Cuando derrame comida sobre mi ropa limpia y olvide cómo atar mis zapatos, por favor sé paciente y recuerda cuando eras niño. ¡Te enseñé tantas cosas! A atarte los cordones, a vestirte por ti solo, a peinarte y a comer con cuidado.
Pasé horas
preciosas enseñándote mucho. Por eso te pido que si algún día llego a olvidar
de qué estábamos hablando, ten paciencia y me des todo el tiempo que sea
necesario hasta que yo recuerde. Si no puedo hacerlo, no te burles de mi, tal
vez no era importante y confórmate sólo con escucharme.
Si repito y
repito siempre la misma historia y tú sabes cómo va a terminar, te ruego seas
paciente. Cuando tú eras pequeño tuve que repetirte talvez cientos de veces el
mismo cuento con paciencia hasta que te dormías. Con cariño acepta si contra mi
voluntad me he convertido en un niño.
Cuando fallen
mis piernas cansadas de andar por esta vida, dame una mano tierna en que pueda
apoyarme, como lo hice yo cuando tratabas de caminar con tus débiles piernas.
Te ruego me
guíes con paciencia hasta el final de mis días.
Autor desconocido
Remitido por mi mamá, Maruja de Medina
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