Providence 2001:
UN INTENTO DE PROSPECTIVA

Retorno a los Escritos de Vida Dominicana

Por: Fr. Nelson Medina, O.P.,
de la Provincia de Colombia

Índice:

Providence 2001: UN INTENTO DE PROSPECTIVA

1. LA CUESTIÓN DEL LUGAR DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

2. LA UTOPÍA DE LA MENDICANCIA

3. LA CUESTIÓN DE LAS INSTITUCIONES

4. LA CUESTIÓN DE LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES

5. EPÍLOGO

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Tuve la oportunidad de participar en el Capítulo General de Providence (2001). Al calor --y a veces tedio-- de las discusiones y propuestas uno se preguntaba: ¿qué se cuece en la O.P.? Una pregunta que honestamente nos desborda a todos. No voy a responderla, ni siquiera desde la óptica singular de un miembro del Capítulo. Pero sí quiero ofrecer algunos apuntes sobre una cuestión parecida, que intento formular.

1. LA CUESTIÓN DEL LUGAR DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

La idea es que hay algunos criterios que, sin ser apodícticos, sí resultan tremendamente sugerentes sobre los temas y problemas que ocuparán a la Orden en el futuro a mediano plazo. Un ejemplo típico es la cuestión de los hermanos cooperadores, que, dicho sea entre paréntesis, ¡terminó siendo una cuestión de los “hermanos clérigos”! Me explico: los dominicos y dominicas del futuro tendrán que discernir muy hondamente sobre el lugar del sacramento del orden entre nosotros. ¿Somos una comunidad de predicadores en la que algunos se ordenan, o somos una comunidad de frailes ordenados que sin embargo participa en distintos grados y maneras su carisma a otros no ordenados? La respuesta puede parecer “obvia” en uno u otro sentido para unos o para otros, pero esa misma “obviedad” demuestra que hay mucho para discernir, orar --y discutir-- en el futuro.

Un criterio, pues, que podría ilustrar sobre “qué será tema en el futuro” es: qué tanto tiempo se le dio para debate en el aula capitular.

2. LA UTOPÍA DE LA MENDICANCIA

Además de los Hermanos, hay, desde luego, otros temas que cumplen con ese criterio. Por ejemplo el asunto del apoyo económico a obras que son muy buenas, emblemas incluso de la Orden, pero que necesitan un soporte financiero continuo o por lo menos muy vigoroso durante un tiempo, porque no van a ser autónomas en el corto plazo.

La discusión no es, desde luego, sobre si apoyar o no aquellas obras. El punto es: ¿cómo se organiza la solidaridad en el mundo neocapitalista de nuestro tiempo? Resulta que hay empresas que hacen una labor de difusión y colecta de fondos para instituciones sin ánimo de lucro, como es el caso de las nuestras. Uno puede contratar a una de esas empresas y recibir un dinero proporcionalmente mucho mayor del invertido en el contrato, mientras que un número de posibles donantes encuentran lugares respetables y serios a los cuales dar sus dólares.

Hubo una controversia sobre si ese modo de allegar dinero para nosotros era una relectura de la mendicancia en el siglo XXI. La discusión no duró mucho, básicamente porque una mayoría de países anglófonos sostuvo la postura a favor de entenderlo así. Pero no faltaron comentarios en contra. Mi hipótesis es que estamos ante otro tema que suscitará más de una discusión en el futuro, quizá próximo. No por falta de amor a las instituciones nuestras que se beneficien de estos modos de financiación basados en la generosidad y la solidaridad, sino porque nuestro modo de inserción en las complejas coordenadas de la economía actual dista mucho de alcanzar claridad. Algo dentro de muchos de nosotros presiente que debe haber inspiraciones nuevas y maravillosas sorpresas en este campo de la relación con los bienes tangibles.

El tema, pues, sería: ¿cuál es el planteamiento deseable de nuestra inserción en los engranajes de la economía actual y futura? ¿Puede formularse una utopía en esta dirección --esto es, una reinterpretación audaz de la mendicancia--, o debemos considerar ya “utopía realizada” lo establecido por Providence?

3. LA CUESTIÓN DE LAS INSTITUCIONES

Detrás de lo meramente económico nos esperan, creo yo, nuevas controversias con respecto a nuestra presencia institucional. Me explico. En los orígenes de nuestra Orden el modo de vida y la acción apostólica se fusionaron en una realidad: el convento. En los tiempos de aquel grupo de itinerantes, liderado por Domingo, que toma sede en San Román de Tolosa, la idea era que en el convento se asegurase la unidad interior y a la vez la “plataforma” de la acción exterior de los frailes. No había otro modelo social de presencia a fines del siglo XII o comienzos del XIII. Parroquias, abadías y capítulos canonicales eran toda o casi toda la vida de la Iglesia.

