, quien le dijo: - "¿Cómo oras a Dios?"
Ella respondió: - "Señor, este día tengo
muchos problemas, muchas dificultades, necesito ayuda y ya no sé que hacer. Te pido
que tengas compasión de mí pues mis fuerzas se han agotado. Mi familia no me ayuda
y tengo muchos enemigos".
A lo que el sabio respondió: - "Tu problema
radica en algo muy sencillo, cuando oras, debes ver a Dios y no ver tus problemas.
Dirigirte a Dios confiando en que Él escucha, y sabiendo que su poder está sobre
todas las cosas. De esta forma reconocerás a Dios como centro de tu vida, y entonces
tu oración será escuchada. Aún más: Dios escucha intentos, nunca dejes de orar.
Haz hecho bien y por eso Dios te ha escuchado."
¿Saben? A veces Dios se convierte en un pañuelito
de lágrimas a quien nos acercamos pero no para que nos libre de nuestros problemas,
sino para "quejarnos" y nuestras oraciones decimos de todo, nos quejamos
y enojamos, pero casi nunca decimos a Dios que confiamos en que Él conoce nuestros
problemas y los puede solucionar.
Cuando Pedro caminaba por el agua, cuenta la
Biblia que quitó su mirada de Cristo, y entonces empezó a hundirse. Cada vez que
sientas que te hundes, debe volver tus ojos a Jesús, el vendrá a ti, extenderá su
mano y entonces te levantará.
Pero no quites tus ojos de El. De las misma
forma, tampoco en la oración debes tener a tus problemas como centro, sino a Jesús.
Arturo Quirós Lépiz