Las cosas cambian en la medida en que despunta el complejo fenómeno de la génesis de las instituciones. Un proceso que no ha acabado aún! Sabemos que el siglo XIII vio nacer a la universidad, en paralelo y estrecha relación con el surgimiento de un nuevo género de solidaridad gremial; sería el comienzo de aquel proceso que, acelerado por la revolución industrial, conduciría a un mundo marcado básicamente por la "lógica" de la empresa, en contraposición con otras "lógicas" posibles, como son la de la curia, la del templo o la de la casa. El efecto, no final pero sí actual, de todo ello es que en nuestro mundo occidental las realidades culturalmente significativas tienen su matriz y hogar primero en las empresas, en cuanto espacios que conjugan las instancias relevantes: diseño, organización, evaluación y mercadeo.

Uno puede decir que, en la práctica más común hoy, una empresa es a una casa como una institución es a un convento. Simplemente pensamos y obramos de acuerdo con esta especie de principio. Si a alguien se le ocurre trabajar en investigación social, se supone que terminará fundando un "Instituto Dominicano para la Investigación Social" o uniéndose a una Institución seria y reconocida que trabaje el tema. El fraile vivirá en su convento y trabajará en su instituto. No digo que esto sea malo ni que sea bueno, sino que es el modo como pensamos espontáneamente nuestra presencia evangelizadora. Y basta recorrer la lista de voces de gratitud y ánimo que quiso dar Providence para convencerse de que estamos de cuán intensa es nuestra fecundidad fundacional!

Por lo pronto, este modo de ver nuestra actividad apostólica conlleva un montón de cuestiones interrelacionadas, especialmente en lo que atañe a la vida común, pero también con respecto a la pobreza y a la obediencia. Las instituciones nos hacen eficaces al precio de hacernos suyos. Crean en nosotros explicables y muy humanos sentimientos que luego rigen nuestro modo de mirar las opciones de la propia casa o convento, y también de la provincia y la Orden. En cierta manera un fraile "eficaz" suele ser un fraile con voto de obediencia a una institución de la que resulta prácticamente imposible no sólo removerlo sino incluso cambiar nada de lo que él hace. Los priores provinciales saben muchas historias de éstas.

No es sólo la obediencia la que resulta "redimensionada". Las instituciones de suyo son parte de un amplio tejido social en el que son mayoría los laicos, desde luego. Y de aquí nacen nuevas cuestiones. El mundo afectivo de los frailes que pertenecen a una institución --y ello implica sus confidencias, su recreación, su "compartir la fe"-- estará probablemente más ligado a los laicos que a sus hermanos, sobre todo si se da el caso muy frecuente de que sus hermanos estén también muy ocupados en otras agendas.

Y además: ¿quién se ocupa del crecimiento en la fe de todos esos laicos? Hagamos la pregunta candorosa: ¿Son más santos ahora que trabajan con nosotros o nosotros con ellos? ¿Cuánto tiempo más soportaremos sin plantearnos a fondo estos interrogantes?

4. LA CUESTIÓN DE LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES

Después del completo y brillante informe que nos ofreció Timothy en Providence, contamos con algún tiempo para preguntas. Mi inquietud se centró en los movimientos eclesiales. Hay una vigorosa tendencia hacia la "derecha", un poco en todas partes. Y "todas partes" es también en "la base" y en la jerarquía. Para "la base", por las respuestas existenciales y las rutas claras --tal vez--; para la jerarquía, por aquella certeza que algún obispo me resumía diciendo: "Por lo menos yo sé que esta gente cree lo que cree la Iglesia".

Quizá por aquello que dicen las Constituciones, que hemos de formarnos sobre todo en el juicio, los dominicos opinamos de todo y de todos. Tenemos los estudios y las razones por las que el éxito de estas iniciativas recientes resulta tan claro como aparente y sospechoso... pero no oigo yo muchas propuestas nuestras de evangelización masiva exitosa. Lo que no calificamos de estrafalario o fanático, fácilmente queda tildado de ultraconservador o cuasifascista.

Ahora, hay que ser honestos. La mayor parte de las veces, no faltan motivos a nuestras críticas. Ni podemos renunciar al talante profético y libérrimo que ha sido sello de nuestro servicio a la Iglesia en más de una ocasión. Pero no deja de ser extraño que tengamos tantas buenas ideas sobre cómo NO deben ser las cosas y tan modestos aportes en términos de presencia teológica, vanguardia misionera, conversiones masivas, liderazgo en los medios, profetismo en justicia y paz, predicación explícita, en fin. Indudablemente, los dominicos y dominicas del futuro tendrán que reflexionar sobre esta paradoja y resolverla en teoría y práctica.

5. EPÍLOGO

La prospectiva puede ser no sólo arriesgada sino también injusta. Será bueno acentuar en la despedida que arde en mí, como en tantos hermanos y hermanas, la pasión por el Evangelio y por el estilo fascinante de Domingo. Él alumbre el tercer milenio, así como ha llenado con la gracia de la Palabra estos casi ochocientos años.

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